En Estados Unidos fue la chispa de una rebelión multitudinaria que se tradujo en manifestaciones masivas en 22 ciudades norteamericanas, destrucción, pillaje, incendios, violencia y una veintena de muertos, y en el nacimiento de la poderosa organización marxista Black Lives Matter. Todo en plena campaña electoral de las presidenciales y en medio de las restricciones de pandemia.
Nada ha vuelto a ser igual, y el ‘culto’ pasó al mundo entero, con equipos de fútbol arrodillándose en el campo antes de cada partido y alcaldes iluminados que en la lejana Extremadura española levantaban monumentos al nuevo mártir. Nos referimos, naturalmente, a la muerte en custodia policial de un delincuente habitual George Floyd, San George Floyd, que llevó, entre otras cosas, a la condena por asesinato del policía implicado en su detención. Floyd es ya un mito intocable, a la altura de un Mandela o un Gandhi.
Solo que es eso, un mito, en el sentido de una inmensa mentira. Y así lo ha denunciado el periodista televisivo Tucker Carlson en su último vídeo en Twitter. Carlson urge a sus espectadores a revisar esta perversa leyenda, incluyendo las circunstancias que rodearon la muerte de Floyd, sobre todo la mentira de que Floyd murió bajo las rodillas del exagente Derek Chauvin, que cumple una condena de más de 40 años en una prisión estatal.
Porque la simple verdad es que Chauvin no mató a Floyd. «¿Realmente un policía blanco racista asesinó a un hombre llamado George Floyd, un líder de derechos civiles en Minneapolis en el Día de los Caídos de 2020?», se pregunta Carlson. «Es lo que nos dicen que pasó, lo llevan diciendo sin descanso desde hace tres años. ¿De verdad [Derek Chauvin] asesinó a George Floyd? Y la respuesta es, bueno, no, no asesinó a George Floyd, y no estamos haciendo cábalas, nos consta de manera concluyente gracias a un nuevo caso judicial que ahora está en marcha en el condado de Hennepin, Minnesota».
La demanda, relacionada con Floyd y Chauvin, reveló extractos de una declaración jurada de una conversación con el médico forense del condado, Andrew Baker, que indica que el fallecimiento de Floyd no se debió a asfixia o estrangulamiento . En cambio, factores como el consumo de drogas y una concentración letal de fentanilo contribuyeron significativamente, replanteando su fallecimiento del ampliamente publicitado «asesinato» a una sobredosis involuntaria.
«En otras palabras, George Floyd, según la autopsia oficial, no fue asesinado. Murió de lo que suele llamarse ‘causas naturales’, que, en su caso, incluirían décadas de consumo de drogas, así como la concentración fatal de fentanilo en su organismo en su último día», continuó Carlson, desencadenando su instrumentalización un movimiento de odio racial que llevó a cambios como la reducción del presupuesto de numerosos cuerpos de policía estatales y locales, cambios radicales en las prácticas de contratación empresarial y la institucionalización de nuevas celebraciones culturales como la nueva festividad de Juneteenth.
Carlson entrevistó a Vince Everett Ellison, autor de «Crime Inc.», que achaca este fraude a una degradación y victimización orquestadas de la comunidad negra por parte de entidades políticas, particularmente el Partido Demócrata.
Ellison sugiere que la glorificación de figuras como George Floyd representa una estrategia insidiosa para perpetuar un cierto estereotipo de los negros que dependen del sistema, solidificando así una base de votantes y manteniendo una forma de control sociopolítico.
