De vuelta a la actividad narrativa tras una serie de viajes-entre ellos el que vamos a describir en estas tres etapas-, nos disponemos a adentrarnos en el México auténtico, en esta Segunda Crónica Viajera, en El Viajero Incansable.
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Amanece en la Bahía de Manzanillo, Día Tres.
Queridos lectores:
Nos vemos de nuevo en esta primera etapa de la crónica por México, que estamos a punto de terminar. En este capítulo cerramos mi viaje en el Pacífico y salimos de pesca, a por el mítico Marlin, en su capital, en las costas de Manzanillo, donde la flora marina abunda por doquier.
Día Tres. Entre Marlines y Caguamas, Manta-Rayas y Dorados. Salida de pesca por la costa pacífica mexicana.
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Yoy, un servidor, «Pavo», Jesús y el Tío Fer, después de la pesca fallida, pero auténtica.
Está a punto de amanecer en el Dolphin Cove Inn en la bahía de Manzanillo, costa Este mexicana, 6 de la mañana. El amable servicio nos ha preparado para desayunar unos “jugos” y unos “lonches”, dado que no vamos a llegar al desayuno oficial por la hora que es. Aún digiriendo la más que abundante cena de anoche, nos proponemos a salir, tras una rápida ducha que nos espabila un poco, hacia la bahía de Santiago, donde Iván nos espera en su lanchita para acudir a los mejores caladeros a unas 20 millas de la costa para cazar al Marlin en su capital, aquí en Manzanillo. Llegamos después de perdernos por un camino bastante chungo de arena, lleno de chamizos alrededor con gallinas sueltas, basura acumulada y perros con pinta de haber contraído la sarna. A menos de 3 kilómetros del Barceló Golf&Spa&Wellnes&Mojito&Caribe Grand Luxe 5 Stars Suplemento. Cést la vie, cést le Monde…
Llegan Yoy y su Tío Fer una vez hemos aparcado y esperamos a nuestro guía. Vienen con un cargamento de Montecristos y ginebra y whiskey; rápidamente contestan que todo el pack es “Por si fracasamos”. Si fracasa tampoco nos va a dar tanto igual, la verdad, visto lo visto. Llegamos a la playa y el barco está al llegar. El segundo de nuestro guía, “Palapo”, nada a la barca y nos viene a buscar. En la playa hay unos chicos pescando con una red circular, tradicional, unos “Rooster”- peces gallo, y los sacan sin parar, en la propia orilla. Sale la barca y vamos hacia el faro de Manzanillo para doblar, diagonalmente, al Oeste, hasta llegar a las 18-20 millas del faro. La costa apenas se ve. Eso sí, divisamos alguna manta-raya gigante y bastantes “Caguamas”-tortugas marinas- cosa que me emociona, francamente. Hace un sol de justicia y vamos siguiendo las corrientes (que pueden distinguirse por los troncos que flotan en el agua) y la presencia de aguas más azules y más claras. Parece ser que el Marlin busca el agua más azul y más clara y se mueve por corrientes para llegar a ellas, así que la búsqueda no puede ser más acertada. “Caladeramos” durante varias horas. Ni rastro de los bichos. Iván va comentándonos la mala suerte que estamos teniendo y tira de estadísticas: “Miren, sólo el 16% de las veces no se pesca nada. Y hace unos días pescamos 7 armatostes de 170 kilos. Es mala suerte…” Nosotros damos vueltas alrededor del inmenso océano en la costa manzanilla. Dormimos, rumiamos “lonches” aunque estamos bastante llenos, hablamos de pesca y miramos de reojo al mar. Los cebos que hemos desplegado ya a la desesperada hacen que desde el cielo el barco parezca un árbol de Navidad; cebo de plástico, de verdad, combinado… Los pelícanos se nos echan encima. Tanto que pescamos uno, enredándose con el anzuelo. “No mamen güeyes, pescamos un pinche pato” se comenta a bordo. Repostamos por última vez y enfilamos, desesperanzados, la vuelta. No tenemos ganas ni de ginebra, y estamos pescando además de un pinche pelícano enredado en nuestros cebos y un bidón azul de detergente vacío, una insolación del horror. Nunca, en mi vida, ni con crema 50 de protección, gorra, camiseta y gafas de sol el sol me había afectado tanto. La sombra del toldo de la lanchita pescadora del bueno de Iván está siendo muy cotizada.
Con el ánimo muy decaído y ya recogiendo cebo, unos delfines nos pasan a saludar, apareciendo por todos lados, primero de la aleta de babor, luego se meten por debajo y aparecen en proa, luego en estribor… Una maravilla. Nuestras caras de náufragos se iluminan al ver estos simpáticos seres en las inmediaciones de la playa La Boquita. Llegamos y descargamos, cabizbajos. Mis amigos están desconcertados y un tanto desanimados, pensarán: «llevamos hasta aquí a nuestro amigo españolito a enseñarle lo que es bueno y sólo hemos pescado una buena insolación”. Lo que ellos no saben es que yo ando encantado viendo seres que en la vida había visto y por poder navegar en aguas tan remotas para mí, rodeado de buena compañía. Aunque sacar un Marlin del agua, sacarle el lomo, echarle soja y sésamo y hacer un buen sahimiyaki tariyoki sikamoto en plan pijojapo no hubiera estado mal del todo. Nos lo hemos pasado muy bien y el buen Palapo nos ha hecho reír con sus anécdotas. El tío hasta presumía de decir que era “indio pero francés”. Buenos tipos.
Pagamos a Iván, que le da un poco de apuro. Para que no creamos que no ha sido mala suerte, el buen hombre nos enseña unas colas de Marlin, inmensas. “Otra vez será, chicos”. Es lo que hay. Nos despedimos de Fer y de Yoy, con la después falsa promesa de vernos por Guadalajara a tomar unos tacos. “Órale señores, nos vamos a descansar”. Llegamos a nuestro hotel de pensionistas vacíosy nos pegamos una ducha fría para contrarrestar los efectos de la insolación que ha abrasado nuestra piel. Una Tecate fría en nuestra maravillosa terraza con los cocoteros delante balanceándose con la brisa y la bahía de Manzanillo al fondo. Nos pegamos una buena siesta, vamos a la piscina del hotel y los tres, solos, contemplamos el atardecer desde la misma. No hay nadie en el hotel y estamos a nuestro aire. Virtudes de la temporada baja… /span>
Acabamos el día, aún llenos del asado de ayer, rematándolo con un taco en una de las mejores taquerías de la zona, la taquería “La Sonrisa”.
Después de la cerveza “Indio” y los tacos, nos vamos a dormir, agotados. Mañana “Pavo” se vuelve a Guadalajara y Jesús y yo tenemos una larga excursión por delante para visitar saltos de agua por la semiselva de Jalisco para proyectar después pequeñas centrales hidroeléctricas, clave de su nuevo e innovador negocio.
Resumen del día
La Costa de Manzanillo: Como ya habíamos dicho antes, la fauna natural de sus costas son de una riqueza inigualable: Tortuga marina, rayas, peces vela, dorados y también anfibios como iguanas o cocodrilos.
Consejo de El Viajero Incansable
-Ya que vas a Manzanillo, si puedes y te interesa, sal a la pesca del Marlin. No es demasiado caro y hay mil ofertas. Sacar un bicho de esos del Pacífico debe ser toda una experiencia
-Aprovecha la temporada baja. Las buenas condiciones climáticas del Pacífico post-huracanes y los bajos precios pueden asegurarte unas vacaciones inmejorables.
-La Taquería “La Sonrisa” de Manzanillo es cutrilla, pero muy buena, en cuanto a calidad-precio. Da a la gran avenida que atraviesa la zona turística y se puede aparcar en la misma hacer que da a su terraza. Todo un acierto de sitio.
Aquí, queridos amigos, terminamos con esta Parte Tres de la Primera Etapa de este apasionante viaje por tierras mexicanas. En la siguiente parte, visitaremos Guadalajara, Tlaquepaque, capital mexicana de Artesanía y veremos surcar el cielo de Jalisco los voladores de Papantla.
Gracias por vuestras visitas y numerosos “shares”, nos vemos muy pronto por Guadalajara, capital de Nueva Galicia (Jalisco), México. Que paséis un fin de semana maravilloso y unas muy Felices y Viajeras (si se puede) Navidades. ¡Que disfrutéis mucho!
Nos vemos muy pronto,
¡A ser felices!
¡Buen viaje!
Luis Poch de Gaminde
El Viajero Incansable
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