La izquierdita bienpensante y buenista se apresuraba a buscar en la biografía de Ana Julia algún atenuante a su aberrante actuación.
Tiene el director de Eldiario.es, Ignacio Escolar, la amabilidad de citarnos en la última entrada en su blog. Lo hace para, uno, referirse a nosotros como «diario de extremo centro» -Ignacio, revise por favor el eslogan de Intereconomía, ‘orgullosos de ser de derechas’, que para reivindicar lo del centro ya tenemos al PP y a Ciudadanos y para lo de los extremos también hay otros- y, dos, para darnos gratis una lección de ética periodística a cuenta de su valoración del caso Gabriel. Vamos con esto segundo.
Este lunes, en una España conmocionada por la aparición del cadáver del pequeño Gabriel y la detención como única sospechosa de la pareja del padre, las redes sociales se convertían en escenario de las furias ciudadanas. Lo hacían compartiendo espacio y protagonismo con las reflexiones de la izquierdita bienpensante y buenista, que se apresuraba a buscar en la biografía de Ana Julia algún atenuante a su aberrante, cruel y -lástima de corrección jurídica- presunta actuación.
Así, y después de varias decenas de comentarios criticando la furibunda (y comprensible, diríamos) reacción de cierta parte de la sociedad y llamando a neutralizar a las «hordas fascistas» que criticaban a Ana Julia ‘por ser mujer e inmigrante’, llegó la reflexión de Escolar. Lo que distingue a la reflexión de Escolar, a su particular valoración del caso, es que contó con la proyección mediática de todo un programa de máxima audiencia -Al Rojo Vivo-. Y es precisamente esa condición pública de su reflexión lo que nos permite valorarla cómo y cuánto nos dé la gana.
'El discurso del odio contra Ana Julia es por ser mujer, inmigrante y negra'
Según Escolar, el «discurso de odio» de las redes sociales contra Ana Julia está «azuzado por tres motivos: porque, además de ser una presunta asesina, es una mujer, es inmigrante y es negra». Los tres motivos son, si no nos equivocamos al contar y sabemos interpretar las comas en el lenguaje español, los de ‘mujer, inmigrante y negra’, que suman tres y van justo después del ‘además de ser una presunta asesina’. Y aquí es donde La Gaceta consideró necesario denunciar la barbaridad que había salido de la boca de Escolar. Hasta donde somos capaces de imaginar, suponemos que Ignacio no ha tenido la ocasión de preguntar uno a uno a los autores de comentarios sobre Ana Julia qué era lo que motivaba su sentimiento de odio hacia ella.
Gabriel fue estrangulado el día de su desaparición, según la autopsia
Cualquier persona con cierto sentido común entendería que el motivo de su odio era que esa persona había, presuntamente, acabado con la vida de un niño de ocho años, había escondido su cadáver y había protagonizado un espeluznante teatrillo de pena y conmoción, abrazando y besando al padre de una criatura a la que ella misma había quitado la vida. Son, a nuestro juicio, motivos suficientes para que muchos odien a Ana Julia. Que sea mujer -u hombre-; negra -o blanca o amarilla-; e inmigrante -o nacida en Valladolid- se tornan, en realidad, características más bien secundarias.
La madre de Gabriel, la admirable y ejemplar Patricia, pedía por favor que no se nombrara «a una persona que no es persona». Y tiene razón. La presunta asesina de Gabriel ha dejado de ser, también para el corazón social, mujer, inmigrante, negra, excarnicera o excamarera y se ha convertido, sencilla y llanamente, en una (presunta) asesina. Podía haber sido un presunto asesino, sí, pero en este caso es una presunta asesina. Y aprovechar la indignación ciudadana ante un asesinato para dar lecciones de tolerancia social, inclusión y feminismo es, a nuestro juicio, un poco inoportuno, bastante soberbio y muy típico de quienes están dispuestos a hacer uso de cualquier situación -incluso el asesinato de un niño- para hacer su política de cortas miras. Ignacio Escolar es muy libre de pensar lo que quiera. La Gaceta también.
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