Se retransmitió desde la parroquia de Santa María Soledad Torres Acosta y San Pedro Poveda. En Las Tablas, Madrid.
Un muy querido y admirado amigo acuñó en Barcelona el término de parroquias germinantes. Tal vez arrimando algo el ascua a su sardina pero con una palabra repleta de verdad y de esperanza. Porque en aquel desierto había parroquias que germinaban, que crecían, que florecían. La diferencia con Madrid está en que lo que allí son excepciones escasísimas, en la capital de España se acercan a la tónica general. Y la de la misa de hoy es una de ellas. Una más entre muchas ya.
Todo comenzó, como en tantas otras, en un barracón. Hasta que la unión de un párroco y unos fieles deciden levantar un templo. Con todo lo que ello significa. Y no sólo en euros. También en representación. Ésta también parece una iglesia. Como la mía de Caná. Y no es una nimiedad.
La aventura de levantar un templo no es una nadería. Implica mil cálculos, muchísimas más preocupaciones en el pobre párroco al que no han echado sobre sus hombros sólo a unos fieles sino también construir una iglesia, noches sin dormir e innumerables cuestiones con el arquitecto, el aparejador e incluso los fieles. Los gastos siempre se disparan y las colectas no suelen. Nunca he sido cura y me limito a suposiciones. Pero estoy seguro de que han tenido mil promesas que luego nunca llegaron. Aunque también habrán tenido llegadas que no habían previsto. Que la providencia es así. Tal vez para que no confiemos en nosotros. Te da palos que te dejan temblando y acude cuando menos te lo esperabas.
Mi parroquia hace tiempo que la pagamos. Y fue muchísimo. El párroco, que es más listo que el hambre, en ello fue de una honestidad total. Un día nos dijo a todos, en las misas, que ya habíamos pagado nuestra iglesia. En un tiempo verdaderamente record. Ya no se debía ni un euro. También nos animó a seguir siendo generosos pues la Iglesia, no su iglesia ni nuestra iglesia, tenía mil necesidades. A Caná seguro que le sobra muchísimo, Pero todos tenemos clarísimo que no somos de Caná sino de la Iglesia en Caná. Y aunque nunca me he metido en las cuentas de la parroquia no me cabe la menor duda de que está auxiliando de modo notable a la archidiócesis y a sus necesidades. E incluso a la Iglesia universal. Todos los años celebra la parroquia un mercadillo para ayudar a peticiones del Tercer Mundo. Este año nos dijeron que se recaudaron más de 50.000 euros. Sólo en él.
Y hay un mérito más en los curas que levantan una iglesia. Tienen clarísimo que no es su casa. Los fieles levantamos la nuestra. Ellos sólo lo que les toca mientras están allí. Antes o después irán a otro sitio. Con iglesia o sólo con barracón. Es una labor admirable que los fieles deberíamos reconocer. Nada de lo construido es para ellos en propiedad. Todo es entrega.
En Las Tablas han levantado quienes allí viven, y su párroco, un hermoso templo. Que ahí se va a quedar aunque mañana manden al párroco a otro sitio. Mejor o peor. Que todo cabe. Aquí se lo podrán pagar bien o mal. Dios Nuestro Señor es buen pagador. Y dará, aquí es posible, allá es seguro, el ciento por uno.
Hermoso templo el de Las Tablas. Un Descendimiento muy bello en el ábside. Y Santa María Soledad y San Pedro Poveda como oferentes. Y una imagen de San Juan Pablo II en un lateral. Tal como le recordamos. Me encantó verle. El sagrario no está en el centro pero inmediatamente al lado. Y también bonito. Todos los fieles que acudan al templo lo ven ante ellos.
La misa, concelebrada por el párroco y dos sacerdotes, seguramente vicarios parroquiales, dignísima. La homilía muy bien auque la Santísima Trinidad pueda ser complicada. La hizo de nota. La iglesia, amplia, llena. Y aquí una alusión a quienes se empeñan en el Blog en señalar el vacío de las misas. U ocupadas por ancianos cuasi terminales. Vean esa. Muchísimos niños, jóvenes, varones de no mucha edad… Casi eran excepción los ancianos.
La oración de los fieles la propusieron muchos jóvenes. Y sólo jovenes. Acierto, uno más, del párroco. El coro también muy juvenil. Al menos entre las mujeres. Cantaron muy bien y muchísimno en latín. Ni una guitarra. Sólo un armonio que me parece mucho mejor. Voy a ponerles un pero. Hicieron el Cerca de ti Señor demasiado largo. Pienso que el cántico de comunión debe concluir cuando aquella acabe. No tiene sentido cinco minutos más, o casi, para oír lo bien que cantan.
No había reclinatorios para comulgar pero sí una barra que casi cerraba el acceso al presbiterio. Y que el párroco recorría administrando la comunión. Muchas de ellas en la boca. Muchas. Y algunos se arrodillaron para recibirla. Aunque contadísimos.
Pues, lo dicho. Hermosa mísa, hermosa iglesia y mi felicitación al párroco que creo no es osado decir que algo habrá tenido que ver en todo ello.
Y todavía algo más. Si todas esas parroquias madrileñas, verdaderamente germinantes, atendidas ministerialmente por varios sacerdotes, tuvieran incluso más consagrados que las atendieran, la cosecha sería ubérrima. Los fieles responden a los sacerdotes que se les entregan. Como sacerdotes. Lo de que nos demos a un perroflauta pues ya como que no. Y todavía los hay.
Tenos un arzobispo verdaderamente malvado. Encarna todo lo peor de la Iglesia. Se «jartan» de repetírnoslo a diario lo lo peor del mundo eclesial. Pues hoy creo que ninguna diócesis española, tal vez casi ninguna, esté mejor que Madrid. Algo tendrá que ver en ello el cardenal Rouco. Digo yo. No es posible que tan demoníaco ser tenga tan buenos curas y tantas buenas parroquias. Dios quiera que todos los obispos de España sean por lo menos como Rouco. Y si le superaran, todavía mejor. Yo no tengo con el cardenal de Madrid la menor relación. Le habré saludado como muchos, no creo que llegue a diez veces. Y lleva veinte años siendo mi arzobispo. Jamás tuve una conversación con él que superara el minuto. Como mucho, dos. Y no creo que llegara a tanto. Pero, vistos los resultados de su pontificado, ojalá la Iglesia en España se llenara de Roucos. Hasta de Rouquiños.
Y una conclusión verdaderamente anecdótica. Ayer celebró una misa, a la que asistí gozosamente, un sacerdote que me causó excelente impresión. Hoy le he visto en el presbiterio de la misa que comento. Con sorpresa, porque vaya si no hay curas en Madrid, y con alegría. Algo habrá tenido que ver usted en que la parroquia cause tan buena impresión.
Estamos en días de copia y pega, Pues es muy fácil. A copiar.