«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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el cinturón rojo es cada vez más verde

VOX toma Vallecas y la izquierda batasuniza Madrid

Vivas a ETA en el barrio en que los terroristas vascos asesinaron a seis personas con un coche-bomba en 1995. Lanzamiento de piedras, adoquines, botellas, latas de cerveza y hasta un enorme palo de madera patrocinados por Pablo Iglesias y la inacción del ¿prevaricador? ministro Marlasca. Todo esto y más se encontró VOX en el acto de precampaña en Vallecas. Se escucharon cosas terribles (“A por ellos como en Paracuellos” o “Arriba con la Goma 2 que Vallecas se prepara, que Vallecas se prepara, ¡pim, pam, pum! la revolución”) en un clima guerracivilista que todavía no parece preocupar a casi nadie. La violencia es amparada por el Gobierno y eso no ocurría desde 1936. El acto tuvo que interrumpirse varias veces por la lluvia de piedras que caía indistintamente sobre las cabezas de simpatizantes y líderes de VOX. 14 heridos -dos con la cabeza abierta- y un policía pateado en el suelo fue el balance de lo que la izquierda sigue llamando “lucha antifascista” para enmascarar su vocación de terrorismo callejero. Madrid, qué triste es verlo in situ, es ya tierra batasunizada en la que se pita el himno de España. 

Es probable que a este ritmo muy pronto veamos un muerto, sobre todo porque quienes pueden evitar la violencia juegan con fuego. No hay país civilizado que tolere que todo un vicepresidente del Gobierno saliente jalee e instigue ataques contra un partido respetuoso con la ley o que un ministro del Interior ate de manos a sus propios policías. El dispositivo-Marlasca (qué diferente se mostró impidiendo el acceso de simpatizantes de VOX al acto en Sevilla del 17 de marzo) convirtió la plaza de la Constitución de Vallecas en una ratonera para VOX en la que Abascal -sin travestirse con una sudadera de una serie de Netflix- sorteaba las piedras que le arrojaban cuando tomó la palabra en el atril. Media hora antes del inicio del acto la plaza vallecana estaba rodeada por centenares de cachorros de la extrema izquierda a las órdenes de Bukaneros, los ultras del Rayo. La atmósfera fue calcada a la que sufrió VOX en Cataluña y las provincias vascas: cordones policiales excesivamente tolerantes con los violentos a los que apenas separaban unos metros del escenario. Abascal bajó y contó 18 pasos. 

En mitad de las pedradas Macarena Olona llamó a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, para contactar con el ministro Marlasca y exigirle cargar contra los violentos. En vano. Las piedras seguían cayendo y acto seguido se vivió un momento surrealista: Olona, que atendía en directo a un programa de radio, narraba cual reportera la tormenta de odio y violencia desatada. Una piedra alcanzó la mano del diputado por Guadalajara, Ángel López, que fue trasladado al hospital.

Todo ello se podría haber evitado y bien que se intentó. Horas antes VOX denunció ante la Junta Electoral y la Delegación de Gobierno a los grupos de extrema izquierda que anunciaron sus amenazas. Nada se hizo y Vallecas engrosa así la lista donde la violencia aplasta a la libertad. A saber: Oñate, Sestao, Baracaldo, Vitoria, Bilbao, Vic, Sabadell, Salt, Gerona o Reus. En ninguno de esos sitios VOX se pudo expresar con normalidad. Igual que en el Arco del Triunfo de París están grabadas las victorias de la Grande Armée, VOX podría enviar al ministro del Interior una placa con todos los lugares en los que sus derechos electorales han sido pisoteados. 

Se corre el riesgo, sin embargo, de que la lluvia de piedras sepulte logros realmente admirables como que Vallecas ya no es el coto privado de nadie, que el cinturón rojo es cada vez más verde, que el fin de Iglesias se acerca, que la equidistancia de la prensa con VOX indigna cada vez a más gente o que las encuestas que dudan de la entrada de Rocío Monasterio en la Asamblea no se las creen ni Tezanos ni Teodoro.

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