«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Al arzobispo electo de Madrid

Es usted un viento del Espíritu, un sueño de Dios y lo que quiera. Para mí, desde el día en el que tome posesión, será mi arzobispo, la persona que el Papa ha puesto para regir la Iglesia donde vivo. Por eso le quiero a usted santo, sabio, justo, misericordioso, inteligente, padre, bueno… Ya sé que es usted un hombre y que a esas distintas cualidades sólo se puede aproximar. Como mucho. Esperemos que sea bastante y no se quede lejísimos.

Nunca he tenido con usted, creo recordar, el menor contencioso hasta que le he visto, desde hace ya algún tiempo, poner su cara y su firma bajo las viñetas de Cortés. No sólo la suya pero también la suya. Vengo protestándolo sin el menor resultado. Pero soy inasequible al desaliento. Y su presencia en «eso», la suya y la de los otros, me parece tan desafortunada que no dudo de que algún día también se lo parecerá a usted. 

Para mí la situación se ha agravado. Antes comparecía usted, avalando de algún modo esos ataque a la Iglesia, blasfemias en ocasiones, como arzobispo de Valencia. Quiero mucho a esa región pero hasta podría decir: Ahí me las den todas. En Valencia. Pero ya es el arzobispo electo de Madrid en vísperas de convertirse en mi arzobispo. Y eso hace que me resulte todavía más desafortunada su presencia y su aval. 

Vea porejemplo la viñeta de hoy y piense, de verdad, si puede seguir ahí mientras existan esas viñetas tan «graciosas». Que, aunque lo disimule usted, son una patada en sus arzobispales cataplines. ¿Porque tiene usted cataplines, verdad?

Es muy bonito lo de que a usted no le sobra nadie, que quiere ser obispo de todos y la maravilloso que es el encuentro. Pero tampoco seamos esclavos de las palabras hermosas que no dicen nada. Usted querá ser el obispo de todos pero los hay que no le quieren como obispo. Ni a usted ni a ningún otro. Porque aborrecen a los obispos. Pues olvísese de un deseo utópico e imposible que no engaña ni a la galería. Y también es una tontería, perdóneme que se lo diga, señor arzobispo, lo del encuentro. El hecho de encontrarse por encontrase no tiene el menor sentido. Millones de personas se encuentran en el Metro y como si no. Uno se encuentra para algo si para algo vale el encuentro. Y no todos son arzobispales. El del Metro es un encuentro inútil e intrascendente. Se encuentran todos los días las chicas de alterne, vulgo pilinguis, y tampoco creo que eso sea lo que mi arzobispo, por ahora electo, proponga como pastoral. Tampoco me lo parece el que todas las semanas tiene con Cortés. Y comolo pienso, se lo digo. Con la mejor de las intenciones y el mayor de los afectos. Un arzobispo de Madrid no puede estar con Cortés. Y si está Cortés ahí quien no puede estar es usted.      

 

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