La locura de género en Estados Unidos está provocando una reacción mayor de lo que muchos esperaban, acostumbrados como estamos a que todos los delirios del wokismo acaben imponiéndose siempre al final. Y la oposición está llegando de los estados republicanos.
La Cámara de Representantes de Tennessee, controlada por el Partido Republicano, aprobó el jueves penalizar a los adultos que ayuden a menores a recibir atención de «afirmación de género» sin el consentimiento de los padres.
El proyecto de ley refleja casi el mismo lenguaje de la llamada propuesta contra el tráfico de abortos que los legisladores republicanos de Tennessee aprobaron apenas un día antes. En esa medida, los partidarios esperan impedir que los adultos ayuden a las jóvenes a abortar sin el permiso de sus padres o tutores.
Los partidarios del gobernador republicano Bill Lee están convencidos de que saldrá adelante; ya aprobó con entusiasmo una prohibición radical del aborto y una prohibición de la atención infantil de «afirmación de género».
Las conductas que la ley tipificará como delito van desde hablar con un adolescente en un sitio web sobre dónde encontrar atención hasta ayudar a ese joven a viajar a otro estado con restricciones más flexibles sobre los servicios de atención que afirman el género.
La holgada mayoría republicana defiende estas medidas calificándolas de necesarias para proteger los derechos de los padres, pero los críticos -los ‘sospechosos habituales’, activistas radicales pertenecientes a alguno de la miriada de ‘colectivos’ de género- alertan de los ‘abusos’ de la autoridad parental.
