Vivimos bajo «emergencia climática» aunque no nos demos cuenta y salvar a la humanidad exige sacrificios, como tomar el té sin leche y sin galletas. Medida tan radical en Inglaterra la ha aprobado el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Nottingham, ciudad de más de 330.000 habitantes, situada en el centro del país y gobernado por los laboristas.
Desde finales de este mes, en las reuniones de los concejales y de los empleados sólo se servirán bebida y comida de origen vegetal. Al menos, y por ahora, se permite que quienes no quieren comer galletas de soja o de insectos puedan llevar las suyas.
La concejal Sam Lux, encargada del área para la reducción de las emisiones de carbono, dijo que esa prohibición respondía al «alto impacto en carbono de la carne y los productos lácteos». A partir del 30 de septiembre, «sólo tendremos catering interno a base de plantas». Además, la alcaldía hará promoción del veganismo: «También planificaremos una semana de promoción de alternativas a la leche láctea en octubre para que el personal pruebe la leche vegetal en sus bebidas de la cafetería, sustituyendo a todas las bebidas a menos que se solicite específicamente lo contrario”.
Un concejal de la oposición, Andrew Rule, dijo que la decisión se había aprobado «a toda prisa» y por la puerta de atrás. «No he visto ningún documento de consulta al respecto ni se ha votado en el pleno». Añadió que «va en contra de la libertad de elección».
Según publicó el diario Telegraph, la medida se originó en la presión de los activistas climáticos, que la presentaron como imprescindible para alcanzar el compromiso municipal de que Nottingham sea una ciudad neutra en emisiones de carbono en 2028. En 2019, empezó en el Reino Unido la fiebre de las declaraciones de emergencia climática por todos tipo de instituciones; en ese año, aprobaron las suyas el Parlamento nacional, el Parlamento escocés, la Asamblea de Irlanda del Norte y la asamblea de la colonia de Gibraltar. Ese mismo año también la aprobó el Congreso español con el respaldo del PSOE, PP, Podemos, PNV, Bildu, ERC; la única excepción fue VOX.
La activista Ruby Mucenieks, miembro de Plant-Based Councils, dirigió una carta al ayuntamiento en la que afirmó que «la ciencia está clara: la carne y los lácteos contribuyen en gran medida a las emergencias climáticas y ecológicas». Su asociación es una rama de Animal Rising, un grupo de protesta por los derechos de los animales, que a su vez está vinculado a Extinction Rebellion.
Extinction Rebellion apareció en 2018 y se dedica a promover la «justicia climática» y la alarma mediante acciones vandálicas como el bloqueo de carreteras y el deterioro de monumentos y obras de arte. Recibe el apoyo de varios científicos, artistas y abundantes izquierdistas, que han encontrado una manera de más efectiva de hacer la revolución que en vez de oponiéndose a los ricos.
En julio, el Ayuntamiento de Calderdale (más de 200.000 vecinos), se comprometió a introducir un servicio de restauración completamente vegano, y el Ayuntamiento de Dacorum (casi 160.000 habitantes) se comprometió a lo mismo para 2025. Nottingham es por ahora la mayor ciudad británica que ha aprobado la eliminación de alimentos de origen animal.
Seguramente, el movimiento proseguirá, ya que el lobby climático anima a sus activistas a reclamárselo a las autoridades locales, mientras que los defensores de la libertad y del sentido común, incluidos los representes de ganaderos, agricultores y comerciantes no participan en los debates y además siguen votando a los partidos que se pliegan a estas exigencias apocalípticas.
Lo irónico es que un estudio realizado en Suecia demuestra que una dieta vegetariana para los humanos reduce la emisión de CO2 sólo en un 2%.