«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

A contarlo

5 de diciembre de 2022

«A contarlo». Esta fue la respuesta que dio Luis Miguel Dominguín a Ava Gardner cuando la diva, tras compartir por primera vez el lecho amatorio, preguntó al torero que a dónde iba. Con mucho menos encanto que el que caracterizó aquellos días de interminables juergas protagonizadas por las estrellas de Hollywood que desembarcaron en España en plena Guerra Fría para participar en la guerra cultural de bloques, el indiscreto testigo del diestro lo ha tomado Gabriel Rufián, al revelar lo que todo el mundo suponía: que empleó los Presupuestos Generales del Estado como «palanca de fuerza» para exigir a Sánchez la eliminación del delito de sedición.

Todo parece indicar que (…) el siguiente paso será la modificación del delito de malversación

La confesión de Rufián, que desvela los turbios manejos del Gobierno con los golpistas, se ha producido apenas una semana antes de que venza el plazo de presentación de las enmiendas al articulado del nuevo delito de desórdenes públicos agravados. Todo parece indicar que, dentro de la estrategia de entreguismo a los sediciosos, el siguiente paso será la modificación del delito de malversación, cambio que beneficiaría tanto a ERC como al PSOE, que tiene en la antesala del presidio a Griñán, a quien las terminales mediáticas afectas a Ferraz han tratado de blanquear aduciendo que no se quedó con un dinero decisivo para perpetuar el poder socialista en la tierra de la que surgió el Clan de la tortilla. 

Las nada sorprendentes palabras de Rufián han sucedido a un incidente parlamentario protagonizado por Patricia Rueda, a la cual le fue retirada la palabra después de que llamara «filoterroristas» a los muy prioritarios socios, en concreto los de EH Bildu, de Pedro Sánchez. Si en el caso de Rufián, el desvelamiento de las maniobras negociadoras se ha producido una vez logrado un primer éxito, en el de EH Bildu, en cuya estructura están integrados no solo filoetarras sino individuos que han militado en ETA, las cosas han ocurrido al revés. En efecto, hace más de un año, El Gordo, que con ese nombre militó Arnaldo Otegui en la organización terrorista, dijo: «Tenemos a 200 presos en la cárcel y si para sacarlos hay que votar los Presupuestos, pues los votamos». Unos presos que, evidentemente, no son delincuentes comunes, sino reclusos condenados por delitos relacionados con las actividades de la banda del hacha y la serpiente. Teniendo en cuenta estos datos, hay algo más que filia entre la marca que sucedió a Batasuna y ETA. 

Envueltos en ropajes más adecuados que la capucha y la boina, prendas ya innecesarias, pues en las instituciones siempre hallarán a un Rodríguez Gómez de Celis que les defienda, los batasunos avanzan en su proyecto y se ufanan de sus victorias. La última de ellas, la expulsión de la Guardia Civil de Navarra, región imprescindible para la configuración de Euskal Herria y ámbito de expansión de EH Bildu y su red de apoyo, cuyo crecimiento acaso termine por hacer retroceder al PNV a sus originales quicios: Vizcaya.

Envueltos en ropajes más adecuados que la capucha y la boina (…), los batasunos avanzan en su proyecto y se ufanan de sus victorias

Víctimas del fundamentalismo democrático, ese que predica que toda opción es válida en ausencia de violencia, presuponiendo que un proyecto de secesión no es violento en sí mismo, la gran mayoría del arco parlamentario asume con naturalidad, siempre que el asunto se lleve por los cauces del diálogo, los planes del partido filoetarra al cual Sánchez llegó a dar el pésame por la muerte de un preso… etarra. Corren tiempos de censura institucional -María José Rodríguez de Millán y Javier Cortés la han padecido recientemente- y de un inequívoco empeño en ahogar cualquier voz que vaya en contra de estos facciosos. Muchos son los intereses involucrados en esta estrategia censora, sin embargo, no faltarán voces, entre ellas la mía, que, emulando a Dominguín, aunque en un contexto mucho menos erótico, estén dispuestas «a contarlo».

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