Ron DeSantis, gobernador de Florida; Glenn Youngkin, de Virginia; Kevin Stitt, de Oklahoma; Kristi Noem, de Dakota del Sur; Brian Kemp, de Georgia; y Greg Gianforte, de Montana, entre otros (25 hasta el momento), han anunciado su apoyo a Texas en la disputa fronteriza que enfrenta a Greg Abbott, gobernador republicano, con el gobierno federal en torno a la vigilancia de la frontera con México.
Es difícil exagerar la potencial trascendencia de este desafío. Greg Abbott acaba de cruzar una línea roja desde la que es difícil dar marcha atrás, advirtiendo a la administración Biden que ha declarado la crisis migratoria como «invasión» e invocado la autoridad constitucional de Texas para defenderse y protegerse.
Para Abbott, «esa autoridad es la ley suprema del país y se impone sobre cualquier estatuto federal que establezca lo contrario«. «La Guardia Nacional de Texas, el Departamento de Seguridad Pública de Texas y otros departamentos están actuando según esa autoridad, así como según la ley estatal, para asegurar la frontera de Texas», ha señalado.
La situación ha llegado a un punto crítico en Eagle Pass, donde la Guardia Nacional ha tomado el control de un parque local que los inmigrantes ilegales utilizan como zona de aterrizaje después de cruzar el Río Grande. El estado ha colocado alambre de púas a lo largo de kilómetros del río para bloquear la entrada a Estados Unidos, aunque la Corte Suprema acaba de permitir que la administración Biden lo retire mientras se desarrolla una batalla legal en un tribunal inferior.
Mientras, en la Casa Blanca, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, dijo que Biden tiene autoridad para nacionalizar la Guardia Nacional de Texas y ordenarles que desistan, aunque aún no se ha tomado esa fatal decisión que podría enfrentar a ambas instituciones.
El fallo del tribunal superior fue de cinco votos contra cuatro, y el presidente del Tribunal Supremo John G. Roberts Jr. y la juez Amy Coney Barrett se unieron a los tres demócratas para borrar una orden judicial de un tribunal inferior que había impedido a los federales cortar el alambre de espino excepto en casos de emergencia.
El desafío de Abbott se está convirtiendo rápidamente en un test político al mismo tiempo que se celebran las primarias en las que ambos partidos deben elegir al candidato que presentarán en las presidenciales de este año. Los comentaristas están a la espera de que Donald Trump dé o niegue su apoyo a Texas, algo que podría decidir no pocos votos.