«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
'Vamos a apoyar […] la emergencia climática'

‘Green spying’: La Inteligencia británica espiará a los países que incumplan sus compromisos climáticos

“Me temo, Dr. No, que sus días de emitir CO2 por encima de la cuota acordada han terminado”. Cualquiera de estos días podremos oír algo así en una futura película de James Bond, ahora que la mítica agencia de Inteligencia al servicio de Su Majestad, el MI6, ha empezado a enfocar sus acciones de espionaje hacia lo verde. Ya estoy viendo en breve una Operación Greta contra una red de malvados contaminantes.

Gran Bretaña será la anfitriona de la próxima cumbre del clima, COP26, y con tan augusto motivo el jefe del espionaje británico, Richard Moore (nombre clave: “C”), ha anunciado en declaraciones a Times Radio que la agencia está centrando sus esfuerzos en el “espionaje verde”, para verificar que los países más contaminantes del mundo cumplen su compromiso de reducción de emisiones de gases causantes de ese cambio climático que nunca acaba de llegar.

Moore, que ha calificado el pacto climático como “el principal punto de la agenda internacional para este país y para el planeta”, señaló que «nuestro trabajo consiste en poner luz allí donde hay gente que preferiría que no hubiera, así que vamos a apoyar […] la emergencia climática y, por supuesto, tendremos una misión en ese sentido”.

No hay licencia para emitir CO2 por encima de lo pactado, así que el futuro 007 -conduciendo sin duda un Tesla en lugar del mítico Aston Martin- tendrá que infiltrarse en fábricas y centrales térmicas con medidores de dióxido de carbono. «Cuando la gente firma compromisos sobre el cambio climático, quizá sea nuestra labor asegurarnos de que lo que de verdad están haciendo refleja lo que se han comprometido a hacer”, aclara C. “Como alguien solía decir, “confía, pero verifica”. En el asunto del cambio climático, en el que todos los que se suman deben jugar limpio, ocasionalmente hay que asegurarse de que lo están haciendo”.

No creemos que la CIA, que ahora que Biden ha decidido que el gran peligro de seguridad inminente es el ‘supremacismo blanco’ presume de agencia ‘woke’, se haya quedado atrás en esto del espionaje verde y probablemente tenga ya un nutrido departamento dedicado a contra osos polares. Después de todo, la nueva administración ha sido la primera en elevar el cambio climático a cuestión de seguridad nacional, nombrando a John Kerry su ‘Enviado Climático’ con un puesto en el Consejo de Seguridad Nacional. Biden, que inmediatamente retomó los acuerdos de París sobre el clima que Trump había abandonado, ha anunciado que Estados Unidos reducirá sus emisiones a la mitad.

Al cierre de esta edición no hemos podido comprobar si chinos y rusos están temblando ante las palabras de C o partiéndose la caja, pero personalmente nos inclinamos por lo segundo.

Desde que ninguna de las agencias míticas de inteligencia fue capaz de prever el acontecimiento más relevante y aparatoso del siglo pasado -la caída de la URSS, el archienemigo-, los espías están a otras cosas, menos emocionantes pero a menudo más peligrosas para el ciudadano común.

En Estados Unidos, por ejemplo, según informa el diario británico Daily Mail, el FBI ha estado investigando cantidades ingentes de comunicaciones espiadas por la Agencia de Seguridad Nacional en busca de información sobre “extremistas violentos con motivación racial” sin orden judicial alguna, aunque ya se le ha advertido que está vulnerando la ley.

Lo revela un informe recién desclasificado de un tribunal de supervisión de los servicios secretos, y muestra que el FBI ha seguido pasándose por el forro la más elemental protección del derecho a la intimidad estudiando bases de datos ‘sensibles’ recopiladas por la NSA en investigaciones criminales rutinarias, pese a las advertencias judiciales.

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