Cuántas veces nos habremos preguntado para qué sirve realmente decantar un vino. ¿Es necesario? ¿Resulta beneficioso en algún sentido? La decantación del vino es un acto sumamente bello y encantador.
Hoy nos proponemos profundizar en él para entender su práctica al detalle.
Debe entenderse el término decantación como la transferencia del vino a un recipiente de cristal mayor que la botella antes de su servicio. Dicha práctica es muy útil cuando se da alguna de las dos circunstancias siguientes:
Si nos disponemos a tomar un vino viejo, como un gran reserva, por ejemplo, interesa separar los sedimentos, fruto del añejamiento natural del vino, del líquido. Antes de iniciar la decantación es muy recomendable haber tenido la botella en pie durante unas horas para asegurar que el precipitado descansa en el fondo.
Después de descorcharla, procederemos a verter el vino lentamente en el decantador dejando que resbale por el interior de sus paredes. Debemos ser sumamente delicados durante el proceso, pues los vinos de larga crianza pueden resultar muy frágiles. Si aspiramos a realizar una decantación perfecta, es recomendable que la botella no toque el cuello del decantador y que éste esté inclinado en un ángulo aproximado de 45º. Debemos asegurarnos también de tener una fuente de luz cerca de la botella que nos permita advertir la posible llegada de posos al cuello de la misma antes de que éstos puedan enturbiar el vino ya servido; dejar algo de vino en el fondo de la botella reduce este riesgo.
Por otro lado, podemos querer oxigenar un vino, es decir, acelerar el contacto del líquido con el aire con el objetivo de potenciar su aromática o liberarlo de aromas indeseados. En ocasiones, al abrir una botella de vino y servir una copa nos damos cuenta de que el vino está cerrado, poco expresivo o, incluso apreciamos en él algún aroma desagradable debido a la falta de oxígeno en el interior de la botella; es entonces cuando una decantación para airear el vino es recomendable. Conviene verter el líquido con algo más de energía, especialmente con los vinos jóvenes que raramente presentan sedimentos y emplear un decantador de buen tamaño que ayudará a acelerar el proceso.
Si ante una botella de vino tienes dudas acerca de la idoneidad de su decantación, sirve una copa y pasados unos minutos valora si el vino mejoró; de ser así, la decantación favorecerá con total seguridad al vino. Y no temas decantar también vinos blancos con crianza, ellos también gustan de ser bien tratados.
Por el Equipo de someliers de Vinissimus
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