El bando republicano construyó los primeros campos de concentración de la Guerra Civil. Los historiadores progresistas siempre han ocultado su existencia.
Otro de los logros de la propaganda del buenismo polĆtico de la izquierda es la de hacer creer que los primeros campos de concentración construĆdos en EspaƱa datan de la inmediata posguerra y fueron una creación de los vencedores para someter a los vencidos. Sin embargo, esto no es sino otra de esas mentiras que la izquierda āintelectualā y polĆtica ha repetido miles de veces hasta convertirla en una realidad incuestionable para la mayorĆa de los espaƱoles.
La verdad es muy diferente a esta historia edulcorada que nos han contado. Los campos de concentración, en el marco de la Guerra Civil, nacen en la zona republicana en diciembre de 1936. La Gaceta de la RepĆŗblica recoge, el 27 de diciembre de 1936, un decreto de la Presidencia del Consejo e Ministros, firmada por el presidente de la RepĆŗblica, Manuel AzaƱa, y el presidente del Gobierno, Francisco Largo Caballero, en el que se recoge la creación de ācampos de trabajo para los condenadosā.
El texto del decreto explica que la creación de estos centros de trabajos forzados surgen por la gran cantidad de presos condenados por los Tribunales Especiales Populares y por los Jurados de Urgencia. Estos órganos judiciales se encargaban de condenar a todas aquellas personas consideradas como desafectas a la causa republicana y por lo tanto eran condenados por el mero hecho de pensar diferente a los sindicatos y partidos que formaban parte del Frente Popular.
El mismo decreto reconoce que la gran cantidad de sentencias dictadas habĆa hecho que se saturasen los centros penitenciarios. AdemĆ”s, tras varias semanas de sacas de prisioneros en Madrid, Barcelona o Valencia, los organismos internacionales habĆan presentado sus quejas por matanzas como las de Paracuellos, donde entre el 7 de noviembre y la primera semana de diciembre habĆan sido asesinados entre seis y ocho mil personas por ser desafectos a la causa republicana.
Estos campos de concentración se crearon, como seƱala el decreto, para internar a los ācondenados por desafección al rĆ©gimenā, es decir, para condenar a trabajos forzados a todas aquellas personas que no pensaban como los partidos miembros del Frente Popular. Esta medida se toma en el bando que la historiografĆa progresista insiste en calificar como el que defendió la democracia frente al totalitarismo. Por eso oculta sistemĆ”ticamente informaciones como esta, en la que queda claro el carĆ”cter soviĆ©tico de sus medidas que se pueden calificar de cualquier manera menos democrĆ”ticas.
Los internos en estos campos de concentración fueron obligados a realizar trabajos forzados, con unos Ćndices de mortalidad que, como en el caso de Albatera (Alicante), superaban el 20% de los reclusos allĆ ingresados.
Para la gestión de estos campos de concentración se creó un patronato, dominado por los partidos y sindicatos izquierdistas, los mismos que en la retaguardia republicana estaban cometiendo los mĆ”s terribles crĆmenes en las checas y las matanzas sistemĆ”ticas para reducir el nĆŗmero de presos que pudieran sumarse a una inexistente quinta columna.
AsĆ, en ese patronato, junto al ministro de Justicia y el director general de prisiones, se encontraban dos miembros del sindicato anarquista CNT (Confederación Nacional del Trabajo), dos de la socialista UGT (Unión General de Trabajadores), un representante del Partido Comunista, otro del PSOE, otro de Izquierda Republicana y otro de Unión Republicana.
Del mismo modo, se creaba una guardia especĆfica en estos campos de concentración en la que solamente podrĆan ingresar miembros de las milicias de los partidos anteriormente citados. Es decir, los mismos que durante los meses anteriores se habĆan dedicado a la detención, tortura y asesinato de cuanto derechista o católico encontraba a su paso.
AdemĆ”s, se dotaba un presupuesto para la construcción de estos campos de concentración. El primero en ser construĆdo e inaugurado fue el ya citado de Albatera, en Alicante, con capacidad para entre 3.000 y 4.000 internos. Se inauguró en octubre de 1937 con la presencia de importantes personalidades republicanas: gobernador civil, inspector de prisiones, alcaldes de la zona y dirigentes socialistas, comunistas y anarquistas.
SegĆŗn la documentación que obra en el Archivo General de la Administración (AGA), se construyeron siete campos de concentración en el territorio controlado por el Frente Popular. Complementaba la capacidad de las prisiones convencionales, las checas, los buques prisión y los centros incautados a los partidos polĆticos de derechas y a la Iglesia que fueron convertidos en cĆ”rceles. Solamente cuatro de ellos llegaron a entrar en funcinonamiento. El denominado Campo de Trabajo n.Āŗ 1 de Albatera (Alicante), del que ya hemos hablado; el Campo de Trabajo n.Āŗ 2 en Hospitalet de lāInfant (Tarragona); el Campo de Trabajo n.Āŗ 3 en AlcalĆ” de Henares (Madrid), que se acondicionó en un centro de reclusión para vagos y maleantes creado por AzaƱa en 1933; y el Campo de Trabajo n.Āŗ 4 en Concabella (Barcelona).
En total tenĆan una capacidad para veinte mil internos. Pero por ellos pasaron muchos mĆ”s porque los Ćndices de mortalidad se situaban en una media que superaba el 25%. Estas muertes se debieron a tres causas principalmente: desnutrición, malos tratos y asesinatos camuflados como fugas.
Es muy significativo el hecho de que estos campos de trabajo, que supuestamente debĆan albergar a los condenados por los Tribunales Especiales Populares y los Jurados de Urgencia, acabaron por ser el lugar al que eran trasladados los presos desde las cĆ”rceles de partidos polĆticos de izquierdas (checas) y desde las prisiones locales improvisadas. La mayorĆa de estos presos no habĆan sido condenados, pero eran enviados a estos centros para que allĆ fueran asesinados o muriesen por desnutrición o enfermedades.
La mayorĆa de estos campos fueron reutilizados por el franquismo tras la Guerra Civil dĆ”ndoles el uso de prisión para quienes habĆan participado en la guerra en el otro bando. Es decir, el mismo que habĆa dado el Frente Popular, sin embargo, han corrido rĆos de tinta sobre el uso que se hizo tras la guerra, pero se ha silenciado que fueron construĆdos y puestos en funcionamiento por los republicanos, tambiĆ©n que su uso fue el de campo de concentración y, en muchos casos, de exterminio.
Mi agradecimiento al periodista e historiador Pedro FernĆ”ndez Barbadillo por la información suministrada para la elaboración de este artĆculo.
Puedes comentar el blog con el autor enĀ @JuanerpfĀ o en la pĆ”gina de FacebookĀ Los CrĆmenes del ComunismoĀ y el twitter del blog:Ā @crimencomunismo
Otras entradas del blog CrĆmenes del comunismoĀ que te pueden interesar:
Pozo de Serretes, jugar al escondite con las vĆctimas del comunismo
San Jorge, asesinatos y robos en la retaguardia republicana
Homenaje en Madrid a La Nueve, republicanos espaƱoles vinculados a crĆmenes de guerra en Francia
Las brigadas mixtas, una mƔquina de asesinar al servicio del Frente Popular
Cazar carlistas, la diversión del Frente Popular en Tolosa
Alguna publicidad valiente y la ayuda desinteresada de muchos lectores como tĆŗ han hecho posible esta noticia. Conoces nuestra lĆnea editorial, a contracorriente de la ideologĆa dominante y desacomplejadamente comprometida con la dignidad humana, la unidad de EspaƱa y la identidad de Europa. No es fĆ”cil ni es barato sostener un medio de comunicación que beba de estos postulados, siempre contra los mĆ”s poderosos. Por eso te pedimos que nos ayudes con una aportación, que formes parte de nuestro proyecto, que ayudes a que sigamos incordiando al Poder. Puedes hacerlo de varias maneras,Ā infórmate aquĆ.