Al final lograremos que el crimental [el crimen de pensamiento] sea literalmente imposible, porque no habrá palabras con las que expresarlo.
Aquel 22 de enero de 2016 Pablo Iglesias, líder de Podemos, reclamó, en ya gloriosa rueda de prensa en el Congreso, convertirse en vicepresidente del Gobierno y pidió para sí el control del CNI. Ahora, año y medio después, ha mejorado su técnica y apunta hacia otro Ministerio. Ese de la Verdad que de forma magistral profetizó Orwell.
“¿No te das cuenta de que el objetivo último de la neolengua es reducir la capacidad de pensamiento? Al final lograremos que el crimental [el crimen de pensamiento] sea literalmente imposible, porque no habrá palabras con las que expresarlo. (…) Cada año que pasa habrá menos palabras y los límites de la consciencia serán cada vez más estrechos”. Así se lo explicaba el disciplinado Syme a un todavía rebelde Winston.
Y así lo quiere Podemos, que hoy lleva al Pleno del Congreso su ‘Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales’. Créannos cuando les decimos que Orwell estaba en lo cierto. La nueva clase política se ha arrogado un poder que va mucho más allá de regular la convivencia social y mantener la seguridad y el orden. Ahora nos dice también qué y cómo debemos pensar. “Será infracción leve toda expresión verbal o gráfica, en cualquier ámbito de nuestras vidas, que el órgano administrativo repute ofensiva contra las personas LGTBI”. ¿Quién controla a ese órgano? ¿Bajo qué criterios se define el concepto de ofensivo? ¿En cualquier ámbito de la vida? ¿No podrá un sacerdote decir en una homilía que la conducta homosexual es, a ojos de la Iglesia Católica, perjudicial para el individuo?
Aquí lo tenemos. El Ministerio de la Verdad llega al Pleno del Congreso y lo hace, además, con el aval que da a la futura ley nacional que gobiernos autonómicos de todo signo -la popular Cifuentes se ha convertido en adalid de la lucha por esa neolengua LGTBI- hayan hecho ensayos de textos que a buen seguro habrán servido de inspiración a los de Podemos.
La suerte de Puigdemont
Cambiamos de asunto para poner la mirada en una cuestión, esta vez, de suerte. Suerte la que tienen Puigdemont y el resto de separatistas catalanes por vivir en España y no en otro país… como por ejemplo Francia, Alemania o Portugal, que prohíben la existencia de partidos separatistas. Qué suerte la tuya, Puigdemont, haber nacido español…
Detenciones en Lérida
Y mientras muchos de los seguidores de Puigdemont escrachean a la Policía y a la Guardia Civil en Cataluña con pintadas e insultos, ellas, las Fuerzas de Seguridad, continúan velando por el bienestar de todos los españoles. Este martes con la detención en Lérida de un presunto yihadista, quizá preparado para cometer una masacre como la de Barcelona. Y ahora, queridos separatistas, id a darles las gracias.
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