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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crítica de ‘Star Wars: El Despertar de la Fuerza’: Chewie, hemos vuelto

Todo parece familiar en Star Wars: El Despertar de la Fuerza, como si hubiéramos regresado a una galaxia muy, muy lejana que hacía décadas que no visitábamos. Tras las, para muchos, insatisfactorias precuelas de los años 2000 de la saga que inició George Lucas en 1977, J.J. Abrams nos regala dos horas de puro entretenimiento y aventura en un claro homenaje a Una Nueva Esperanza que supone un potente resurgir de la saga 38 años después de su estreno.

J.J. Abrams, fan confeso de George Lucas, construye El Despertar de la Fuerza sobre los pilares clásicos de la primera saga y una estética que no esconde el claro objetivo de recordarnos tiempos pasados. Casi como una transición entre lo antiguo y lo nuevo, Abrams da tímidos pasos durante la primera media hora de la película, casi temeroso de dejar atrás el mundo conocido, y casi sin darnos cuenta nos atrapa en una aventura galáctica vertiginosa y, cómo no, la clásica lucha entre el bien y el mal.

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La historia de Luke Skywalker, la princesa Leia, Han Solo y Chewbacca se mezcla con naturalidad con una nueva generación que apunta maneras de superestrellas, encabezada por Rey (Daisy Ridley), protagonista femenina de El Despertar de la Fuerza. La actriz, casi una desconocida, es la mejor elección entre las caras nuevas de la película, haciéndose cargo de un personaje con un aire casi familiar en el que ya se atisba el carisma y la fortaleza. Le acompañan John Boyega y Oscar Isaac, correctos y encargados de una sorprendente nota cómica que es también nueva en la saga y funciona de maravilla, y un adorable -aún más que R2-D2, aunque parezca increíble- droide, BB-8, que es ya, desde este instante, el juguete favorito para reventar las ventas de Navidad.

La falta del ‘malo’ más icónico del cine, Darth Vader, se deja notar en Star Wars: El Despertar de la Fuerza, generando un vacío de carisma en el bando oscuro, encabezado por un nuevo antagonista, Kylo Ren (Adam Driver). Para suplir esta difícil ausencia, la película vuelve a los villanos un poco más humanos casi desde el comienzo y rasca, aunque por ahora de forma superficial, en los dilemas morales en las elecciones entre el bien y el mal. Utiliza, además, la espectacularidad que pueden dar los efectos visuales del cine actual en impresionantes planos que evocan al Tercer Reich y que dejan constancia de que la amenaza tras la caída del imperio sigue siendo muy real. Merece una mención especial en este punto que, no obstante, J.J. Abrams haya decidido limitar el uso del ordenador más allá de lo estrictamente necesario en su creación de la mayor parte del universo Star Wars, dando la acertada impresión de realidad en naves y droides y respetando, así, la esencia de la saga.

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A pesar de los rumores sobre la trama que han rodeado a Star Wars: El Despertar de la Fuerza durante meses, las sorpresas que aguarda impresionan y las estratosféricas expectativas quedan cumplidas. Y quizás el mejor síntoma de éxito es que, tras dos horas de viajes galácticos, zumbidos de sables láser y, por supuesto, la incesante y maravillosa música de John Williams, uno no pueda evitar quedarse con ganas de aún más cuando la película toca a su fin. Star Wars, por fin, ha vuelto.

Puntuación: 4/5

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