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según una encuesta

El 72% de los franceses cree que los inmigrantes representan un riesgo para la seguridad del país

Disturbios en Francia. Europa Press

La propaganda, por inteligente y omnímoda que sea, no le aguanta un pulso a la realidad a largo plazo, y a los franceses, que lo viven, ya no se les puede convencer de que «la diversidad es nuestra fuerza» o de que el Welcome refugees es una buena idea.

La proporción de franceses convencidos de que la inmigración descontrolada que padecen plantea serios problemas de seguridad alcanza ya el 72%, una mayoría holgadísima que coindice con la de quienes piensan que se les conceden demasiadas ayudas a los recién llegados en detrimento de los nacionales, según una reciente encuesta.

Además, según la empresa francesa de estudios de consumo y opinión pública Toluna, el 61% cree que los inmigrantes son una amenaza cultural y el 56% que son una amenaza para la cohesión social.

El estudio revela, asimismo, que sólo el 14% de los franceses aprueba que se acepte sin condición alguna la entrada de inmigrantes, mientras que el 24% rechaza de plano admitir más inmigrantes.

No es de hoy; hace ya décadas que los franceses se oponen mayoritariamente a una inmigración masiva que está cambiando irrevocablemente la estructura de la población del país. Este mismo año, otra encuesta reveló que el 64% de los franceses se oponen a la inmigración no europea.

Pero hay una posibilidad muy evidente de que, en poco tiempo, esta tendencia pueda darse la vuelta, y no porque los Pierre y las Chantal vayan a cambiar de idea, sino porque sean muchos menos en términos relativos y absolutos. De mantenerse el rumbo demográfico y migratorio actual, la población nativa se verá gradualmente desplazada y los «nuevos franceses» previsiblemente defenderán políticas migratorias aún menos restrictivas, es decir, procurarán que sus hermanos de la patria de origen vengan a Francia.

La Gran Sustitución, que en la visión oficial sigue figurando como «teoría de la conspiración» y fake news, es la realidad cotidiana para el francés corriente; en ella creen, según confiesan, un 61% de los consultados en 2021. No sólo, como hasta hace poco, en las grandes ciudades, sino, cada vez más, en el campo. Y todo sucede a un ritmo vertiginoso. 

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