A falta de una actuación contundente del Ejecutivo siempre nos quedará la Justicia… pero ¿por qué Trapero sigue libre?
“Diez golpistas se fueron a cenar; dos declararon y quedaron ocho…”. Comenzamos la jornada recordando -con permiso de Agatha Christie- la magistral obra de suspense Diez negritos, esa en la que van cayendo, de uno en uno, todos los invitados a una sorprendente velada.
Porque así está, más o menos, el golpismo en Cataluña. A falta de una actuación contundente del Ejecutivo siempre nos quedará la Justicia, que este lunes encarceló a dos de los muchos -más de diez- golpistas que, en palabras del propio Gobierno de Mariano Rajoy, han llevado a Cataluña y al resto de España a una situación de perjuicio económico y social. La pregunta es… ¿por qué un hombre con permiso de armas y con 16.000 hombres armados bajo su mando campa a sus anchas por la calle acusado de un delito de sedición? Hablamos, claro, de Josep Lluis Trapero, que ayer se fue de rositas -bueno, sin pasaporte, pero de rositas- tras declarar en la Audiencia. Como elemento para aumentar la tensión en una buena novela de suspense no está mal, pero esto es la realidad y la condescendencia judicial con Trapero es más que preocupante. Confiemos en el próximo capítulo para ver a más ‘negritos’ entre rejas.
La Cataluña del 155
Mientras, continúa el sainete separatista y se va acercando el fin del segundo plazo para la puesta en marcha del 155. Un artículo que ya hemos memorizado todos los españoles y que daría paso a una Cataluña con su policía autonómica bajo mando nacional y, con suerte, el inicio de unas elecciones. Les contamos cómo sería la España del 155.
Incendios
Seguimos muy pendientes de los incendios que arrasan el Norte de España y, sobre todo, de las primeras detenciones. Por cierto y hablando de detenciones… la locura separatista ha conseguido que pase casi inadvertida la votación que, gracias a los votos favorables de PSOE, Podemos, Bildu… y de la abstención de Ciudadanos, ha activado el principio del fin de la Prisión Permanente Revisable. Era -es, todavía- una de las mejores novedades que dejaba la primera legislatura de Mariano Rajoy, y está a punto de desaparecer.
Lástima que algunos políticos españoles prefieran ver desfilar a los parots, troitiños y violadores del portal y el ascensor en lugar de apostar por una suerte de cadena perpetua para crímenes de “excepcional gravedad”.
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