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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El deporte intenso incrementa el riesgo de muerte súbita

Las personas que practican una actividad deportiva intensa presentan una incidencia mayor de muerte súbita que las no deportistas. Por esta razón, es necesario acrecentar la prevención y la presencia de desfibriladores en las instalaciones deportivas.

Según informa la empresa B+Safe, especializada en tecnologías de la salud y seguridad para las empresas, la parada cardíaca repentina causa cada año más de 30.000 fallecimientos. Asimismo, señala que una gran parte de estas muertes se producen en personas jóvenes que practican un deporte intenso.

El Director General de B+Safe, Nuño Acona, defiende que “es necesario insistir en tres pilares: el reconocimiento cardiológico previo a la práctica deportiva como medida preventiva, la realización del masaje cardiopulmonar a la persona en parada cardíaca junto a la desfibrilación temprana con la ayuda de un DESA (desfibrilador semiautomático) cuando se está fuera del ámbito hospitalario, como es el caso de las instalaciones deportivas y los lugares donde se realizan competiciones tanto de deportistas profesionales como de aficionados y, por último, el registro de las muertes por parada cardíaca, para que las estimaciones sean lo más reales posible”.

“En deportistas mayores de 35 años, la cardiopatía isquémica es la primera causa de fallecimiento por muerte súbita, un hecho muy llamativo si se produce durante una competición de masas y ante las cámaras de televisión. Pero, no debemos olvidar, que una gran parte de los deportistas  practican en instalaciones  públicas. Son personas de distintos perfiles: ex deportistas que vuelven a la práctica, tras varios años de inactividad, personas que deciden empezar a cuidarse, comenzando a practicar una actividad física sin revisión médica previa”, añade Azcona.

En situaciones de máxima exigencia física, pueden ponerse de manifiesto anomalías cardíacas que pasarían desapercibidas en otras circunstancias vitales, llegando a producir incluso la muerte si no se actúa con rapidez. Cabe destacar que en España, tras una parada cardíaca repentina, el índice de supervivencia se sitúa en un 4 por 100.

“Los responsables de las federaciones y clubes deportivos españoles muestran un interés creciente por incorporar la cardioprotección a sus instalaciones y los espacios preparados para actuar con éxito y salvar una vida en caso de paro cardíaco repentino, aumentan cada día. Pero, aún estamos a gran distancia de alcanzar los niveles de vecinos europeos como Francia o Alemania donde el número de desfibriladores en espacios públicos supera ocho veces el de España”, asegura el Director General de B+Safe.

“La legislación no ayuda al respecto, ya que sólo cuatro Comunidades Autónomas: Andalucía, Canarias, País Vasco y Cataluña, regulan de manera específica la instalación de desfibriladores en instalaciones deportivas”, concluye Azcona.

 

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