«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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los barrios no pertenecen a la izquierda

Estar es defenderse

La negativa de Santiago Abascal de suspender el acto de VOX ante el acoso de los violentos marca la línea a seguir para hacer frente al totalitarismo de la izquierda.

«Ahora vuelvo». El líder de la formación bajaba del atril no sin antes lanzar una advertencia a los violentos que lanzaban piedras y un mensaje de esperanza a los allí presentes. Y volvió. Tras exigir al jefe del dispositivo que garantizara la seguridad de los asistentes al acto, Abascal tomó la palabra para denunciar el abandono de la izquierda al barrio de Vallecas y la traición de sus líderes, como Pablo Iglesias, a todos los trabajadores.

La negativa de Abascal de suspender el acto de VOX no responde a una acción puntal, sino a la convicción de que estar, en Vallecas o donde haga falta, es defender a los desprotegidos de los violentos que los acosan a diario en las calles, los barrios y los pueblos.

Como ya hiciera en Sestao, cuando abertzales atacaron el mitin de VOX durante la campaña de las elecciones autonómicas vascas con la complicidad del lehendakari Íñigo Urkullu, Abascal respondió a los violentos con un baño de realidad, evidenciando que los barrios no pertenecen a la izquierda y que la alternativa social y patriótica que lidera es la opción política elegida cada día por más y más trabajadores.

Trabajadores a los que la izquierda ataca y criminaliza a diario, pero a los que la campaña electoral reclama el voto como si de una propiedad privada se tratase. Trabajadores que han encontrado en VOX una alternativa que sí denuncia los problemas que afectan a sus barrios como la degradación o la inseguridad.

Mientras Pablo Iglesias defiende a los ‘menas’, los inmigrantes ilegales o los okupas, estos acosan a las mujeres de Vallecas, roban a las madres de los trabajadores y ocupan las viviendas de españoles que madrugan cada día para sacar a sus familias adelante. La izquierda es aliada de todos los delincuentes que degradan los barrios y rompen la convivencia.

Abascal no se fue. Ni se irá. Como tampoco Rocío Monasterio, Javier Ortega Smith o Jorge Buxadé. Porque frente al totalitarismo y la violencia de la ultraizquierda, está la convicción de que estar, hoy más que nunca, es defenderse.

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