«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Novilleros muy calientes y público muy frío

Valencia. Plaza de la Calle Xátiva. Martes 11 de marzo de 2004. Primera de feria. Tarde enmarañada y fresca con aspecto de media entrada muy repartida. Seis novillos de El Torreón, bien presentados y nobles en distintos grados de fuerza, escasa en varios ejemplares. Por mejores, destacaron tercero, cuarto y el más bravo y fuerte quinto.

Posada de Maravillas (perla y oro): Gran estocada, aviso, petición y vuelta al ruedo. Media lagartijera con sucesivas intervenciones del puntillero, ovación.

Álvaro Lorenzo (amapola y oro): Dos pinchazos y estocada, palmas. Pinchazo y tres descabellos, palmas con saludos.

Cristián Climent (marino y oro): pinchazo, estoconazo y descabello, aviso, leve aunque ruidosa petición y gran ovación. Estocada muy trasera de rápidos efectos, oreja.

A los aficionados de afuera que llegamos a Valencia por Las Fallas se nos ensancha el corazón, no sólo por lo que siempre supone encontrarnos con esta maravillosa ciudad mediterránea,  por estas fechas casi siempre cálida y luminosa aunque todavía bastante fresca, sobre todo por las tardes en las que es recomendable ir bien arropaditos. También porque este río de la afición que nos lleva de plaza en plaza por toda la geografía taurina, se ensancha enorme y repentinamente por ser esta feria la primera importante de cada campaña. Este año, además, con un ciclo que prevemos exitoso por la comparecencia repetida de las grandes figuras y la de casi todos los matadores y novilleros de las respectivas primeras filas de la actualidad, así como de varias ganaderías entre las más prestigiosas.

De lo ocurrido ayer, hay que empezar mencionando como merece el larguísimo e imponente además de muy sentido minuto de silencio que se guardó una vez terminado el desfile de cuadrillas en memoria de los fallecidos y heridos en el atentado del 11-M. Permítanme decir, aunque les parezca que no venga a cuento en una crónica taurina, lo que un servidor siempre pensó sobre lo que sucedió tras el terrible atentado terrorista. Independientemente de quienes fueran los autores intelectuales,  por lo ilegal fue el increíble aprovechamiento político que hicieron las izquierdas, encabezadas por el partido socialista y jaleado por medios afines, echando a sus gentes a las calles el día de la reflexión para protestar muy grave y violentamente gritando “asesinos”  ante las sedes del Partido Popular, La Junta Electoral Central debió dar la orden de aplazar esa misma noche las elecciones generales hasta que se aclarara el origen del complot que, si no fue un golpe de estado, lo pareció y, acaso, hasta lo fue en la práctica por sus gravísimas consecuencias que aún padecemos.    

Pero vayamos al toro, en este caso primer novillo de la tarde que salió corretón y muy suelto del capote de Posada de Maravillas quien, no obstante, tras fijarlo, lanceó apuntando las excelentes maneras que porta. También salió el burel suelto del inofensivo puyacito que recibió, perdiendo las manos de inmediato. Inexplicable que el palco aplicara el reglamento sin atender al sentido común, obligando a que fuera al jamelgo otras tres veces. Lo que le quitó aún más fuerza de la poca que tenía, razón de que el animal se defendiera con genio en la faena de Posada quien, no obstante, logró poco a poco templar sus incómodas embestidas, sacando a relucir con la muleta la clase que atesora con no poco aguante además de  su proverbial fácil donosura, fiel al concepto del toreo que le viene de cuna. Sobremanera en el toreo al natural las veces que el novillo no punteó tanto por alto. Posada mató muy bien, de estupenda estocada y el palco no concedió la oreja que le pidieron. Mal, señor presidente. Solo la estocada lo valió. Fue de premio por su impecable ejecución.

Casi un toro el toro fue el colorao cuarto. Brioso aunque sin clase en los lances de recibo. Fue al caballo de lejos al relance y, como el primero, perdió las manos. Delantales de trámite el quite de Posada. Había que aprovechar viajes. Consumió unos pocos Lorenzo en un inoportuno quite chicuelinero. Posada inició su faena citando con la derecha muy fuera de la rayas y pronto se hizo con el animal por redondos. Mejoró al natural con su privilegiada mano izquierda. Y eso que el toro ya no fue tan alegre como antes. Gran tanda a derechas, ganando siempre terreno tras cada pase que es lo que había que hacer. Cuantas veces hablamos de eso con su abuelo. ¡Ay si lo hubieras visto, Juanito, te habrías vuelto loco¡ Y sensacional de nuevo con la zurda. Preciosos los que dio al final intercambiados a pies juntos. Y media estocada en lo alto. Lagartijera. El puntillero fue quien le quitó la oreja por levantar al ya doblado novillo y repetir después varias veces, lo que enfrió al ayer muy frío público. Para mandar a paseo al subalterno. Posada fue muy aplaudido y la gente salió se la plaza hablando de él. Pero eso no vale en las cuentas finales. Debieron pedirle una oreja sobradamente merecida. Entre unos y otros, le quitaron la puerta grande.   

El debutante toledano, Álvaro Lorenzo, recibió al segundo novillo por templados lances.  Humilló noblemente el animal. Tampoco sobrado de fuerza, le aliviaron el castigo en varas. Gustó mucho el quite del valenciano que debutó con caballos, Cristian Climent. Replicó Lorenzo en tan buen tono como ya lo había hecho y brindó la faena al público seguro de que su enemigo le ayudaría. Como así fue por el lado derecho. Buenos los redondos y los de pecho con la zurda de remate. También algunos naturales aunque sin poder evitar un par de desarmes. No pasó nada para la mayoría.

Con el bravo quinto, quien sobresalió en el primer tercio fue el debutante  Climent en un quite por gaoneras. No quien lo mató que llegó inédito durante la lidia de este novillo hasta llegar la faena de muleta con la que anduvo francamente valiente, reunido y entregado aunque no lo templado que debió sin que nadie se inmutara para bien ni para mal.

Cristian Climent lanceó muy templado al tercer novillo. Un castaño con más cuajo que sus hermanos anteriores pero asimismo sin fuerza. Le simularon la suerte de varas en una sola e inexistente agresión y, menos mal, la presidencia cambió esta vez el tercio, que es lo que debió hacer en el primer novillo. Muy bien Montoliú en banderillas. Saludó una ovación. Climent brindó a sus paisanos entre ovaciones. Este niño posee el don del temple que le brota con naturalidad. Toreó muy despacio dando largo hueco en los cites. Primero con la derecha en sucesivas rondas que remató con los de pecho zurdos. Dobles tras recetar la cuarta. A menos el brío del muy noble novillo, al natural debió cruzarse más para darlos, algunos por cierto también muy buenos. Salvo el desarme al volver a derechas, repitió lo bueno con que inició el trasteo y, tras dar algunos ayudados por alto con recreo, entró a matar pinchando antes de agarrar un estoconazo. Pero tuvo que descabellar. Podría haber cortado una oreja.

El sexto novillo, con 525 kilos, casi otro toro, se lidió en la anochecida. Nada de particular ocurrió en el primer tercio. Pero sí en banderillas. Muy bien el gran peón José Antonio Carretero. Me sorprendió verle en la novillada. Climent repitió brindis al público. Supongo que por ver si se calentaba algo más. Así fue para celebrar los vibrantes y ligados redondos del chaval. No tan tersos como los del otro novillo que se defendió por arriba aunque embistió con brío hasta que se rajó. Bien el valenciano aunque no tanto como en su anterior oponente. Lo mejor fueron las ganas que le echó. Y el fulminante espadazo con que mató. Fue el único momento en que se calentó la parroquia. Por eso se pidió y concedió la única oreja de la tarde un tanto a favor del paisanaje.

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