«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Educación, educación, educación

Con el recuerdo del Tony Blair de la Tercera Vía que encandiló al Reino Unido, Albert Rivera asume como gran objetivo para la legislatura no el mejorar la educación, fin claramente loable per se, sino un gran pacto de Estado en el tema educativo, fin mediocre si el pacto es el objetivo en sí mismo.

Sus propuestas educativas las plantea dentro de su programa económico, supongo que dando a entender que el futuro socioeconómico de un país se debe basar fundamentalmente en la excelencia educativa, a no ser que con ello quiera visualizar que la educación debe someterse a la economía, lo cual más bien me repugnaría. La educación es un bien en sí mismo y debe tender a hacernos autónomos, completos, maduros, desarrollados, plenos y libres; si todo eso se da, con cuatro lecciones especificas seremos hasta competitivos.

De los grandes principios que propone Rivera me gustan la importancia del profesorado y su motivación, la autonomía de centros, la igualdad de oportunidades que no de resultados, pero me falta el énfasis en la libertad de enseñanza y de centros y en el reconocimiento del derecho de los padres a elegir centro y modelo educativo para sus hijos.

No entiendo nada. Probablemente en el ámbito de la enseñanza es donde los poderes públicos, para ayudar, basta con que dejen de molestar. ¿Qué pasaría si se limitaran a  financiar, vía exención fiscal, todo gasto educativo y dejaran a los profesionales que hicieran su trabajo sin orientaciones ideológico políticas?

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