Si aprieta el calor, sacamos las sillas a la calle y arreglamos España al fresco. Toda la vida se ha hecho así. Cruzar con el coche pueblos de Castilla es también corresponder a los saludos que desde las cancelas de las casas nos dirigen amablemente los lugareños y aceptar pronósticos sobre tu identidad. ¿Quién será este del Megane…? Yo creo que le hemos visto otras veces en san Miguel del Arroyo… Sobre esto escribía Carlos Esteban en estas páginas al hilo de un tuit de la Policía Local de Santa Fe (Granada) del martes 4 de junio advirtiendo de posibles multas para los incumplidores.
Por eso es de agradecer el gesto gallardo del domingo pasado del PP de desafiar las injustas normativas municipales y decidirse sacar las sillas a la calle en la Plaza España. Y allí se plantaron con las sillas de tijera casi a las puertas de la vecina sede del PSOE, para sentarse a arreglar España lamentando que desde la casa del PSOE ya no vengan a las tertulias la vecinas que venía antes. Que una de las que baja ahora es una chula y una desagradable, con un marido que es un jeta y un hermano músico al que ha tenido que colocar. Que las de antes, que eran andaluzas principalmente, eran mucho mas majas. Que cuánto se las necesita, que nada que ver con las de ahora, y que sí que las liaban… pero sentían mucho el pueblo.
Los hijos de esas señoras del PP frecuentemente no las acompañan en esos vermús-protesta de tono boomer, de celebración de la Constitución, vivas al Rey y recuerdos a la Transición, con música de jarcha y el Por ella de José Manuel Soto dedicado a Ayuso. No van porque sus madres no sólo echan de menos a su complemento socialista, sino que también se resignan a un partido que promueve que entren en España y hagan las calles suyas vecinos de otras tierras que las ocupaban estos días para celebrar la fiesta del cordero.
Lo hacen en Ceuta con todas las bendiciones de ese partido del vermú, mientras las degollaciones de corderos, necesarias para esas fiestas, sufren restricciones en Marruecos. La Oficina de Asuntos Religiosos de Barcelona describe así el rito que configura la fiesta del sacrificio: «La Fiesta del Cordero o Eid Al Adha consiste en un baño ritual completo (gusl), una pequeña oración con sermón comunitario por la mañana, a poder ser mejor al aire libre, seguida opcionalmente (sunna) por el sacrificio de un cordero llevado a cabo por el cabeza de familia. El sacrificio del cordero hace memoria a la fidelidad y sacrificio que el profeta Abraham (Ibrâhîm por los musulmanes) hizo de su hijo».
Esos hijos ven en cambio que viven peor que sus madres por culpa de un sistema que les ha decepcionado. No aceptan los marcos boomers. No confían en un partido que se abstiene en Castilla y León para que el PSOE saque adelante su veneno trans, rechazan la incoherencia de tender la mano al PSOE en la conferencia de presidentes mientras sobreactúa con indignación sacando sillas a la calle dos días después de los abrazos a los mafiosos. Los jóvenes españoles sacan su verdadera indignación de Moncloa a Ferraz, con megáfono o Rosario. Responden al ideal de juventud que un día escribió en un soneto Utrera Molina: Camino para andar, pulso anhelante/ El corazón arriba y por delante/Y una canción al sol de una quimera
El joven español de cualquier edad no se sienta a esperar una moción de confianza de los enemigos de España. Está en pie, en la calle, que está para la fiesta de los leones. Lo demás es celebrar la fiesta del cordero o que los corderos salgan de fiesta, vermú y charlita.