Esta ley, que ha suscitado notable indignación social, torna a Escocia en la primera nación británica en proscribir toda forma de castigo corporal a los infantes
A pesar de que con infausta frecuencia nos jactemos de gozar de muchísima más libertad que hombres de épocas pretéritas, la dura realidad es que cada vez son más abundantes las leyes que regulan nuestra vida privada. De esta manera, en los últimos años hemos vivido la aprobación o proposición de normas que, si bien no constriñen nuestra libertad política, limitan de forma manifiesta nuestra libertad civil (leyes anti-tabaco, leyes LGTB, leyes contra la obesidad, etc.)
Podemos tomar como paradigma de este tipo de disposiciones una ley recientemente promulgada en Escocia. Así, ésta, que fue impulsada por el parlamentario ecologista John Finnie, prohíbe ‘cualquier castigo cruel, degradante o humillante, incluyendo cualquier forma de violencia física, contra los niños’ en el ámbito familiar.
Esta ley, que ha suscitado notable indignación social, torna a Escocia en la primera nación británica en proscribir toda forma de castigo corporal a los infantes. En cualquier caso, Gales no está lejos de aprobar una legislación similar: su Gobierno, encabezado por el laborista Carwyn Jones, ya se ha manifestado proclive a tomar las medidas legislativas necesarias para impedir que los progenitores se sirvan de azotes o cachetes con objeto de educar a sus hijos.
Recelo de la Iglesia católica
Al contrario que la protestante Iglesia de Escocia, la Iglesia católica ha expresado su oposición a la reciente ley aprobada por el Parlamento. De este modo, considera que ésta constituye una ilegítima intromisión del Estado en la esfera familiar. ‘No es el papel del Estado interferir en el modo en que los padres construyen una relación fuerte con sus hijos, excepto en las más extremas y excepcionales circunstancias’, ha aseverado el director de la Oficina Católica Parlamentaria (institución dependiente de la Conferencia Episcopal Escocesa), Anthony Horan.
En este sentido, Horan también ha apuntado que la norma goza de exiguo respaldo entre los escoceses.
La postura de la Iglesia no satisface, no obstante, al comisario escocés para la Infancia y Juventud, Bruce Adamson. Así, la ha tildado de preocupante y ha acusado a la Conferencia Episcopal de utilizar torticeramente la fe para justificar su oposición a la prohibición de los azotes.
La opinión del Consejo de Europa
El Consejo de Europa, que lleva a sus espaldas un verdadero historial de injusticias, prohíbe los castigos corporales contra los niños en su ‘Carta de Derechos Sociales’. Así, lo establece el artículo 17 de este texto: ‘La ley doméstica debe prohibir y penalizar toda forma de agresiones físicas contra los niños’, reza la carta, que establece que las provisiones relevantes ‘deben ser suficientemente claras, vinculantes y precisas’.
Ello ha llevado muchos países a legislar, en los últimos años, contra los castigos físicos a los niños.