Durante décadas, Suecia ha sido conocida como el destino favorito de los inmigrantes no europeos debido a políticas migratorias muy generosas. Pero ahora esa era parece estar llegando a su fin. El Ministerio de Justicia sueco ha anunciado que el país está en camino de registrar el menor número de solicitantes de asilo este año desde 1997, habiendo alcanzado ya la «emigración neta» por primera vez en medio siglo, lo que significa que en 2024 se marcharon más personas de las que llegaron.
Según las cifras de la Agencia Sueca de Migraciones recogidas por The European Conservative, en lo que va de 2024 se han registrado en el país sólo 5.600 solicitudes de asilo, lo que supone una caída del 27% en comparación con el mismo período del año pasado. Al mismo tiempo, la emigración creció más del 60%, especialmente entre las personas nacidas en Irak, Somalia y Siria, lo que se traduce en un «excedente» neto de salidas de alrededor de 5.700 personas.
«Los esfuerzos del Gobierno han dado resultados. El número de solicitudes de asilo parece ser históricamente bajo, los permisos de residencia relacionados con el asilo siguen disminuyendo y Suecia registra lo que se denomina una emigración neta por primera vez en 50 años. Esta evolución hacia una inmigración sostenible es necesaria para fortalecer la integración y reducir la exclusión social», ha asegurado la ministra de Migración, Maria Stenergard.
Lo que hace que este logro sea aún mayor es el hecho de que, en promedio, el número de solicitudes de asilo sigue siendo creciendo en toda la Unión Europea, lo que demuestra que la política interna tiene un papel mucho más importante en la incidencia de estas cifras que los factores externos. Además, la mayor parte de la emigración actual no involucra a la salida de nacidos en Suecia, es decir, no se está produciendo una «fuga de cerebros» como, por ejemplo, sucede en España —en 2023, 400.000 jóvenes se fueron del país en busca de «mejores oportunidades» laborales—.
El cambio en Suecia ha llegado tras las elecciones celebradas en 2022 en las que el sentimiento antiinmigratorio fue uno de los temas clave. El gobierno que resultó elegido, liderado por el Partido Moderado, en coalición con Demócratas Cristianos, Liberales y con el apoyo externo de los conservadores de Demócratas de Suecia, anunció el año pasado una revisión completa de su sistema de inmigración y asilo que endureció las condiciones que se pedían para conseguir la ciudadanía.
El gobierno también se centró en endurecer la legislación que, hasta entonces, permitía abusos en materia de inmigración laboral y reunificación familiar, incentivó los retornos voluntarios y aumentó las deportaciones de inmigrantes ilegales. Al mismo tiempo, facilitó la inmigración laboral para trabajadores altamente cualificados.
«Nos dieron un mandato muy claro para organizar la inmigración y, sobre todo, para combatir el crimen. Y eso es lo que trabajamos todos los días para entregarles a los votantes también», ha dicho Stenergard.