Donald Trump ha ganado las elecciones norteamericanas sorprendiendo, como mĆnimo, a la prensa espaƱola y, con ella, a la mayorĆa de ciudadanos de buena y mala voluntad, que la tienen como Ćŗnica fuente de información. El que no se iba a comer una rosca por misógino, violento, especulador y xenófobo por no llamarle esclavista, todo ello a la luz del filtro de los medios de comunicación, ha resultado capaz de arrastrar a una mayorĆa de ciudadanos del paĆs mĆ”s importante del mundo, hasta derrotar a la saga Clinton y a todo un presidente, Obama, que ha hecho de las elecciones casi un referĆ©ndum sobre su mandato.
No me emociona nada Trump, pero menos me emociona que las democracias instauren sagas a modo de casas reales. No me emociona nada Trump, pero menos me emocionan los planteamientos de ingenierĆa social de la ex Secretaria de Estado. No me emociona nada Trump, pero parece que si emociona a muchĆsimos norteamericanos y eso es lo que importa. Entre dos candidatos mĆ”s bien flojos, el votante ha huido de lo de siempre, de lo tibio, de lo conformista, del mal menor y ha votado empuje, esfuerzo, lucha aunque esto suponga riesgo. Me va este inconformismo.
Siguiendo los programas televisivos desde EspaƱa, daba gusto ver la cara de tantos inquisidores de lo polĆticamente correcto como fruncĆa. Los votantes norteamericanos han abofeteado las ideas preconcebidas de aquellos que viven en la mediocridad y en los eslóganes vacĆos del Ć”mbito de lo socialista. Curiosamente el discurso del nuevo Presidente electo, a pesar de las meteduras de pata espetadas durante la campaƱa, ha sido de diez. Pasa pĆ”gina de lo dicho en la batalla electoral y busca despertar el esfuerzo y el trabajo en un paĆs medio dormido.
No entiendo nada. Como ya pasó con el Brexit y el referéndum regalo a las FARC, los ciudadanos votan por libre y eso a según quien le martiriza. ¿No es de envidiar un pueblo que toma sus decisiones independientemente de lo que le intentan imponer desde arriba? ¿Alguien me lo explica?