«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
IMPONE UN RELATO FALAZ

El nulo rigor de los medios europeos tras la llegada de Petro al poder

Gustavo Petro y José Luis Rodríguez Zapatero durante su reunión en Madrid.
Gustavo Petro y José Luis Rodríguez Zapatero durante una reunión en Madrid.

Una ligera revisión de la cobertura del cambio de Gobierno en Colombia por parte de los medios europeos deja varias enseñanzas. Algunas ya suficientemente debatidas, como la ubicación ideológica de la mayoría de dichos medios del continente, que si no cojean por la izquierda, se entregan de lleno a ciertas agendas sin pudor alguno. La segunda enseñanza, en este caso, es la visión aún eurocéntrica y en ocasiones racista que la izquierda deja caer por los medios de comunicación que controla.

El titular fue casi calcado en la mayoría de los medios: «Primer presidente de izquierda asume el poder en Colombia». La afirmación, falsa por donde se vea, es la reiteración del relato según el cual Colombia ha estado gobernada por la infame derecha o ultraderecha, según cómo se encuentre el ánimo del editorialista de turno. Así, la llegada de Petro es el surgimiento de la izquierda en Colombia, que llega al poder para redimir al pueblo.

Nadie se detiene a revisar la historia. Porque la historia siempre desmiente a la propaganda.

Mentiras zurdas

Dejemos entonces la propaganda a un lado y vayamos directo a la historia. Lo primero que hay que decir es que Petro en efecto es un dirigente de izquierda. Eso tiene que quedar claro, por el bien de los ciudadanos de ese país. Porque a partir del momento en que asume el poder, todo lo malo que haga será descalificado por la izquierda internacional, que dirá que lo malo en realidad ocurre por resabios de la derecha, pues «es muy difícil cambiar un país de la noche a la mañana». Esto es la negación de lo dicho en campaña siempre, cuando se prometen cambios milagrosos que nunca ocurren. Cuando la izquierda fracasa, todos saben que se llega al mismo punto: a decir que eso no era izquierda. Porque fracasó. Y ellos siempre triunfan, claro está.

Luego de decir eso, debe entenderse el contexto colombiano. Un país que desde la independencia de España ha tenido solo dos partidos que han reglado la vida de su sociedad y que tienen bases sólidas, aunque han variado con el tiempo. El Partido Conservador, fundamentalmente fuerte en sus inicios en Cundinamarca y Boyacá, deriva de las posiciones de Bolívar en la etapa de la unificación de Venezuela, Ecuador y Nueva Granada. Eran conservadores quienes siguiendo la idea bolivariana, querían mantener la República de Colombia original.

El Partido Liberal, en cambio, tenia otras ideas y otros fines. También amarrados a un caudillo, Santander en este caso. Eran más fuertes en la zona de Bogotá y de lo que hoy es Santander. Debe aclararse que no fueron ni Bolívar ni Santander los fundadores del partido. Simplemente decimos que de los viejos partidarios de Bolívar surgió el conservadurismo y de los viejos partidarios de Santander surgió el bando liberal.

No hay manera de ver la política colombiana sin entender que todos los actores o han sido conservadores o han sido liberales. Así estén fuera de los partidos oficialmente, se habla de la «familia liberal» o de la «familia conservadora». Y si bien durante años ambos partidos fueron capaces incluso de irse a la guerra en cruentos conflictos civiles fratricidas, con el tiempo el asunto se convirtió en lo de siempre: en una concertación de clases para repartirse el poder. Esa es la verdad.

Pero un detalle: ya bien avanzado el siglo XX, el Partido Liberal decidió irse a la izquierda sin pudor alguno. Así, de su seno surgieron personajes como Gaitán o López Michelsen, como Eduardo Santos o Luis Carlos Galán. Y para mayor abundamiento, el Partido Liberal forma parte de la Internacional Socialista. ¿Hay partidos de derecha en la Internacional Socialista? Es una pregunta para los medios europeos, que seguramente no conocen este detalle.

Si conocieran eso, estarían perfectamente al tanto que Colombia ha tenido más de un presidente de izquierdas y puede demostrarse. Más que evidenciarlo, solo hay que verificarlo: César Gaviria presidió el país, después sirvió de respaldo al chavismo desde su cargo de Secretario General de la OEA y actualmente preside el partido, dándole respaldo parlamentario público a Petro. Su sucesor en el cargo fue Ernesto Samper, quien usó para su campaña los dineros del Cartel de Cali, tal y como se demostró en el llamado “Proceso 8000” que descubrió la trama, del que este personaje dijo que no tenía nada que ver y no se le saco de la presidencia. Pero hasta hoy EEUU le impide la entrada a ese país y el sujeto preside, sin ningún pudor, el instrumento chavista internacional llamado UNASUR.

¿Podría ser el Secretario General de UNASUR de derechas? Que lo responda la prensa europea.

Ni hablar de Juan Manuel Santos, el premio Nobel enterrador de la institucionalidad colombiana y que permitió el resurgimiento del poder del narcotráfico y empoderó a las FARC con un acuerdo de paz que rindió al Estado y a la Nación entera a las exigencias de los asesinos guerrilleros. Santos, castrista desde su más tierna edad, se ganó el premio Nobel de la Paz por esa iniciativa, de la cual la izquierda infame hizo fiesta. Dígame de usted de qué bando es Santos, visto lo ya resumido.

Las evidencias podrían ser mucho más estresantes para esos medios hundidos en la ignorancia y la manipulación si se enteran de que Piedad Córdoba, la senadora chavista que ahora apoya a Petro, también pertenece a la «familia liberal». Mucho peor podría irles si se enteran de que el denostado Álvaro Uribe también es liberal de origen.

Seguramente sería demasiado para ellos.

La superioridad al otro lado del Atlántico zurdo

Durante décadas, siglos más bien, la izquierda hispanoamericana se plantó desde posiciones nacionalistas y “anti imperialistas” contra Europa. He ahí otro problema para la izquierda internacional: desconocer que en Hispanoamérica, el nacionalismo es de izquierdas pues reivindica posiciones contra «el enemigo imperial! que es el coloso del norte, EEUU, y la propia Europa. En Europa, sobre todo en la época soviética, ser nacionalista era oponerse a la hegemonía comunista de la URSS. Dicho está, al otro lado del Atlántico es otra cosa.

El principal reclamo de sociólogos, politólogos y políticos hispanoamericanos en general era el eurocentrismo con el que se evaluaba Hispanoamérica. Pretendían los gobiernos europeos decidir cómo y hacia dónde debía caminar la región. Se le definía desde Europa, imponiéndole el concepto de “Latinoamérica” para borrar lo hispano o lo ibérico, buscando igualársele a italianos o rumanos por ser “latinos” y no hispano hablantes, obra de España y unidos de forma indivisible al país que la moldeó a su imagen y semejanza, diga lo que diga el transculturalismo infame francés o inglés.

Ahora, la izquierda europea, que dice estar del lado de la emancipación cultural que dice encabezar la izquierda hispanoamericana, ha decidido que son ellos quienes contarán la historia. Decidirán los Monederos y los Garzón quién es de izquierda y quién no lo es, a pesar de las evidencias. Levantarán el puño vitoreando a Francia Márquez por ser «la primera vicepresidenta negra» de Colombia, poniendo en tono racista y supremacista primero la raza que las capacidades, a lo Black Lives Matters.

Y así, queriendo ser los que marcan la distinción, terminan siendo igual a aquello que la izquierda hispanoamericana durante años dijo reclamar: promotores de la imposición de modelos ajenos a sus sociedades, siempre en desmedro de esos pueblos a los que dicen querer guiar.

La mentira es de izquierdas, es obvio.

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