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El dictador busca mantenerse en el poder a través de la represión

Ortega agudiza la crisis en Nicaragua: decapita a la oposición y cierra la puerta a los organismos internacionales

El dictador sandinista Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo
El dictador sandinista Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Europa Press

El cerco se va cerrando y son muy pocas las opciones para una salida pacífica a la crisis política en Nicaragua en la que ha sumergido al país el régimen sandinista de Daniel Ortega, crisis que se ha agudizado con la expulsión de Managua a la Organización de Estados Americanos (OEA), cuya sede fue ocupada por las fuerzas de seguridad y posteriormente confiscada la propiedad.

El exasesor del Congreso de Estados Unidos, Jason Poblete, un conocedor de la situación nicaragüense, considera que solo hay tres vías: “El statu quo, que sería un gran error; negociaciones, o la guerra”.

Aunque son muy pocas las salidas, Ortega ha desechado la negociación nacional con dos fallidos diálogos, procesos con los que se nutrió para ganar tiempo y eliminar a sangre y fuego las protestas de abril de 2018. En el campo internacional, el dictador ha cerrado los espacios a organismos multilaterales como la OEA, inicialmente con el anuncio de la salida de Nicaragua del organismo el 19 de noviembre de 2021, y luego, la semana pasada, con la expulsión de la OEA de Nicaragua, considerada una violación al derecho internacional por expertos.

Poblete estima que, ante las circunstancias, una negociación bilateral entre Estados Unidos y Nicaragua es una de las pocas opciones que podría considerarse ante la crisis que afecta a la nación centroamericana.

Ortega ha decapitado a la oposición política al retirar personalidad jurídica a los partidos políticos de oposición, la represión ha llevado a los opositores al exilio, mantiene encarcelados a activistas -incluyendo a sus excamaradas que gobernaron con él durante el primer régimen sandinista- y a los siete exaspirantes presidenciales, condenándolos con largas sentencias.

De hecho, asegura que el sistema internacional no ha sido efectivo.

Y es que, en el caso de la OEA, algunos países se han plegado a favor de la dictadura pese a las violaciones de derechos humanos del régimen y el organismo carece de un órgano coercitivo. Hasta ahora la OEA no ha logrado la aplicación de la Carta Democrática Interamericana.

“Quiero que alguien me diga un caso donde utilizando el sistema internacional de la manera que se utiliza en América Latina ha llegado a algo bueno, ni uno, por eso es que he sido un crítico”, sostiene.  

Ante ese escenario, Poblete es de la opinión de que el sistema bilateral podría ser más efectivo, una negociación entre Estados Unidos y Nicaragua, que debería incluir a sectores de la oposición.

Sin embargo, la administración del presidente Joe Biden no parece mostrar interés de negociación con la dictadura de Ortega y su esposa Rosario Murillo, a diferencia de Venezuela. Poblete lo reconoce. “No veo nivel serio del Gobierno de Estados Unidos negociar con Ortega”.

Algunos expertos nicaragüenses sostienen que las acciones de Ortega buscan una negociación con Estados Unidos, aunque públicamente despotrica contra el “imperio yanqui”.

La labor de organismos estadounidenses como el Wilson Center, el Instituto de Paz, el Instituto Nacional Demócrata (NDI) o el Instituto Republicano Internacional (IRI) tampoco ha sido efectiva para Poblete. “Son entidades fundadas por contribuyentes estadounidenses, y todos están implementando programas fallidos por décadas”.

En el caso de Nicaragua, estos organismos han financiado a grupos de la oposición, en su mayoría de izquierda, vinculados al hoy sandinismo disidente de Ortega que poseen oenegés; sin embargo, no gozan de mucha aceptación en Nicaragua.

“Es una industria donde hay bastantes ONG que se enriquecen de todo esto, eso es parte de la ‘pulpocracia’ internacional”, puntualizó.

Oídos sordos en el empresariado

Una parte del sector empresarial es señalado de complicidad con el régimen y seguir haciendo negocios con Ortega, convertido en empresario tras su retorno al poder.

Cuatro miembros del sector privado se encuentran tras las rejas, dos de ellos son el presidente y vicepresidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep); sin embargo, no se escuchan exigencias de la cúpula empresarial para lograr la libertad de sus líderes, pese al poder que tienen en el campo económico. En sus redes sociales venden una imagen de normalidad en Nicaragua.

“Soy un defensor del sector privado, del libre mercado, pero en Nicaragua lamentablemente algunos miembros del ‘gran capital’ les gusta ese sistema de Ortega y les gusta esa relación de monopolio que tienen ellos con la economía nicaragüense, eso es peor que Ortega, y quizás esto va a crear un choque, pero veo el monopolio que han creado en el mercado en Nicaragua”, subrayó Poblete.

Las sanciones

La respuesta de Estados Unidos a los desmanes de Ortega han sido las sanciones que, a juicio de Poblete, no han cambiado la situación en Nicaragua. Algunos sectores de la oposición se pronuncian a favor de sanciones a la cúpula empresarial, pero Estados Unidos sigue sin tomar cartas en el asunto.

“El pueblo de Nicaragua se pronunció hace tiempo, el Movimiento del 18 de abril fue lo mejor, la única oportunidad que yo he visto desde que acabó la guerra en Nicaragua por un cambio y de un basta ya y mira lo qué pasó. Hubo una purga total, y después de la purga total con impunidad [Ortega] ha destruido lo poco que quedaba de oposición y ha creado una cultura de intimidación. Nicaragua está peor de lo que estaba en ese entonces, y hemos estado haciendo lo mismo, sanciones, proyectos de ley, utilizando ONG y a qué va eso, hay que tener una conversación muy seria como estadounidenses, no estoy hablando por el pueblo nicaragüense, pero para mí si tenemos que cambiar la política, que empiece acá con cambiar todos esos programas que no han funcionado y el gobierno de mi país debe enfocarse en una política que funcione. Ese es el único punto que discrepo con republicanos y demócratas”, señaló.

“El statu quo sin negociación va a terminar en guerra. En Nicaragua nadie quiere guerra”.

Nicaragua ha enfrentado dos guerras en menos de medio siglo que dejó unos 100 mil muertos: la de 1979 contra la dictadura somocista, y la de la década de los 80 contra la dictadura sandinista que gobernó Nicaragua entre 1979 y 1990, respaldada por la dictadura castrista.

Ortega ha recrudecido la represión en el país, mantiene bajo vigilancia y amenazas a activistas opositores y a líderes de la Iglesia Católica. El dictador persigue mantenerse en el poder a través de la represión y busca domesticar a la población como ha sucedido con Cuba.

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