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Curiosos tiempos los nuestros en que los partidos polĆticos espaƱoles no logran, tras mĆ”s de cien dĆas de parĆ”lisis institucional, dar con una fórmula que permita una investidura y posiblemente un pacto de gobierno.
La gran cuestión de fondo, ademĆ”s de que nadie quiere ser responsable de unas nuevas elecciones, es como se defienden mejor los viejos partidos despuĆ©s de la explosiva irrupción de los nuevos. Si bien PP y PSOE vivĆan felices con la situación de hecho de duopolio entre ellos, ahora tiene frente asĆ asimilar a los nuevos o, lo que es peor, asimilarse con ellos.
El duopolio imperante consiguió, a la limón, tergiversar nuestra Constitución, secuestrando la incipiente democracia española y convertirla en una bula para sus afanes de poder totalitario, rompiendo la separación de poderes y comprando, con subvenciones y dadivas, la libertad de prensa. España es una psudodemocracia, convertida de hecho en una partitocracia de dos, con ribetes claros de totalitarismo.
La irrupción de Podemos, ejemplo claro de populismo, puede romper la baraja. Nadie duda que, su aparición y rĆ”pido crecimiento, obedece a una reacción frente al duopolio que secuestró nuestra democracia pero, Āæes peor el remedio o la enfermedad? Los populismos siempre nacen con un liderazgo carismĆ”tico, apelan directamente al pueblo y acaban amenazando primero y excluyendo despuĆ©s a las instituciones polĆticas democrĆ”ticas de un Estado.
No entiendo nada. Si los dos protagonistas del duopolio se dan por enterados de la reacción popular, Āæno serĆa mejor que reandaran lo andado y juntos devolvieran a nuestra Constitución el sentido democrĆ”tico original en que fue redactada? ĀæAlguien me lo explica?