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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Carlos de Alvear 1789-1852. Visión de alta política.

Es de notar la poca difusión que ha tenido el último período de su vida como Ministro Plenipotenciario en los Estados Unidos.

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Hijo del sabio marino español Diego de Alvear y Ponce de León, y de doña María Josefa Balbastro.  Nacido en Santo Ángel Custodio de las Misiones, Argentina, el 25/10/1789. Fallecido en Nueva York, EE.UU., el 3/11/1852.

Cuando tenía 14 años de edad perdió a su madre y siete hermanos, que viajaban a bordo de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, en un ataque de las fuerzas navales de Gran Bretaña frente a las costas de Cádiz el 5/10/1804.

El capitán Diego de Alvear y su hijo mayor Carlos, habían trasbordado a la Medea, otra nave de la escuadra española que se completaba con la Fama y la Clara. Sobrevivientes de la tragedia, prisioneros padre e hijo por algún tiempo en Inglaterra, regresaron a España en 1806.

Carlos de Alvear ingresó en la Brigada de Carabineros Reales. Combatió contra los ejércitos franceses en Tudela, Tarancón, Uclés, Los Yébenes, Ciudad Real, Talavera, Mora y Consuegra. Nombrado Alférez de Carabineros, dejó el ejército español para convertirse en uno de los líderes de la causa emancipadora de América del Sur.

En el Río de la Plata, fue Presidente de la Asamblea del año 1813, Director Supremo en 1815. Posteriormente se desempeñó como diplomático, y en 1826 fue designado Ministro de Guerra y Marina. En diciembre de ese año fue nombrado General en jefe del Ejército de Operaciones contra el Imperio del Brasil.

Vencedor en la Batalla de Ituzaingó el 20/2/1827, contra un ejército de 5800 hombres en seis horas. En 1838 pasó a ser Ministro Plenipotenciario de la Confederación Argentina en Norte América, desempeñándose en ese cargo hasta su fallecimiento.

Alvear ha sido difamado en Argentina por algunos historiadores. Su protagonismo durante la emancipación y relaciones con la potencia británica, han sido interpretados correctamente por uno de los maestros de la historiografía argentina. Con mucha más calidad, así lo hizo don Julio Irazusta: «Don Carlos María era exponente típico de la brillante generación que inició la empresa de emanciparnos, que con sus hazañas probó la capacidad de gobierno propio existente en los criollos, y cuyos errores y extravíos no habrían sido probablemente fatales a no ser tan desfavorables para Hispano América las circunstancias de la política mundial en la época que el destino la llamó a independizarse. Los defectos de Alvear son conocidos. Pero no pueden oscurecer sus méritos. Sus desfallecimientos al pedir el protectorado inglés o solicitar el perdón de Fernando VII dando por perdida la causa, los desvaríos de su leadership en la Asamblea del año XIII, en el Directorio de Posadas o el suyo propio, sus movimientos de aventurero en 1820 (pecados de extrema juventud), no le impidieron rehabilitarse como diplomático en Inglaterra o el Alto Perú, como generalísimo del ejército que en Ituzaingó ganó la primera guerra nacional».

Es de notar la poca difusión que ha tenido el último período de su vida como Ministro Plenipotenciario en los EE.UU.. Convertido en uno de los pilares de la diplomacia rioplatense, los correos de Carlos de Alvear y demás agentes argentinos en el exterior, le daban al gobierno de Buenos Aires una visión global de la política que le permitía resistir las intromisiones extranjeras con más inteligencia. El canciller Felipe Arana en Buenos Aires y los embajadores Manuel Moreno en Londres, Carlos de Alvear en EE.UU., Tomás Guido en Brasil y Manuel de Sarratea en París, junto con José de San Martín colaborando desde Francia como otro funcionario más, trabajaron en sus últimos años como un gran equipo en defensa de la Confederación Argentina.

Leamos algunas palabras del emancipador Alvear en ese periodo. Desde Washington a principios de 1843, en una nota dirigida al gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas, fechada el 18/2, le decía haber “creído siempre del mayor interés, para los gobiernos de las nuevas repúblicas, observar cuidadosamente, el vuelo que dan a la política las grandes naciones comerciales de uno y otro hemisferio y consecuente a estos principios, no ha dejado de poner en conocimiento de V.E. todos aquellos datos que le ha sido posible obtener sobre este particular”.

Seguidor de los pasos de grandes poderes, Alvear ponía al tanto al Gobernador acerca de la nueva geopolítica que surgiría a raíz del futuro proyecto del “Canal del Itsmo de Panamá”. Explicaba su importancia para el comercio y las ambiciones de Francia, Inglaterra y EE.UU.: “La presteza con que cada una de estas naciones se apodera de los puntos que cree convenientes”, con el objetivo según Alvear, de “completar sobre toda la circunferencia del globo, un sistema de comunicación, a la cual dará el vapor la doble garantía de la regularidad y rapidez”.

En 1845 Carlos de Alvear se anticipaba al poderío norteamericano del siglo veinte. En una carta dirigida al embajador Tomás Guido, el 5/1/1845 desde Nueva York se refería a la “triste imprevisión de nuestra desgraciada raza española”, y comentaba:

“Méjico tiene en este país un terrible y formidable enemigo. Dios quiera no lo sea también para otros pueblos, pues el poder que tiene y aumenta diariamente despliega con tal descaro la inmoralidad política más descarada, y la ambición más insaciable que nos ha presentado ningún pueblo; no le bastan mil y cien leguas de costa ni un país capaz de contener 300 millones de habitantes; no son más que 18 hoy día y vea Ud. como se lanzan; lo singular de todo es que si Ud. ve sus diarios; y si Ud. oyese sus oradores de club, que son a millones, oiría Ud. decir que este país está destinado a hacer desaparecer la raza impura española y portuguesa que habita el nuevo mundo para ser regenerado por la raza sajona, que no parará su invasión progresista sino en el Cabo de Hornos. Tan grande como es esta extravagancia, puedo asegurar a Ud. que es muy raro el americano que no crea que este será el resultado final”. Carlos de Alvear, seguidor de los pasos de grandes poderes. Visión de alta política.

Bibliografía. Diccionario Biográfico Argentino. Enrique Udaondo. Bs. Aires, 1938.- Nuevo Diccionario Biográfico Argentino (1750-1930). Vicente Cutolo. Editorial Elche. Bs. Aires, 1985.- Contribución histórica y documental. Gregorio F. Rodríguez. Ed. Peuser. Buenos Aires, 1921.- Archivo General de la Nación. Archivo del general Guido, Leg. 11. – Vida Política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia. Julio Irazusta. Ed. Andes. Bs. Aires, 1975.

Artículo publicado en Intereconomía el 16/5/2012. Blog El Chimango del Sur por Mariano García Barace. Buenos Aires, Argentina.

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