«Nadie puede negar los esfuerzos del actual primer ministro Al Abadi, que ha logrado recuperar las tierras que Irak perdió durante el período del (exprimer ministro) Nuri al Maliki», dice el analista político Sabah al Sheij.
La expulsión del grupo terrorista Estado Islámico (EI) de Irak el año pasado ha supuesto una mejora notable de la situación de seguridad, pero la inseguridad continúa presente en el país que este sábado celebra elecciones parlamentarias.
El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, líder de la coalición «Al Nasr» pretende sacar rédito electoral a la victoria militar contra el EI, que en 2014 controlaba casi la mitad del país y que a finales del año pasado perdió sus últimos dominios.
«Nadie puede negar los esfuerzos del actual primer ministro Al Abadi, que ha logrado recuperar las tierras que Irak perdió durante el período del (exprimer ministro) Nuri al Maliki», dice el analista político Sabah al Sheij.
Al Sheij agrega que Al Abadi también se granjeó apoyos por la dura reacción de Bagdad ante la crisis desatada con la región autónoma del Kurdistán iraquí, tras la celebración de un referéndum de independencia el pasado septiembre.
La victoria contra el EI y la recuperación de zonas que estaban bajo el control de la región kurda, como la ciudad de Kirkuk, rica en petróleo, «contribuyeron a la estabilidad y mejoraron la situación de seguridad».
Sin embargo, los atentados en Bagdad y otras partes del país tras la derrota del EI han empañado el sabor de la victoria y siguen suponiendo un reto para la seguridad.
Los yihadistas amenazaron con perpetrar ataques durante la campaña y las elecciones y anoche el candidato parlamentario Faruq al Yaburi que se presentaba a las elecciones del próximo 12 de mayo por la lista encabezada por el vicepresidente iraquí, Iyad Alaui, fue asesinado en su casa al sur de la ciudad de Mosul (norte) por hombres armados desconocidos.
Además, otros siete candidatos han sido blanco de intentos de asesinato en diferentes partes de Irak.
Al Sheij, sin embargo, resta importancia a estas agresiones y opina que «los rivales de Al Abadi intentarán perturbar la atmósfera positiva tratando de llevar a cabo una explosión aquí o allá, o de aprovechar los ataques de la organización extremista para manchar la imagen de Al Abadi».
Asimismo, otro de los peligros que podrían amenazar la estabilidad es la propagación de armas entre la población civil y la proliferación de milicias que se formaron para luchar contra el EI.
Estos grupos armados pretenden también sacar partido político a su implicación en la guerra, como es el caso del líder de la Organización Badr, Hadi al Amiri que ha pasado de luchar contra los yihadistas a encabezar una alianza política para las elecciones.
Más allá de la inseguridad, la corrupción se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de los iraquíes y en uno de los principales desafíos del Gobierno, que ha incumplido sus promesas de erradicarla de todas las instituciones.
«La corrupción no es menos peligrosa que el terrorismo, es un rasgo del trabajo gubernamental en los últimos 15 años. Lo cual afecta a todos los aspectos de la vida en el país», dice a Efe el analista político Nazem al Yaburi.
Las elecciones del próximo día 12 «son las más importantes en la historia de Irak después del derrocamiento del régimen de Sadam, porque tras la eliminación del EI, va a comenzar una nueva fase», agregó.
Para Al Yaburi en la nueva etapa que empieza se debe «aprovechar la unidad de los iraquíes contra el terrorismo o se volverá al sectarismo y a la violencia que ha causado la pérdida de miles de vidas de iraquíes».