Ediciones Encuentro acaba de publicar hace pocos días Sobre el Islam, de Rémi Brague, profesor emérito de Filosofía Medieval en la Universidad de la Sorbona y galardonado, en 2012, con el premio Ratzinger. Se trata de uno de los humanistas más importantes de la Europa de nuestro tiempo y su libro no puede llegar en un momento más oportuno.
En efecto, la actual hora de Europa y de España impone una reflexión sobre el islam y su presencia hoy en el continente tanto a través de la inmigración como de los conversos. Desde la imposición de normas de corrección política —por ejemplo, las instrucciones para evitar mencionar la Navidad— hasta los atentados yihadistas que cada cierto tiempo siembran el terror, el islam obliga a plantearse una reflexión crítica acerca de su doctrina y su Derecho, su expansión a través de las conquistas, la Yihad, el sentido islámico de tolerancia y otros muchos asuntos que afectan no sólo a la vida religiosa, sino a la convivencia y la conformación de nuestras sociedades. Sirva sólo como ejemplo el examen que hace de las distintas acepciones del término «islam»: una actitud hacia Dios, una religión, una civilización y unas poblaciones. Brague se une al procedimiento de escribir «islam», con minúscula, para referirse a la religión e «Islam», con mayúscula, para designar la civilización. Con mayúscula viene, por cierto, en el título. Abundan este tipo de distinciones, matices y precisiones.
En este sentido, el libro de Rémi Brague resulta una obra interesantísima. Estructurado en 14 capítulos con un prólogo, un epílogo y una generosísima y actualizada bibliografía, no hay tema que deje de lado. Aunando el rigor universitario —la mayoría de las citas no se refieren sólo a fuentes doctrinales islámicas sino también a bibliografía universitaria sobre ellas— con un evidente afán divulgativo, el profesor formula una crítica respetuosa y matizada a algunas de las cosas que suelen decirse sobre el islam.
Por ejemplo, es interesante el análisis de la tolerancia islámica a partir de la noción de minoría. Frente a la noción de minoría como grupo menor en comparación con otro mayor, Brague se centra en la idea de minoría considerado como «grupo menor de edad», es decir, «sujetos de segunda fila» o «inferior en estatututo». Este segundo sentido resulta iluminador para comprender cómo pudo conquistar, sobrevivir y expandirse el islam entre poblaciones que, en términos numéricos, eran mucho mayores que la musulmana. Piénsese, por ejemplo, en el dominio islámico de la India, donde los musulmanes gobiernan como minoría religiosa una inmensa masa de súbditos que no ha abrazado el islam.
Este modelo de «tolerancia» de una minoría respecto de una mayoría se ilumina con el estudio que Brague hace de la violencia y otros instrumentos de dominación en el islam. En este sentido, el capítulo XI sobre los «medios pacientes» resulta inquietante. Al uso del terror, que ya aparece en la propia vida del Profeta («la vida del fundador contiene ejemplos en los que el terror real o posible hasta la sola determinación de los adeptos basta para llegar a la sumisión») se suman otras causas de la conversión como la presión social, la política fiscal —que implica la imposición de un tributo a los no musulmanes que es, al mismo tiempo, una carga y una humillación— y lo que Brague llama «las cunas», es decir, «la intención de ganar en número a las demás comunidades». Brague cita un hadiz del Profeta que dice «Casaos y multiplicaos, pues por vosotros yo rivalizaré con las naciones […] en el día de la resurrección e incluso por los abortos». Añade el autor del libro que «la cantidad en la primogenitura puede bastar por sí misma para asegurar la superioridad de un grupo por la simple presión del número».
Lejos de dar pábulo a teorías de la conspiración, Rémi Brague ha escrito un libro necesario para la reflexión acerca del islam —en su doble acepción de religión y de civilización inspirada por ella— que los europeos hemos de afrontar. No tiene sentido cerrar los ojos a la transformación que nuestras sociedades están experimentando a ambos lados del Atlántico. En el fondo, hay todo un debate en torno a la identidad europea del cual forma parte la presencia histórica y actual del islam en nuestro continente.