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brasil inicia una investigación penal contra el dueño de 'x'

Elon Musk amenaza a Alexandre de Moraes con hacer públicas las órdenes de bloqueo y exige su dimisión

Elon Musk en "Atreju". Europa Press

El dueño de X, antes Twitter, Elon Musk, ha decidido ir a por todas en su lucha contra el juez brasileño Alexandre de Moraes y la censura que quiere imponer en la red social.

El domingo, el juez del Supremo Tribunal Federal anunció una investigación penal contra Musk por «difusión de desinformación, obstrucción a la Justicia» y por permitir que las personas a las que De Moraes había prohibido el acceso a X expresaran de forma libre sus opiniones.

«Estamos levantando todas las restricciones. Este juez ha aplicado multas masivas y ha amenazado con arrestar a nuestros empleados y cortar el acceso a X en Brasil», denunció Musk el domingo.

En respuesta, el magistrado brasileño, gran aliado y amigo del presidente brasileño, Lula da Silva, ha asegurado que multará a X con 20.000 dólares diarios por cada desbloqueo de una cuenta que hubiese sido objetivo de una de las órdenes de censura de este magistrado.

Sin embargo, no parece que esta amenaza haya amedrentado al también dueño de Tesla, que ha asegurado que hará públicas las órdenes de bloqueo emitidas por el juez brasileño e incluso ha pedido su dimisión. «Próximamente 𝕏 publicará todo lo exigido por @Alexandre y cómo esas solicitudes violan la ley brasileña. Este juez ha traicionado descarada y repetidamente la constitución y al pueblo de Brasil. Debería dimitir o ser acusado«, ha anunciado en su cuenta personal.

Para muchos analistas y periodistas el ataque de Brasil a X es un nuevo movimiento consecuencia del objetivo de la izquierda de censurar todo aquello que sea incómodo con el poder.

«Los acontecimientos de las últimas semanas dejan claro que Elon Musk es lo único que se interpone en el camino del totalitarismo global. Sin libertad de expresión, no puede haber democracia. Si X cae, debemos seguir luchando», ha pedido el periodista de investigación Michael Shellenberger, quien está siguiendo de cerca todo este asunto.

Para Shellenberger, tras el abandono de Mark Zuckerberg, propietario de Facebook, quien en 2020 cedió ante las presiones de ONGs, activistas, miembros del Partido Demócrata de Estados Unidos y anunciantes para terminar censurando la difusión de algunas noticias con la excusa de las fake news, sólo queda X.

«Hoy Facebook reprime activamente la difusión de noticias. Los principales medios de noticias corporativos nunca han sido tan corruptos y totalitarios. Con pocas excepciones, difunden propaganda gubernamental como política», añade en un vídeo que ha compartido en la red social.

Este periodista americano también señala a los gobiernos como cómplices necesarios de la aplicación de la censura. «El mes pasado, el Tribunal Supremo de Estados Unidos celebró una vista en la que los jueces dejaron claro que les parecía bien que el Gobierno estadounidense presionara a las redes sociales para que censuraran. El Gobierno escocés también ha puesto en marcha una ley para reprimir la llamada «incitación al odio», incluidos los chistes de humoristas. En Irlanda, el Gobierno quiere poder enviar a la Policía a los domicilios para registrar ordenadores y teléfonos en busca de «incitación al odio». En Canadá, el partido Liberal en el gobierno quiere poder enviar a prisión de por vida a personas por lo que hayan dicho. Y la Unión Europea ha facultado a un minúsculo grupo de burócratas para decidir lo que es verdadero y falso y ejercer la censura masiva«, ha enunciado.

Según investigaciones realizadas por este periodista junto a otros compañeros de profesión, organizaciones de Inteligencia gubernamentales están trabajando a través de ONGs para interferir en las elecciones difundiendo desinformación sobre candidatos políticos: «En otras palabras, los gobiernos exigen censura para proteger su capacidad de difundir desinformación«. Y ha recordado que lo mismo ocurre a través de las subvenciones que los Ejecutivos inyectan en los medios de comunicación. «El actual gobierno brasileño gasta 30 veces más que el anterior en publicidad en los medios de comunicación para difundir su desinformación», ha incidido.

En este contexto Musk representa un poderoso contrapeso contra el globalismo censor, motivo por el que está en el punto de mira desde que se supo que quería convertirse en el dueño de Twitter. Cuando finalmente compró la red social, la Administración Biden y el Partido Demócrata le declararon la guerra.

Varias agencias gubernamentales presentaron múltiples demandas contra Musk y sus empresas de forma muy similar a la guerra que el Gobierno brasileño está librando ahora contra X. «Lo que todo esto revela es que, hasta que Musk compró Twitter, no teníamos realmente libertad de expresión. El Gobierno estadounidense sentía que controlaba tanto los medios de comunicación corporativos como las empresas de redes sociales. En los Archivos de Twitter también hemos visto que el FBI orquestó una campaña de desinformación y censura para proteger a Joe Biden», asegura Shellenberger.

Mientras avanza el caso, Musk ha recomendado a los brasileños que usen una VPN (red privada virtual) para acceder a X como si lo hiciesen desde otro país y así sortear los bloqueos. También ha compartido un vídeo en el que se explica cómo hacerlo.

La guerra entre Musk y la Justicia brasileña se produce en un momento en el que el presidente del país trabaja para incrementar el control sobre las redes sociales. En diciembre, pidió una «regulación seria» de estas plataformas tras el presunto ataque de unos piratas informáticos a la cuenta de su esposa, Rosángela da Silva.

«La televisión tiene regulación, la radio tiene regulación… Entonces hay que crear una regulación para ese ciudadano que ni paga impuestos en Brasil. Todos ellos (controladores de las redes) son de Estados Unidos, ganan una fortuna, no pagan ningún impuesto, dicen lo que quieren y no obedecen ni siquiera las decisiones del Gobierno», criticó entonces. Muchos periodistas brasileños consideran que el supuesto hackeo de la cuenta de la mujer de Lula da Silva es una operación de falsa bandera cuyo objetivo es generar un clima político propicio para que el Gobierno saque adelante el proyecto de control de redes sociales.

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