Visión ultramarina de su apostolado
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RECORDANDO AL PADRE LORING
Sí alguien me pidiera que citase tres de las obras que más han influido en mi modo de pensar, sin titubeos, junto con El Quijote y las Sagradas Escrituras, mencionaría “PARA SALVARTE”, cuyo autor es el Padre Jorge Loring, S.J.
Un libro fuera de serie, una auténtica enciclopedia para los católicos del siglo XXI, que lleva cerca de sesenta ediciones y más de millón y medio de ejemplares.
Uno de esos libros excepcionales que todo buen católico no debe dejar de leer al menos una vez en la vida.
Un libro que, por todos los temas relacionados con el dogma y la moral católicas, es una obra imprescindible que –gracias a su índice temático- puede consultarse con gran facilidad.
Ni duda cabe que solamente un personaje como el Padre Loring podía haber escrito una obra con tales características.
Como miembro ilustre de la Compañía de Jesús, el Padre Loring comprendió muy bien que de nada vale poseer los más amplios conocimientos si se carece de ese don tan especial que permite ponerlos al alcance de todos.
Como buen jesuita, el Padre Loring supo hacer gala de un gran sentido práctico con el objeto de que sus enseñanzas no se perdiesen en el aire o se arrinconasen en alguna biblioteca.
Y fue así que se convirtió en toda una estrella de los medios ya que se le veía tanto dando conferencias en cualquier punto del Mundo Hispánico o de los Estados Unidos como sosteniendo debates en radio y televisión.
Toda una estrella que supo siempre captar la atención de radioyentes, lectores y televidentes.
Ahora bien, haciendo gala de ese gran sentido práctico que caracteriza a los jesuitas, nuestro personaje comprendió muy bien aquello de “verba volant, sripta manent” (“Las palabras vuelan, lo escrito permanece”)
Y fue por ello que se decidió a poner no solamente en los libros sino también en videos, cassettes e incluso internet sus conferencias y debates.
“Aún después de muerto, seguiré predicando”, repetía con frecuencia.
Un predicador que para ponerse a la al tura del pueblo no se rebajaba al nivel de la plebe como lo hace un vulgar demagogo sino que más bien, el inclinarse para llegarle mejor a su público, lo que hacía era elevar a quienes acudían a escucharlo.
Un jesuita que hizo profundos estudios acerca de la Sábana Santa y de la Tumba de San Pedro .
Un buen amigo que tuve el honor y privilegio de tratar en el ya lejano 1987, año en que vino a México para hacer un estudio científico, histórico y sociológico acerca de la Virgen de Guadalupe.
Fruto de sus investigaciones guadalupanas –no podía ser de otra manera- fue un video que en España se vendió como pan caliente.
Un soldado aguerrido de la Compañía de Jesús que, por defender a la Iglesia y a la verdad jamás tuvo un minuto de descanso, exceptuando los días previos a su deceso en que, por prescripción médica, se vio obligado a guardar cama.
Y es que al Padre Loring, con más de nueve décadas sobre los hombros, solía vérsele sosteniendo acalorados debates en programas de televisión o foros culturales.
Pues bien, tan ilustre científico y valiente defensor del catolicismo se presentó ante el Tribunal de Dios en un día muy señalado: El 25 de Diciembre de 2013. Tenía 91 años de edad.
Ateniéndonos siempre al juicio de la Iglesia, todo hace suponer que su entrada en el Reino de los Cielos ha de haber sido apoteósica al recibirle de pié y con un aplauso atronador todo el coro de los bienaventurados.
Y entre ellos, el gran San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, quien tal vez con lágrimas en los ojos, no habría podido contener la emoción al recibir a uno de sus hijos más ilustres.
Sean estos párrafos un tributo de admiración y gratitud a un religioso sabio y valiente que, al igual que el Cid, seguirá ganando batallas después de muerto.
Nemsio Rodríguez Lois
