«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Abierto el melón

Habiéndose filtrado ya lo sustancial no vamos a seguir con adivinanzas. Ahora todas muy fáciles conocido el resultado.

Cañizares no viene a Madrid. Después de llorar por todas las esquinas, pedir con una insistencia rayana hasta en la inconsideración volver a España, no sabiendo que hacer con él hubo que montar una carambola a tres bandas en vez de mandarle a freir espárragos que es lo que seguramente procedía. Estaba claro que para Madrid no daba la talla y desde el primer momento se le negó la que sería una salida digna tras su inoperancia como Prefecto de la Congregación para el Culto Divino. Negado Madrid, sublevada la peor Barcelona contra su posible aparición por aquellas tierras había pocas alternativas que ofrecerle pues era necasario dejar una vacante por el traslado de un arzobispo a Madrid. Y desde el primer momento se concluyó que sólo había tres posibilidades: Toledo, Valencia y Sevilla. Todas de trayectoria corta pues ninguno de ellos es joven. Tendríamos un pontificado madrileño de siete u ocho años, contada la prórroga, que contrastan con los veinte de Rouco como arzobispo de Madrid. 

Si fue Cañizares quien optó por Valencia, caballo grande, ande o no ande, creemos que se equivocó. Si se lo dieron hecho, se equivocaron otros. Cañizares es un bluff y se han dado cuenta hasta en Roma. No destacó para bien en ningún sitio por el que pasó y para mal en más de uno. Sus méritos intelectuales son escasísimos y los pastorales están por ver. Sólo cabe reconocerle que es amigo de sus amigos y para complacerles se pone todo por montera. Toledo la conoce, es una archidiócesis pequeña, fácil y dócil. Comprendo que no es agradable regresar derrotado al lugar de donde se partió pero con un poco de humildad se supera fácilmente el trance. Allí le iban a recibir bien, no pocos pensarían en aquello de mejor malo conocido que bueno por conocer, y podría esperar tranquilo la aceptación de la renuncia dentro de seis u ocho años. Valencia, en cambio, le va a superar con mucho. Aun siendo, como lo es, una diócesis que ha sido bien gobernada por sus obispos y por lo mismo poco problemática. Aunque taurinamente tiene fama de ser plaza poco exigente y de orejas fáciles, un mínimo de talla torera es necesaria y sinceramente creo que Cañizares no llega a ella. Y a estas alturas el espectáculo de los enanos toreros que hubo un tiempo que llenaba las plazas hoy no mueve a nadie.

La voluntad de colocar a Cañizares nos trae a Don Carlos Osoro a Madrid. Será su cuarta diócesis y sin duda la definitiva. En ella conseguirá, en el próximo consistorio o en el siguiente, el cardenalato y culminará una brillante carrera eclesial tras su paso por Orense, Oviedo y Valencia. Se encuentra con una megadiócesis, mayor que Valencia que también lo es, y bien podemos decir que es un eclesiástico con suerte pues se encontró con tres de los cuatro obispados a los que llegó en un estado excelente para lo que hay en España. Salvo Oviedo, Orense, Valencia y Madrid son un premio gordo de la lotería episcopal. Se va a encontrar con un problema, ciertamente secundario pero de importancia. Osoro no quiere obispos auxiliares. Tal vez porque se auxile solo. De los que tuvo se deshizo rápido y con el que no se deshizo no se entendió. Y va a heredar tres. Y no tres cualquieras. La Iglesia debería dar una salida digna a los auxiliares del cardenal Rouco pero no suele ser agradecida la Iglesia. Estoy seguro de que Don Carlos, aunque sólo fuera por deshacerse de ellos, propiciará una solución buena. Que seguro que, además, es lo que le pide el cuerpo.

Y lo de Don Celso Morga lo había dejado muy fácil. Aunque en España el coadjutor no sea figura común como en otros lugares. Lo fue Fernando Sebastián de Granada, en un nombramiento absurdo que el titular, pese a ser de escasísimos arranques, dejó bien claro que no quería coadjutor para nada y lo fue Asenjo en lo que fue una destitución anticipada del cardenal arzobispo de Sevilla. Y también se encargó Amigo de morir matando. Ahora ocurrirá por unos meses con Mérida-Badajoz. Creo que es un error el coadjutor impuesto. Que lo pasa fatal hasta que sucede. Otra cosa es el coadjutor pactado. Y en eso el todavia cardenal arzobispo de Madrid cometió un inmenso error. Que ahora le toca pagar.

Pues el próximo 28, jueves, Madrid y Valencia. Ya lo de Badajoz puede ser ese día o más tarde. Pero será. ¿Caerán también Barbastro-Monzón y Astorga? Pues ese día o a no mucho más tardar.

Y una vez más el secreto pontificio es una coña marinera. No hay acto más ridículo que convocar a los medios un día para anunciarles lo que todos saben de antemano por haberse publicado en infinidad de sitios. Hay algo que se debería corregir en los anuncios de los nombramientos episcopales. Porque, o tienen escasísmo interés, o es absurdo montar el tinglado para decirnos que Obama es el presidente de los Estados Unidos. O que Osoro será el nuevo arzobispo de Madrid.    

 

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