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el papa polaco se enfrentó al comunismo con determinación

Algunas lecciones de San Juan Pablo II a todos nosotros (especialmente a los ateos)

Estatua de San Juan Pablo II.

La Iglesia Católica celebra hoy la festividad de San Juan Pablo II. Papa universal del cambio de milenio, este santo fue maestro de esperanza en tiempos convulsos. Venerado por los fieles católicos y admirado por millones de personas, su vida deja cinco lecciones que todos —y especialmente los ateos— deberíamos tener en cuenta.

Karol Wojtyla nació en 1920 en Wadovice, cerca de Cracovia. En sus primeros años de vida, experimentó la pérdida de su madre y sus dos hermanos. El joven Wojtyla vivió su infancia con la compañía de su padre, con quien siempre estuvo muy unido. Fue él quien le transmitió la fe y de él aprendió la paternidad cariñosa que años más tarde tendría con la Iglesia. Primero bajo la dictadura nazi y después bajo el régimen totalitario del comunismo, Karol mantuvo su fe.

El sucesor de Pedro trabajó primero en una mina, mientras alegraba sus semanas participando en un grupo de teatro. (Aquí es necesario recordar los momentos vividos entre Juan Pablo II y el payaso Poole, un católico español que casi tira al Papa de la silla con su risa). Amante de la cultura y del deporte, descubrió su vocación en las lecturas y en la naturaleza. Primero sacerdote en Polonia, después estudiante romano y poco tiempo más tarde obispo auxiliar de Cracovia. Su inquietud intelectual le llevó a desempeñar un papel fundamental en el Concilio Vaticano II —su influencia se aprecia en el documento Gaudium et Spes—.

Con 47 años y una sonrisa imborrable fue creado cardenal por el Papa Pablo VI y pocos años después participó en el cónclave que eligió a Juan Pablo I. 33 días después de la fumata blanca la Iglesia celebró otro cónclave, en el que Karol Wojtyla fue elegido como Juan Pablo II. Ya desde la sede petrina aquel joven polaco, tímido pero audaz, dejó al mundo un legado digno de ser recordado.

1. La virtud de la alegría: San Juan Pablo II fue el Papa de la alegría. Su carisma arrollador, manifestado a veces con un torrente de voz y otras con una media sonrisa, es una lección para todos nosotros. Durante 26 años de servicio a la Iglesia, en un papado longevo y costoso, no perdió la virtud de la alegría.

2. Firmeza frente al comunismo: San Juan Pablo II desempeñó un papel significativo en la caída del comunismo en Europa del Este. Con la conciencia de un polaco, su firme oposición al comunismo se manifestó en el apoyo de la Iglesia a los movimientos democráticos y sus visitas a su Polonia natal inspiraron a la resistencia de muchos opositores. El mundo recuerda el “Ich bin ein berliner” de Kennedy, pero en los corazones anticomunistas resonó el “no tengáis miedo” de este santo.

3. Apertura a todos: San Juan Pablo II hizo honor al título que Dios le concedió. Si ser católico significa ser universal, San Juan Pablo II fue el Papa más universal de todos los tiempos. Defensor apasionado de la paz y la reconciliación, se reunió con líderes de todas las religiones para promover la universalidad del mandamiento del amor. La unidad de los cristianos se potenció durante su pontificado y su afán juvenil le llevó a transmitir la alegría del cristianismo a través de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

4. Amigos de Dios: San Juan Pablo II tuvo la fortuna de llevar a los altares a sus amigos. Durante su papado canonizó a un gran número de santos convencido del ejemplo que todos ellos serían para la Iglesia. Desde su compatriota San Faustina Kowalska, el español San Josemaría, o el Padre Pío de Pietrelcina, la mayor alegría de Wojtyla fue beatificar a la Madre Teresa de Calcuta.

5. Poso intelectual: San Juan Pablo II escribió numerosas encíclicas sobre la doctrina moral y social de la Iglesia. El primer Papa de la modernidad sugirió en documentos como «Evangelium Vitae» o «Fides et Ratio» la línea que seguiría la Iglesia en el nuevo siglo. Capaz de la reflexión profunda y también del lenguaje claro, algunas de sus frases aún resuenan en el seno de la Iglesia: «No tengan miedo», «La libertad consiste no en hacer lo que queremos, sino en tener el derecho de hacer lo que debemos», «La cultura del amor debe reemplazar la cultura del poder» y su tradicional «No se olviden de rezar por mí». Desde el cielo sabe que no nos olvidamos.

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