Porque eso es engañar.
Un digital español nos dice hoy que «El Papa Francisco opta por un cambio de formas y talante en la Iglesia española». Pues el cambio, sin duda radical, es traernos a puestos eclesiales distintos a dos obispos con más carrera que la Chelito. Uno obispo de Orense y arzobispo de Oviedo y de Valencia y otro obispo de Ávila y arzobispo d Granada y de Toledo. Y ambos vicepresidentes de la Conferencia Episcopal, miembros muchos años del Comité Ejecutivo y antes de la Permanente y los dos archiconocidísimos en España. Además, como es lógico tras tan amplia carrera, los dos muy próximos a ser septuagenarios. A uno le falta medio año y al otro uno y un mes.
Los dos también, al menos hasta hoy, de notorio talante conservador. Así que ya me dirán donde está el cambio de talante y de formas en la Iglesia española.
Entendería perfectamente unos titulares que despidieran al cardenal arzobispo de Madrid señalando que se va una persona, por imperativo de la edad y no por otros motivos, que ha mandado mucho en su diócesis y en la Iglesia española después de veinte años al frente del arzobispado de la capital de España, de doce como presidente de la Conferencia episcopal y de no sé cuantos como miembro de la Congregación para los obispos. Cargos que ejerció con mando en plaza. Y con decisiones discutibles en ocasiones. No pocos obispos le deben a él su nombramiento o sus posteriores ascensos y a veces con notorios errores. Seguramente los dos del cambio actual habrán contado en alguna ocasión con el beneplácito rouquiano.
Cada uno, además, tiene sus características temperamentales. En eso sí que habrá cambios pues Osoro no es Rouco ni Cañizares Osoro. Pero ese cambio se da siempre que una persona sustituye a otra. No creo que quienes profetizan el gran cambio se refieran a esa obviedad. Es otra cosa la que tienen en mente. Dados los antecedentes de los recién nombrados pienso que el futurible con el que sueñan no se producirá. No veo a Osoro ni a Cañizares, en Madrid o en Valencia, aboliendo el celibato clerical, ordenando a mujeres, casando a homosexuales, llamando a la comunión a los divorciados… Porque si ese fuera su pensamiento, qué callado lo tenían.