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La solidaridad racial empieza por una misma

La fundadora de Black Lives Matter se marca un ‘Galapagar’ y se compra una mansión

Violentas protestas promovidas por Black Lives Matter en Estados Unidos.

La marxista confesa Patrisse Khan-Cullors, cofundadora del grupo Black Lives Matter, que tanto animó las calles de las ciudades norteamericanas en vísperas de las pasadas presidenciales, es de la escuela de nuestro Pablo Iglesias, un sector con infinitos adeptos en la izquierda radical. Convencida de que “las vidas negras importan”, ha empezado por procurar que importe la suya propia y se ha comprado varias propiedades inmobiliarias, entre ellas una mansión de 1,4 millones de dólares en un vecindario pijo de California, con una población 88% blanca.

Según Dirt.com, la vivienda está situada en el idílico barrio de Topanga Canyon, a 48 minutos de Los Ángeles y a menos de 30 de Malibú.

Pero lo más interesante quizá no sea la casa en sí -con pabellón para invitados, como en cierta propiedad de Galapagar de la que en estos días baja el líder de los parias de la tierra para internarse puntual y brevemente en barriadas obreras-, sino que Topanga tiene una población negra inferior al 2%. Como bien sabe nuestro amado líder podemita, nada ayuda más a conocer objetivamente los problemas del grupo que pretendes representar como verlos de lejos.

Khan-Cullors, faltaría más, puede vivir donde le plazca, pero el hecho de que haya elegido específicamente una comunidad tan escasa en ‘hermanos’ y que disponga para sí de tanto dinero -Soros puede ser cualquier cosa, pero generoso con los suyos siempre ha sido- no deja de ser un caso más de hipocresía progresista y revolucionaria que clama al cielo. Según el New York Post, Khan-Cullors ha comprado en total cuatro casas de lujo y también propiedades en las Bahamas en un resort exclusivo. Porque la solidaridad racial empieza por una misma.

Sobre todo porque Black Lives Matter ha sembrado la desolación en numerosas ciudades de Estados Unidos, destruido propiedades, saqueado negocios y provocado una veintena de muertes, eso sí, en ciudades mucho menos agradables que Topanga. Sus protestas, además, han llevado a numerosos municipios a reducir o ‘reestructurar’ sus fuerzas policiales, lo que se ha traducido en un considerable aumento del número de crímenes violentos, que Khan-Cullors podrá contemplar tranquilamente en la televisión desde su plácida mansión de Topanga.

La reacción en redes a la noticia ha sido inmediata, siendo “fraude” el término publicable más repetido, aunque Twitter ha borrado numerosos mensajes de crítica.

La hipocresía de la izquierda no es noticia. Debería serlo, pero ni es nueva ni es del agrado de los medios del régimen. En España tenemos amplia experiencia, intensificada hasta el paroxismo con la llegada al poder de la izquierda radical de Podemos, pero en Estados Unidos la han convertido casi en un arte. Sería agotador enumerar siquiera los ejemplos más egregios, no solo por la cantidad de casos, sino por lo extenso de las temáticas. ¿Cambio Climático? Obama, nada más dejar la Casa Blanca, se compró una espectacular mansión en Martha’s Vineyard tan en primera línea de playa que, si la apocalipsis predicada por Greta Thunberg es tan cierta e inmediata como se pretende, en uno o dos años tendrá una casa sumergida. Por no hablar de estrellas de Hollywood y profetas de todo lo verde como Leonardo DiCaprio, Matt Damon, o Harrison Ford, que no van ni a la esquina si no es en su avión privado, como si fueran un presidente socialista del gobierno español.

¿Inmigración ilegal? Todo el progresismo de campanillas es muy partidario, “imagine there’s no country”, que además les pone más barato encontrar jardinero y chófer sin veleidades sindicales, pero todos viven en barrios amurallados, con seguridad privada y una exquisita selección de vecinos.

Hasta en las restricciones contra la pandemia se les sorprende constantemente: todos son partidarios de las medidas más draconianas, siempre que no se les apliquen a ellos que, como el gobernador de California, Gavin Newsom, pueden celebrar cumpleaños de amigos en restaurantes de lujo, sin mascarillas ni distancias de seguridad. Aquí son más de irse a la Semana de la Moda de Mercedes, a cenas para celebrar el aniversario de periódicos afines o a eventos varios que les permitan pasar las vacaciones en las Islas Baleares.

Propongo un nuevo lema para Podemos: “Todos somos Khan-Cullors”. Yo sí te creo, hermana.

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