«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Europa: ¿suicidio o Europeicidio?

Imagen del Parlamento de la UE

Selección francesa versus Croacia: ¿algo más que un partido de fútbol?

Hace semanas que predije que Francia llegaría a la final del mundial porque tiene una buena selección en su mayoría afro-francesa y porque su victoria tenía un simbolismo evidente y sería muy bien vista por las elites dominantes aunque para ello, como hemos podido ver, hubiese necesidad de una falta y un penalti inexistentes. Dos goles regalados con una sola ocasión real en la 1ª parte que obligó a los croatas a abrirse al coladero que fue la 2ª parte. Así se las ponían a Luis XIV…Faltaba por ver quién sería el oponente: si los ingleses del Brexit o los croatas. Estos, procedentes de un pequeño paisito de 4 millones de habitantes, dieron la campanada y se enfrentaron al gigante de 67 millones a los que se suman los ingentes recursos humanos de la “francophonie”. También, su victoria hubiera tenido un valor simbólico muy grande y, dado que era uno de los pocos equipos 100% europeos, era deseada por casi todos, como la del pequeño David contra el fuerte Goliat, pero no pudo ser.

Croacia está en el este europeo en una zona que sufrió la opresión del comunismo y que es muy celosa de su idiosincrasia cultural y religiosa y de su recién adquirida soberanía respecto a la artificial Yugoslavia. Aunque estrictamente no pertenece al pelotón de cabeza disidente en la UE liderado por Hungría, Polonia, y el llamado Grupo de Visegrado al que ahora se han unido países centrales como Austria e Italia, hay muchos más países en esta orbita como Eslovenia, Serbia, Croacia, etc. que, aunque no lo digan expresamente, tienen una enorme preocupación por la inmigración masiva que llegó, y podría volver a llegar, por la vía de los Balcanes. Sin embargo en la prensa pública y privada de Francia, de Europa Occidental, del mundo que antes se consideraba “libre”, se insiste unánime y machaconamente que todo el que se opone a la inmigración es populista e incluso xenófobo, racista, intolerante, de extrema derecha y otros epítetos. La única excepción son, quizás, los EE.UU de Trump a quien también se crucifica por la misma razón.

Inmigracionistas versus identitarios

Reconozcámoslo, las luchas políticas del futuro ya no serán entre unos trasnochados e inservibles conceptos de izquierda y derecha, sino entre inmigracionistas e identitarios. Los primeros son en su mayoría «globalistas» y partidarios de un gobierno mundial y los segundos oscilan entre distintas tendencias: desde los que se centran en la raza o en la religión hasta los que nos preocupa más la identidad y la civilización europea en su conjunto.

Hoy “el régimen” europeo casi universal es una social democracia con un sociocapitalismo económico que arranca al pueblo (no a las elites cada vez más prósperas) prácticamente la mitad de sus ingresos (me río de los diezmos y primicias dela Edad Media) y una democracia liberal nominal en lo político que esconde la clamorosa dictadura de lo “políticamente correcto” que sigue a los gurús de la “Escuela de Frankfurt” y otros. Todo el que opina en contrario es excomulgado por la nueva Inquisición de los Medios. Y todos los partidos de los plurales y casi idénticos bipartidismos del sistema, financiados por los bancos y por la corrupción se atienen a ese guion con escasas variaciones en asuntos menores (anticlericalismo, ideología de género, ecología, eutanasia, revisionismo del pasado, etc. o no) pero que agitan la controversia y distraen la atención. Es algo así como la pelea de Coca Cola contra Pepsi Cola para hacer olvidar que hay otras bebidas más sanas.

Lo que está en juego no es la xenofobia ni el populismo de algunos oportunistas que quieren llegar al poder o mantenerse en él como sea, excitando bajas pasiones, como nos cuentan, sino algo mucho más profundo. Como decía ya hace años Le Pen, el viejo, en nuestra selección de fútbol no hay apenas franceses de “souche” es decir autóctonos. Hoy día en este mundial, 14 jugadores, es decir la gran mayoría tienen raíces africanas. Su éxito tan deseado por el Establishment, confirmaría las ventajas del mundo mestizo, multicultural, sincrético en lo religioso y sin raíces firmes que han diseñado hace tiempo, al menos desde el Plan Kalergi de 1924 y están ejecutando desde hace décadas. Y lo más fuerte es que nos lo han dicho abiertamente y con antelación como hacen con casi todos sus planes. El gran objetivo no es obtener un hombre mejor, sino un hombre desarraigado que tenga en lo físico algo de asiático, de blanco, de magrebí y de subsahariano, y en lo espiritual algo de budista, de musulmán y de cristiano en los miles de sectas que florecerán. Alguien que no tenga signos de identificación y referencia claros con ningún valor estable y que se mueva por impulsos erráticos y manipulables, a la carta sin referencias ni en lo religioso ni en lo cultural y por lo tanto sea muy fácilmente manipulable desde el poder. Es curioso que en un reciente mapa europeo de cobertura de los mensajes del Movimiento Europeo, la más antigua y principal delas organizaciones que promueven la integración europea, 19 sobre 55 personas representadas visibles son mestizos, o claramente africanos.

“ Un líder populista” frente a los “líderes de opinión oficiales”

Así de sencillo, así de difícil. Pues ya hay reacción y ésta cada vez será más violenta. Al final se volverá a lo religioso pues es el instinto más fuerte y antiguo del hombre después del de la autopreservación. Como dijo Garaudy, el siglo XXI será religioso o no será. También predijo que la inmigración sería una de las nuevas religiones… El líder de este grupo opositor, el húngaro Orbán, cada vez más aclamado y vilipendiado a un tiempo, citando predicciones de expertos, ha advertido que se espera que más de 60 millones de personas vengan de África a Europa en los próximos años empujando la población musulmana europea por encima del 20% para 2030. Ya lo vaticinó Gadafi que tenía muchos defectos, pero no era tonto: “conquistaremos Europa con el vientre de nuestras mujeres”. “La islamización de Europa es real -recalca Orban- no olvidemos que los que llegan, en su gran mayoría musulmanes, han sido educados en otra religión y otra cultura radicalmente diferente. Esto es crucial porque la identidad de Europa se enraízan en el Cristianismo y la UE no se preocupa para nada de defenderla”.

Y el problema es doble: Por una parte cualitativo, es decir, la falta de integración, el rechazo incluso de aceptar los nuevos valores de un amplio sector de los recién llegados, problema que nadie puede decir que no se preveía pues ya se observaba en Molenbeek o en las banlieux parisinas hace más de 30 años. Por otra cuantitativo ya que lo que a la larga tendrá más impacto y de lo que apenas se habla no es el número de los que llegan, sino su tasa de fertilidad y la de los que ya están, que es muy superior a la de los viejos europeos. Los musulmanes son adoctrinados por sus imanes para tener descendencia y financiados generosamente para ello por los Estados de acogida….

Y en el otro lado están los Estados más poderosos liderados por las lumières de la France, toujours la France liderada por un joven ex empleado de Rothschild que proclama inevitable la inmigración y la globalización en la línea propagandísticamente favorable que viene siendo marcada desde hace décadas por “filósofos” como Bernard-Henri Lévy o consejeros áulicos como Attali. Los resultados son a la vista: pésimas soluciones para problemas que entonces eran fácilmente abordables han conducido al país a una crisis social, política, demográfica y económica evidente para todo el que quiera verla. Demográficamente hay una escisión creciente entre “autoctones et alloctones”, con un 12% de inmigrantes que no incluye a los descendientes de inmigrantes recientes y de primera generación y, aunque hay un rebrote de la natalidad con una tasa de fertilidad de 1,9 superior a la de países de su entorno, lo que no se dice es que ésta se produce entre hijos de inmigrantes y el nombre más puesto a los bebes en muchas áreas es Mohamed (que, por cierto, ya es el más frecuente en el Reino Unido). Y cuando hay un altercado con la policía, hay zonas de no-go donde esta no puede prácticamente entrar y muchas revueltas violentas con quemas de vehículos y destrucción de mobiliario público que afloran periódicamente en barrios o ciudades conflictivas como Marsella o las banlieux. A ello se pueden añadir atentados terroristas de los más violentos como el de Niza o simbólicos como los de Charlie Hebdo o el Padre Hamel degollado en su propia iglesia.

Y Macron diciendo que no quiere soluciones fáciles o inhumanas (en plata: que no hay que hacer volver a casi nadie) y que la inmigración masiva es un fenómeno irreversible si queremos mantener nuestro crecimiento en los próximos años (¿a qué precio?); y Merkel que prefiere hacer caer su coalición que renunciar a sus queridos inmigrantes; y el histriónico Sánchez acogiendo al Aquarius y otros barcos y a los inmigrantes que rechace Alemania y hubieran entrado por España que cada vez serán más por el efecto llamada, etc…

Cumbres que no llevan a buen puerto

Hace unos días se volvió a discutir en una acalorada cumbre de la UE sobre el tema de la inmigración masiva a Europa sobre todo la que ahora viene en barcos y pateras. Ya no se habla de “refugiados” ahora se trata sin tapujos de inmigrantes. Se siguen haciendo campañas a favor de los refugiados tipo la foto del niño ahogado o los recientes videos sensibleros de la Cruz Roja pero nadie, en esas Cumbres, acusa a los genocidas que causaron esas guerras y que no están tan lejos de nosotros (aunque hay que recalcar que no somos nosotros).

Lo que tienen que hacer los países responsables es acoger a esas pobres personas in situ , no con zonas de acogida en territorio europeo del que luego nunca se ira nadie como ya sabemos por larga experiencia. Y si las tuviéramos aquí, solo podrían ser aceptables para países en guerra, para sirios perseguidos y en peligro demostrado por sus ideas o su religión y por periodos concretos y con fecha de retorno. Y terminar esas guerras salvajes que solo benefician a unos pocos, impidiendo Estados fallidos como Libia que ahora facilitan, como también predijo Gadafi si le hacían caer, el tráfico de personas del sur, el flujo de la nueva esclavitud. Reforzar de verdad Frontex y requisar en destino o destruir en puerto de origen y antes de recoger su carga humana (como ya han hecho subrepticiamente algunos comandos) los nuevos barcos negreros, pues ya sabemos a quién pertenecen y quienes financian las ONG que recogen la mercancía humana so capa de hacerlo por humanitarismo y que son cómplices en este vergonzoso tráfico humano. Curioso que el Aquarius sea fletado “con fines humanitarios” por una ONG financiada por Soros y por Medecins sans frontières, ONG fundada por Kouchner, quien llegó a ser Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Sarkozy que mandó derrocar y “ejecutar” a Gadafi…

Y, sobre todo, todos tenemos la obligación moral de reparar el daño causado y reconstruir esos países destruidos. Pero sobre todo la tienen los países que causaron y se beneficiaron de las guerras de Irak, Libia, Yemen, Siria… que ya sabemos todos quienes son y los riquísimos países limítrofes como Arabia y Catar, cuyo impresentable jeque llegó a decir que no quería refugiados sirios porque ya tenía suficientes esclavos…

La Presidencia austriaca, cuyo MAE ya es tildado en los “Medios” de ser de extrema derecha, trata de impedir los coladeros existentes propiciados por Merkel y Macron, sintiendo su patria amenazada de cerca por la ruta balcánica en caso de que se reabra. De hecho ya han cerrado en ocasiones sus fronteras a este flujo en perjuicio de vecinos más pequeños como Eslovenia. En Italia, Salvini tal vez no sea el troglodita fascista que nos pintan y simplemente quiera salvar la bella idiosincrasia de su viejo país. La CSU bávara y el Ministro federal de Interior alemán Seehofer ya le han plantado cara a Merkel pues ven peligrar las próximas elecciones y avistan que la gente ya ha experimentado en Colonia y otros lugares de los que no se habla las consecuencias de la llegada masiva hace un par de años de más de un millón de “refugiados”. Y que se aperciben de que muchos de ellos son falsos, pues no eran ni sirios, ni venían por motivos de persecución religiosa o ideológica sino económicos y que pueden incluir miles de terroristas a “latentes”. Por supuesto, ante tamaña osadía los Medios piden ya su dimisión.

La gran escisión entre los nuevos imperios de oriente y occidente

En fin, las reuniones de estos días y de los años venideros, pese a posibles apariencias de acuerdos, solo mostrarán la profunda escisión que se vive en la UE y que llevará inexorablemente al desmembramiento de nuestra vieja y amada Europa. Y esta fractura, cada vez más pronunciada, puede llevar con mucha facilidad a una nueva escisión de Europa en dos partes, como la que hubo los antiguos Imperio romano de occidente y de oriente, e incluso a posible(s) guerra(s) inter partes o, lo que es casi peor, a guerras intra partes o guerras civiles-. Y detrás de los orientales, está Putin, en sintonía con su defensa de la tradición, la religión, la cultura, la raza y la antigua creencia eslava en la Tercera Roma (que sobrevive à las otras dos que cayeron por su corrupción y que para los rusos es Moscú).

A tenor de sus últimas invectivas en contra de la UE, podría parecer que Trump podría dejarle las manos libres en lo que sería un vuelco estratégico gigantesco, peligrosísimo y grotesco, pero justificable en su cabeza de businessman con el fin de eliminar un rival económico

Pero, ¿cuál es la Europa que debemos unir y defender y cuál es su némesis?

Para luchar por Europa debemos pensar muy cuidadosamente en qué entendemos por Europa. Cuando éramos niños se nos enseñaba que era una pequeña península del gran bloque euroasiático que iba desde el Atlántico a los Urales, o para los más expansionistas, de Lisboa a Vladivostok. Pero la geografía no era lo importante sino las vigorosas raíces de Europa que conformaban su savia existencial: el pensamiento político y filosófico griego, el derecho y la organización del Imperium de Roma y la espiritualidad cristiana en que, ora en su formulación católica u ortodoxa, siempre buscaba nuestro progreso espiritual en evolución hacia lo más sagrado, pero manteniéndose siempre fiel a sí misma y a su Tradición. Y creo que era una buena definición. Todos estos cimientos podían tener sus luces y sus sombras, por cierto, éstas últimas mucho más pequeñas que las que proyectaban otras religiones irracionales y fanáticas y otros imperios despóticos y asiáticos, africanos o americanos. Pero los conceptos de libertad de conciencia y de investigación, de igualdad ontológica entre todos los hombres y de solidaridad con el prójimo son todos hallazgos del genio europeo cristiano.

¿Con que nos encontramos hoy? Con un pensamiento “posmoderno” impuesto por las nuevas oligarquías sectarias que se ha dado en llamar lo “políticamente correcto” que reniega expresamente de sus raíces cristianas y que me temo tiene también alergia a la racionalidad griega y a la posibilidad de cualquier tipo de revival de la organización romana como podría llegar a ser la propia UE (por eso tantos esfuerzos para destruirla desde dentro y desde fuera). Hoy se considera que cualquier tipo de apego a la religión, a la

patria o la gens es premoderno y aun nocivo y que solo existen como dogma los llamados “derechos humanos” que se van ampliando según la conveniencia de nuevos tipos de experimentación o “ingeniería social”. En realidad, para ellos no existe la naturaleza humana, todo es pura cultura y por lo tanto revisable y adaptable según criterios subjetivos y relativistas. Eso sí, se magnifican las figura del ciudadano y del Estado cuando aquel queda como una modesta partícula manipulable frente a éste, e incluso el propio Estado queda ya sin casi fuerza frente a los poderes de la llamada “globalización”. Y ésta, no tiene, pese a lo que se dice para engañarnos, nada de casual o de fatalista. Es ciudadano todo aquel que vive en un territorio, ya esté radicado en él por cientos de generaciones o haya venido hace poco de otro continente, ya comparta su cultura, ya la rechace o incluso la odie.

Y todo el que contradiga este estado de cosas, que viene desarrollándose en abierto desde principios del siglo XXI y , en realidad, desde poco más de una generación (que no es nada en términos históricos, pero sí lo es si se impone a la fuerza), es denostado con los peores epítetos: racista, xenófobo, nazi, populista, fascista, radical, integrista, antidemócrata… Nunca he entendido por qué querer preservar la propia casa y a la propia familia implica odiar a los vecinos o por que querer ser amigo o ayudar a éstos cuando vienen mal dadas, implica invitarles a vivir permanentemente en nuestro domicilio. Se puede admirar amar a los africanos o a los chinos y a su cultura, pongamos por caso, sin querer que millones de estos vengan a vivir a nuestro continente pues sería como mezclar agua y aceite, ambos buenos, pero inmiscibles. Dice el viejo refrán: cada uno en su casa y Dios en las de todos…

Baby boom, baby crunch, baby exchange

Sin embargo, repito, casi todos los líderes centrales europeos, que curiosamente no suelen tener hijos, se han posicionado claramente a favor de la inmigración como estrategia demográfica de recambio para Europa : si al baby boom sucedió el baby crunch ahora ha llegado el baby exchange. De las familias numerosas de verdad de hace medio siglo se pasó en un inaudito (por lo rápido históricamente) clima de propaganda y hedonismo a las uniones sin hijos y ahora a los hijos de familias extranjeras. Esto es lo más parecido que podemos encontrar a las conocidas causas de la caída de una Roma estéril ante los bárbaros que la habían ido ocupando paulatinamente.

Pero si en la mayoría de los países del norte se ha formado ya una oposición política en esta materia que ha llegado a ser el detonante real del BREXIT, en otros no. En España, a diferencia de otros países donde hay debate intelectual como Francia donde tenemos grandes escritores como Zemmour o Houllebeck que nos advierten sobre los riesgos que se ciernen sobre nosotros, todos los grandes partidos parlamentarios, sin excepción, están a favor de la inmigración masiva con base sobre supuestas necesidades económicas, vitales o de ayuda humanitaria.

¿Por qué entonces esta ansia de traer inmigrantes extranjeros tan distintos de nosotros que nunca se van a integrar, que en bastantes caos, no vienen a trabajar sino a vivir de la “sopa boba” que les dan los buenistas y nuestros querido líderes y que, desengañémonos, no van a pagar nuestras pensiones? (antes nos aplicarán a la fuerza una eutanasia que tan estúpidamente vamos a aprobar) ¿Por qué traer mano de obra de tan baja cualificación sin fomentar el empleo local ni dar a los nacionales sueldos dignos, permitiendo que nuestro mejores y más preparados jóvenes emigren? La mayor riqueza de un país es su población y su mayor bienestar y felicidad depende de la formación que se les da a sus jóvenes para que estos luego lo reviertan con el servicio y cuidado a sus mayores y a su nación. ¿Por qué entonces no fomentamos la natalidad en fuerte caída desde al menos hace 40 años? Cualquier profesor de demografía sabe que estos procesos si se abordan tarde son irreversible pero son lentos y se perciben con la suficiente antelación como para poder actuar en consecuencia. Y sin embargo , cuando ya el baby boom lógicamente causado por la carnicería de la Segunda Guerra Mundial había llegado a su fin, se continuó con la propaganda machacona en todos los Medios de la política “correcta” de los dos hijos como máximo por familia. ¿Por qué? ¿Y por qué se enmascaró esta disminución de población a largo plazo con unas cifras de estabilización de población artificiales gracias a la mayor longevidad y a la llegada por la puerta de atrás y durante décadas de inmigrantes cuando se podía haber vuelto a promocionar la natalidad? ¿Por qué ahora que se puede aún actuar ya que, gracias a la nueva robótica y a la mayor productividad, una disminución de la población no es necesariamente mortal, no se aborda este problema y se fomenta el rejuvenecimiento endógeno en lugar de decirnos como Macron que el problema no tiene solución y debemos traer población de fuera? Se habla ya de “decrecimiento económico sostenible” ¿Por qué no “decrecimiento de población sostenible”? ¿Se ha planteado alguien en serio porque debemos seguir creciendo a toda costa si resulta que por otra parte los mismos Medios nos dicen que no hay suficientes planetas para ello?

¿Falacias o justificaciones?

Veamos más en detalle las distintas posiciones políticas que justifican este fenómeno: Para la derecha (posiblemente incluida Merkel), los inmigrantes constituyen mano de obra barata y fácil de explotar, un nuevo proletariado;

Lo primero que te dirán los de izquierdas es que se trata de una compensación histórica por lo malos que fuimos explotando a estos pueblos durante el colonialismo (incluso a países que no tuvieron colonias). Se culpabiliza a la gente por el mero hecho de ser europeo. Se olvidan de que la poca civilización real que tenían la mayoría de estos pueblos y de que las únicas normas, transportes y lenguas que los unen fueron legados europeos pese a todos los abusos que se le puedan achacar a un Leopoldo de Bélgica o a un Rhodes. Pero nosotros no somos Leopoldo. También dicen los progresistas que tenemos que diluir nuestra etnia (la raza ya no existe y la palabra se ha proscrito excepto para los animales que todavía no se diferencian por “grupos étnicos”) y cultura por ser demasiado altanera. Y traer otras religiones porque somos laicos.. Olvidan que para ejercicios de modestia no nos hace falta autoflagelarnos ni esa que en Francia se llama “haïne de soi” (odio de sí mismo) ya que Europa ha pasado hace tiempo a ser una mera comparsa en el juego geoestratégico, donde casi todo se juega en el Pacifico. Europa es aun fuente de irradiación de cultura y motivo de envidia por un nivel de vida que todavía subsiste aunque nos estamos empeñando muy concienzudamente en demoler, pero ya no solo es un enano político sino también un enano económico. Y aquellos jugadores de talla mediana deben de empezar a darse cuenta que si no nos unimos serán muy insignificantes. Esperemos que también en el terreno simbólico, la reciente derrota y salida del mundial a manos de Corea del Sur haga reflexionar a los soberbios alemanes…

Asimismo, muchos de los que esgrimen todos estos absurdos y anacrónicos complejos de culpa añaden otro deber de retribución histórica ya que nosotros somos un continente de emigrantes y que se nos acogió cuando exportamos personas a causa de guerras y hambrunas. Esto es otro sofisma: los emigrantes europeos iban sin ningún tipo de protección social a trabajar durísimo (y el que no lo hacía simplemente desaparecía), marchaban a un continente en expansión y con muchos recursos naturales donde se requería abundantes recursos humanos, eran mano de obra normalmente muy solicitada por su bagaje técnico, cultural y ético, con frecuencia superior al local, se integraban bien por lengua y religión y deseaban ser uno más del país de acogida donde en muchos casos fueron grandes patriotas incluso en contra de los intereses sus respectivas madres patrias. La situación de la inmigración actual y potencial en

Europa no se parece en nada a la de los emigrantes europeos a América en los siglos XIX y XX. Y, además, muchas emigraciones a otros continentes fueron exiguas o con retorno. Los ingleses controlaban magistralmente la india con un puñado de unos pocos miles de funcionarios sin necesidad de emigrar hacia ella en masa y la mayoría retornaron a su patria. Y en Australia encontraron un continente prácticamente vacío.

La razón fundamental es, como siempre, aquella de la que no te hablan. Como decía hace poco Felipe González el socialismo político está moribundo y por eso sus retoños buscan nuevos nichos de votantes en minorías vocingleras que se imponen sorpresivamente a la mayoría pasiva y les dan una razón de ser como son el feminismo radical, el aborto, el combate de la islamofobia que paradójicamente se combina con la cristianofobia, la lucha contra la violencia de género, la ecología, la ideología de género y el apoyo al lobby LGTB, el inmigracionismo, etc. Parecen pocos, pero advirtamos que no lo son pues si se combinan muchas minorías pueden dar una mayoría y cambiar toda una sociedad. Sobre todo con la inmigración que, una vez que se les dé alegremente el voto ciudadano a todos los niveles como seguramente se hará, puede pasar en pocos años de minoría a mayoría dando en un principio nuevas victorias a una rediviva izquierda y dando de paso un demoledor giro de 180⁰ a toda nuestra sociedad que no va a ser precisamente muy proclive a tolerar ni el feminismo ni los temas de género, ni la libertad de opinión o religiosa…..

Entonces, ¿si no hay ninguna razón ni moral, ni económica, ni política, ni religiosa, ni tan siquiera demográfica o lógica para acoger y estimular este aluvión de barcos y pateras, de pseudo-refuguiados e inmigrantes que llegan masivamente por millones en esta última década por tierra, mar y aire hasta llevarnos a un enfrentamiento entre europeos que les quieren traer a toda costa y otros que no; si este movimiento, para alguien con cierta información y luces, no parece tener nada de espontaneo sino que más bien parece programado y suculentamente financiado , no ya por abstrusas mafias sino por bien engrasadas carteras de supuestos mecenas, por qué aceptamos que esté pasando todo esto tan aceleradamente? ¿Somos todos borregos, ciegos e imbéciles?

Conclusión: la nueva pirámide social

La tesis de este articulo, en resumen, es que precisamente aquellos que lideran políticamente los centros neurálgicos de la UE y que se llenan la boca diciéndose europeos son precisamente los encargados de destruir nuestra amada Europa. Y lo peor de todo es que este proceso deriva de un diseño inteligente y oculto pues como decía un alto responsable de inmigración de un gobierno europeo: “hay que sacar este asunto del debate público pues la gente no entiende y si se debate el tema en abierto y se le dan datos se puede hacer xenófoba”. Por datos se refería a las subvenciones que se dan a familia de inmigrantes para piso, escolaridad y RGI en muchos caso para no hacer nada (y, para los perceptores especialmente listos, cuadruplicando las pensiones mínimas de cotizantes pobres o de viudas o viudos), los índices de criminalidad entre la población inmigrante que generalmente triplican en proporción a los de la población autóctona, porcentaje que aumenta aún más en los delitos de género (pero no se dice y los cambios legislativos y en la carga probatoria que se amparan en estos crímenes afectan y lastran a todos los hombres con independencia de su origen), etc.

La mayor fractura que se plantea hoy en Europa no es entre izquierda y derecha (puesto que económica y políticamente casi ya no difieren en nada) o entre pobres y ricos (pues los ricos dominan todo) ni entre demócratas y totalitarios (pues la democracia en su forma actual ha degenerado en plutocracia y ésta sí que lo controla todo a nivel planetario) sino como ya hemos dicho entre “inmigracionistas” o “globalistas” e “identitarios” o “soberanistas” y de rebote entre Este y Oeste. Y los progresistas de todo pelaje, y quienes les dirigen, han desechado al Dios de nuestros antepasados, la Patria de nuestros padres, la Vida de nuestros descendientes y la Familia que nos protege y han encontrado en la inmigración una bandera de enganche potente: Para aquellos rebeldes sin causa que puedan engañar, pero sobre todo para los propios inmigrantes que vengan y sus descendientes con los que tal vez consigan que puedan sobrevivir ideologías totalemnte desacreditadas entre gente culta y próspera pero no para masas informes pobremente educadas. Los arquitectos de la pirámide solo quieren la piedra noble de sillería para la cúspide. Abajo, como soporte, la mampostería y la grava.

Les aseguro que si Senegal hubiera llegado a la final, yo hubiera apoyado a la selección de este bello país africano contra cualquiera europea por tratarse de un equipo atractivo, de pocos recursos y nuevo. Lo mismo celebré la “machada” de la simpática y luchadora Corea eliminando a la correosa Alemania.

Pero es difícil tener simpatía por esta selección francófona de mercenarios que nos quieren imponer como modelo.

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