Hace pocos dĆas se ha conmemorado el alzamiento de Varsovia del 1 de agosto de 1944. Es difĆcil resumir el significado de este acto de heroĆsmo y su profundo significado para los pueblos que sufrieron la ocupación nazi primero y el yugo soviĆ©tico despuĆ©s. Entre 1939 y 1945, el III Reich trató de destruir a la nación polaca. Gozó de la valiosa ayuda de la Unión SoviĆ©tica, que se dividió con los nazis el territorio polaco en aplicación del protocolo secreto del pacto Ribbentrop-Molotov de 23 de agosto de 1939. Los polacos lucharon en dos frentes durante mĆ”s de un mes contra los ejĆ©rcitos alemĆ”n y soviĆ©tico. Al final, fue imposible detener la invasión que avanzaba desde el este y el oeste.
Sin embargo, los polacos jamĆ”s dejaron de luchar. Los distintos movimientos de resistencia comenzaron a organizarse desde el invierno del 39 y, en su mayorĆa, eran leales al gobierno polaco en el exilio. Eran muy diversos. HabĆa nacionalistas polacos, pero tambiĆ©n grupos de resistencia judĆos en los guetos y en los bosques⦠Entre sĆ eran muy distintos y, a veces, estuvieron divididos a pesar de tener un enemigo comĆŗn. Las tensiones de la Polonia de PiÅsudski se mantuvieron durante la guerra. La Operación Barbarroja (22 de junio de 1941) movilizó a los comunistas contra los nazis. Las unidades partisanas se unieron al sabotaje y los combates contra los ocupantes alemanes y los colaboracionistas (por ejemplo, algunos nacionalistas ucranianos). A partir de 1941, los movimientos clandestinos polacos no daban tregua a los nazis, que a su vez eran despiadados con los fusilamientos de rehenes, las represalias y, en el caso de los judĆos, el exterminio en masa.
En 1942, el mayor grupo de la resistencia polaca era el EjĆ©rcito Nacional (Armija Krajowa). Llevaba operativo desde 1939 y combatió hasta el final de la guerra a las órdenes del gobierno polaco en el exilio. La posición respecto a la URSS era muy delicada. Los ocupantes del aƱo 39 -y colaboradores de los nazis- pretendieron ser aliados a partir de 1941. Sin embargo, los antecedentes históricos -no solo la invasión del 39 sino tambiĆ©n la guerra polaco-soviĆ©tica (1919-1921)- eran muy inquietantes. Los soviĆ©ticos no querĆan una Polonia independiente, sino un estado satĆ©lite o un territorio anexionado. El descubrimiento en 1943 de las masacres de Katyn y otros lugares terminaron de distanciar al gobierno polaco en el exilio de sus pretendidos aliados en MoscĆŗ. Se fue haciendo evidente que el avance soviĆ©tico sobre el territorio ocupado por los nazis no significarĆa la libertad para una Polonia independiente.
En realidad, los soviĆ©ticos ya venĆan trabajando desde 1939 para atraer integrar a Polonia en la órbita soviĆ©tica no solo a travĆ©s de la ocupación, sino mediante la colocación de lĆderes comunistas polacos a las órdenes de MoscĆŗ. En algĆŗn caso como el de BolesÅaw Bierut, se trataba directamente de agentes secretos que trabajaban para los servicios de inteligencia soviĆ©ticos. Los soviĆ©ticos trataron de socavar la autoridad del gobierno polaco en el exilio creando uno alternativo el 22 de julio de 1944 que, en realidad, era una marioneta de Stalin.
AsĆ, en agosto de 1944, con el ejĆ©rcito alemĆ”n en retirada y los soviĆ©ticos a las puertas de Varsovia -apenas los separaban unas decenas de kilómetros de la capital- la resistencia polaca decidió alzarse contra los nazis antes de que los soviĆ©ticos ocupasen la ciudad y sustituyesen la opresión de BerlĆn por la de MoscĆŗ. La sublevación se venĆa preparando desde 1942 y comprendĆa alzamientos en distintas ciudades y regiones del paĆs. Si alguien pensó que podrĆan contar con el apoyo soviĆ©tico, quedó pronto desengaƱado. El 7 de julio de 1944, en Vilna, los polacos sublevados fueron desarmados y muertos a manos de los partisanos comunistas. El 23 de julio los nacionalistas polacos fueron detenidos y deportados a los campos en la URSS o enrolados a la fuerza en el ejĆ©rcito soviĆ©tico. Hubo mĆ”s casos. AllĆ donde pudieron, los soviĆ©ticos desarticularon la resistencia nacional polaca.
AsĆ, el 1 de agosto de 1944, la resistencia nacional polaca hizo un Ćŗltimo intento de liberarse de los nazis por sus propios medios en la esperanza de evitar, de ese modo, caer en manos de los soviĆ©ticos que aguardaban al otro lado del VĆstula. HabĆa un precedente: la sublevación del gueto de Varsovia en mayo de 1943. La resistencia judĆa liberada por Mordechai Anielewicz habĆa luchado durante casi un mes contra tropas alemanas muy superiores en nĆŗmero y equipamiento. Finalmente, el gueto fue liquidado. El EjĆ©rcito Nacional polaco creyó que, quince meses mĆ”s tarde, los alemanes estarĆan debilitados y en retirada. Sin duda, el Reich estaba perdiendo la guerra, pero mantenĆa su capacidad de combatir. En realidad, hoy sabemos que, a medida que los soviĆ©ticos fueron acercĆ”ndose a Alemania, la resistencia fue cada vez mĆ”s fiera.
Durante la primera semana de combates, los polacos lograron liberar grandes zonas de la ciudad. Los ocupantes solo resistĆan en algunas bolsas aisladas. Sin embargo, los nazis movilizaron mĆ”s de veinticinco mil hombres para luchar contra los sublevados. Siguiendo instrucciones de Himmler, las tropas alemanas ejecutaron a unos cuarenta mil civiles como represalia en lo que se llamó la matanza de Wola, el barrio donde se perpetró la masacre. Los ocupantes emplearon artillerĆa pesada y bombardearon la capital polaca sin piedad. La resistencia, que carecĆa de armamento antiaĆ©reo y de artillerĆa, contaban con el armamento que los aliados occidentales arrojaron sobre la ciudad, el que pudieron capturar al enemigo y el producido por las fĆ”bricas de armas de la ciudad. En todo caso, era insuficiente para el despliegue militar de los alemanes.
El 10 de septiembre los soviĆ©ticos habĆan llegado a las puertas de Varsovia y contemplaban los combates entre los nacionalistas polacos y los ocupantes alemanes. No movieron un dedo para ayudar a los sublevados. El debate histórico sobre si realmente pudieron socorrer a los resistentes o no es algo vidrioso. Por una parte, historiadores autorizados como Norman Davies seƱalan que los soviĆ©ticos podĆan auxiliar a los polacos que aĆŗn luchaban en las calles. Sus lĆneas de suministros se habĆan extendido tanto que corrĆan el riesgo de caer si los alemanes contraatacaban. Sin embargo, las fuentes alemanas revelan su sorpresa por el repentino cese del avance soviĆ©tico. Al parecer, ni los nazis podĆan creer que se hubiese detenido la ofensiva. Desde luego, aprovecharon la ocasión para triturar a la resistencia nacional polaca. Para el dĆa el 2 de octubre de 1944, el alzamiento estaba sofocado. Cuando el 17 de enero de 1945 los soviĆ©ticos entraron en la ciudad, no hubo resistencia nacional polaca que se opusiese a los comunistas. Por supuesto, entre ellos habĆa muchos polacos -el I EjĆ©rcito Polaco que combatĆa a las órdenes de MoscĆŗ iba en la vanguardia del avance sobre Varsovia- pero no luchaban por la restauración de la Polonia independiente, sino por la creación de una RepĆŗblica Popular en la órbita de MoscĆŗ. Ellos vencieron. Polonia quedó bajo el poder del partido comunista.
En el caso polaco, como en el checoslovaco o el hĆŗngaro, la derrota del III Reich no significó la libertad ni la democracia, sino la imposición de regĆmenes comunistas controlados desde MoscĆŗ a travĆ©s de gobernantes-tĆtere. Para ellos, el sometimiento a un poder extranjero no terminó en 1945 sino que se prolongó hasta la destrucción de la Unión SoviĆ©tica.
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Ā He aquĆ la tragedia de Polonia y de otros paĆses de Europa Central y Oriental.