«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Tus ideas no circulan en libertad por la red

Ilustración de censura. Fuente: Shutterstock

Estos días se ha debatido mucho en España sobre las políticas agrarias y las leyes de los bosques. Sobre cenizas aún humeantes, el presidente culpó al cambio climático de los incendios de los últimos días y dejó entre desconcertados e indignados a quienes han sufrido en la puerta de su casa o en sus propias fincas las consecuencias del fuego. No pocas voces pidieron que se volviera a dejar el monte en manos de quienes viven allí y lo conocen desde hace siglos, e instaban a los políticos a dejar de acumular leyes supuestamente verdes que restringen la libertad y que no está claro a quién benefician.

‘The American Conservative’ analiza la situación que está provocando la agenda agrícola del Foro Económico Mundial, para concluir preguntándose: ¿Quién guía a los líderes de nuestras naciones?

En una línea similar, The American Conservative analiza la situación que está provocando la agenda agrícola del Foro Económico Mundial, para concluir preguntándose: ¿Quién guía a los líderes de nuestras naciones? ¿Nos están llevando a donde queremos ir? Por supuesto, no. Y por supuesto, no al menos a donde desean ir quienes viven del rural y la agricultura. Ni aquí en España ni en Holanda, ni en cualquier lugar del mundo donde las élites están tratando de cambiar las reglas del juego y poner en marcha “el gran reinicio”.

En Estados Unidos se habla poco –y en Europa, nada– del héroe de 22 años, Elisjsha Dicken, que evitó el domingo una gran masacre en un centro comercial de Greenwoodpark, en Indiana. Quince segundos después de que un pistolero comenzara a abrir fuego indiscriminadamente, matando a tres personas, Dicken sacó su arma y abatió al asesino, terminando de golpe lo que podría haber sido una gran matanza. Esto ocurre en medio del debate sobre las armas, que en suelo europeo suele simplificarse hasta el extremo; tal vez sea la razón por la que a la prensa del Viejo Continente no le interesa esta historia: porque podría sugerir que, en contra de lo que suelen decir los que se oponen al derecho a portar armas, también existen “buenos tipos con arma”, como definió a Dicken la Asociación Nacional del Rifle. 

Nunca hemos estado tan comunicados ni hemos tenido tanto acceso a la información y, al tiempo, nunca hemos estado tan controlados

“El problema de los tiroteos públicos masivos es extremadamente complicado y, si bien puede ser tentador o conveniente fingir lo contrario, es muy poco probable que una sola solución pueda controlar el flagelo”, señalan los editores de National Review, “solo transcurrieron 15 segundos entre el comienzo del tiroteo en el Greenwood Park Mall y la intervención de Elisjsha Dicken. Si Dicken no hubiera estado allí, a las tres personas inocentes que fueron asesinadas se les habrían unido muchas otras”.

Y una de las razones por las que el debate sobre las armas, como tantos otros, no se puede producir con normalidad es porque nunca hemos estado tan comunicados ni hemos tenido tanto acceso a la información y, al tiempo, nunca hemos estado tan controlados y tan privados de libertad para acceder a esa información cuando se sale del discurso oficial. 

Los conservadores necesitan recuperar el terreno perdido y entrar en las batallas culturales, pero (…) urge garantizar que los canales de comunicación no mutilen a placer los discursos públicos.

Los conservadores necesitan recuperar el terreno perdido y entrar en las batallas culturales, pero además, para que pueda darse confrontación ideológica, urge garantizar que los canales de comunicación no mutilen a placer los discursos públicos

En medio de esta permanente polémica por la censura de las Big Techs, The Federalist se hace eco de un estudio del Centro De Investigación de Medios (MRC) que arroja datos desalentadores sobre la verdadera situación de la libertad de información cuando las nuevas tecnologías están de por medio. La novedad del informe es que no se centra en el censurado, sino en la censura colateral que la prohibición de contenidos provoca. “El impactante estudio de MRC muestra que la ola de censura de Big Tech no se limita a las personas a las que se dirige”, señalan, “también afecta a sus millones de seguidores, a quienes se les prohíbe cualquier información que los gigantes de izquierda quieran aplastar”. 

Los conservadores necesitan recuperar el terreno perdido y entrar en las batallas culturales, pero además, para que pueda darse confrontación ideológica, urge garantizar que los canales de comunicación no mutilen a placer los discursos públicos que se dan en las redes para teledirigirlos.

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