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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La sucesión de Barbastro y Lérida en un periódico aragonés

http://www.heraldo.es/noticias/aragon/2014/09/17/los_relevos_los_obispos_barbastro_lerida_son_inminentes_tras_jubilacion_310498_300.html

La cuestión es importante para el periódico aragonés pues la devolución de los bienes de la Franja a los que Lérida y sus obispos se han opuesto desde la integración de las parroquias antes leridanas en Barbastro-Monzón es treclamación permanente de Aragón que cuenta además con el respalado de la Santa Sede cuando declaró que esos bienes eran aragoneses.

Para Barbastro-Monzón el periódico indica como posible un párroco de Zaragoza del que no da el nombre. Si así fuere sería un alivio pensar que ni Satué ni Altemir serían los designados. El tapado podrá ser igual de malo pero no peor. 

En Lérida ya da nombres. Los de quienes hoy rigen Solsona e Ibiza. El solsonés podría ser una buena opción pues permitiría la unión de los diócesis de Solsona y Lérida, bien haciendo de las dos una, Lérida-Solsona o unidas sólo in persona episcopi, como lo están hoy Huesca y Jaca. El inconveniente, ciertamente grave, es que el obispo de Solsona es un mentecato, empeñado además en demostrarlo en cuanta osasión se le presenta. La candidatura del obispo de Ibiza no presenta problemas graves salvo el de que es valenciano y estos han dado pésimo resultado en Cataluña. Pero tal vez Don Vicente Juan rompiera con eso que parece un maleficio.

Señala otra posibilidad el periódico en mi opinión muy inteligente aunque seguramente por ello será descartada. Nombrar un administrador apostólico con mandato de concluir lo antes posible la impresentable retención de bienes ajenos y cuando esto estuviera concluido proceder a nombrar el obispo definitivo que no se habría quemado ante sus feligreses con la entrega de los bienes en cuestión. Eso se intentó en su día con la administración apostólica del obispo de Tortosa pero Salinas fue un fiasco. Y no supo o más bien no quiso. Era obispo de otra diócesis catalana y no tuvo la menor intención de inmolarse en un asunto que le traía sin cuidado. 

Es evidente que si lo quieren resolver de ese modo no pueden contar con ninguno de los obispos de Cataluña salvo que aseguren al designado que una vez concluida la operación tenía asegurada otra diócesis en España. E incluso así igual no se fiaba el designado. Que la Iglesia no siempre cumple sus promesas.

 

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