El presidente del comité organizador del Mundial de Catar, Nasser Al-Khater, ha asegurado que llevar banderas con los colores LGTBI durante la celebración de este evento en el país se castiga con entre siete y 11 años de cárcel. «Estamos en un país islámico, se debe respetar nuestra religión, creencias y cultura», ha señalado.
Al-Khater ya aseguró hace unos meses que «la homosexualidad no está permitida». «La seguridad de cada aficionado es de suma importancia para nosotros, pero las demostraciones públicas de afecto están mal vistas, no es parte de nuestra cultura y eso se aplica a todos (…). Pedimos a los aficionados que respeten, así como nosotros respetamos las diferentes culturas», agregó.
Así, el pasado mes de abril, el director de seguridad del Mundial de Qatar, Abdulaziz Abdullah Al-Ansari, reiteró que se arrebatarán las banderas LGTBI «por seguridad». «Si un aficionado alza la bandera con el arcoíris y se la quito no será para insultarlo, sino para protegerlo. Alguien podría atacarle», aseveró.
Catar es un país señalado por las violaciones de derechos humanos, que persigue a las mujeres (sometidas al hombre) y a los homosexuales, en el que obtener una beca o un permiso para contraer matrimonio es imposible para una mujer si no cuenta con el beneplácito de un hombre, que generalmente es su padre, hermano o abuelo si es soltera, o su marido si está casada, y en el que las mujeres solteras menores de 25 años no pueden salir del país sin permiso masculino.
El emirato ha sido retratado por distintas ONG por su falta de claridad y transparencia ante las muertes (más de 6.500, según una investigación de The Guardian publicada en febrero del año 2021) en la construcción de estadios para el Mundial de Fútbol que se celebrará a partir del próximo mes de noviembre.