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La muerte del preso político Hugo Torres evidencia que Ortega no se irá del poder por las buenas

Hugo Torres junto a Daniel Ortega, cuando hacían causa común en el sandinismo. Reuters

Para el economista y académico Francisco Larios no hay soluciones mágicas o milagrosas para dar al traste con lo que calificó como “una de las peores y terribles dictaduras de Latinoamérica”, la de Daniel Ortega; cuya salida del poder tendría nuevamente un alto costo para el país porque ningún régimen “cae solo, hay que botarlo”.

El costo al que hace referencia Larios Nicaragua lo ha vivido y pagado con sangre, mutilados, desaparecidos, fusilados y miles de muertes. Pese a la trágica experiencia el país cayó en nuevamente en 2007 en manos de otra dictadura. Actualmente es la tercera en 70 años, y segunda en manos del sandinismo. Antes de la sandinista, fue la somocista derrocada por el Frente Sandinista de Liberación nacional (FSLN) en 1979.

“Es un gobierno que está vacío, hueco, corrupto y es ilegítimo, pero no caerá solo, hay que botarlo y entonces lo que vaya ocurrir y cuando ocurra depende de la capacidad que tengamos los nicaragüenses de quitarnos la venda de los ojos de dejar esperar soluciones mágicas, milagrosas que incluyen la intervención de poderes foráneos y nos demos cuenta de la dura realidad que hay, una tiranía de terror prácticamente entre las peores y terribles que ha habido en Latinoamérica”, afirmó Larios.

Ante ese escenario, que se sostiene por las armas, asegura que solo existen dos opciones: uno es la sumisión y resignación permanente de esclavitud y de hambre en la que calcula habrá muertos y encarcelados y torturados.

Y la segunda,es luchar por el derrocamiento de la dictadura que, por supuesto involucra el sufrimiento, pero al menos hay un camino de esperanza”.

“Confío que tratándose de un régimen que es ilegítimo que tiene escaso apoyo y que no tiene nada que ofrecer al pueblo en general y cada vez menos a sus propios partidarios, y que crea crisis dentro de sus partidarios por hechos como el asesinato de Hugo Torres, confío con la acción del pueblo organizándose de manera clandestina, sigilosa e inteligente atacando con mucho cuidado los flancos débiles del enemigo, asfixiándolo desde el exterior, haciendo la exigencia de la libertad incondicional de los presos políticos, haciéndolo una prioridad y un escándalo [internacional] hasta que termine la dictadura. Creo que por ese camino va el régimen”, valora el académico. 

Uno de los escándalos que se enfrenta Ortega es el de la muerte del preso político y general en retiro Hugo Torres, que padecía una enfermedad terminal y, pese al grave cuadro clínico, el régimen lo mantuvo encarcelado, una situación que podría haber acelerado su deceso ante el sometimiento al estrés, torturas y una falta de atención médica adecuada.  Torres fue uno de los guerrilleros que contribuyó a sacar a Ortega de la cárcel en 1974, a través del asalto a la casa de un alto funcionario del régimen de Anastasio Somoza Debayle, que fue asesinado durante la operación.

Ortega, que llevaba siete años en la cárcel al momento del asalto a la residencia del funcionario, pagaba por un crimen y el asalto a un banco. Años más tarde Torres participó en el asalto al Palacio Nacional para exigir la liberación de otros presos políticos. Tras el triunfo del sandinismo, fue el fundador de la tenebrosa Seguridad del Estado, el órgano torturador y represivo de la oposición al sandinismo. Luego pasó a engrosar las filas Ejército Popular Sandinista, donde ocupó múltiples cargos.

Torres murió en manos de quien antes había salvado. Era uno de los 47 opositores detenidos en la última redada efectuada de mayo a noviembre pasado.

Para Larios, la dictadura de Ortega “no puede sobrevivir sin presos políticos. Puede excarcelar a los opositores, pero inevitablemente [va a] encarcelar a otros o a los mismos porque es un gobierno ilegítimo, [que] va a tener oposición y gente que lo quiere sacar del poder. Y como no tiene ninguna vocación democrática sino una inclinación totalitaria va a hacer todo lo que considere necesario en un momento dado para mantener el poder, independientemente de lo que diga la comunidad internacional, los políticos, o la población”.

¿Qué va ocurrir con los detenidos?

Para Larios, los presos políticos son una ficha de canje del dictador. “He sido de la opinión que Ortega los ha detenido para excarcelarlos con beneficios para él para tener con qué negociar”.

Una negociación en la que algunos grupos han mostrado interés.  “La nueva cúpula del Cosep, que es una institución que le ha sido robada a los empresarios y esta en manos de una cúpula oligárquica, incluso el presidente del Cosep es un aparente socio de Ortega, la gente de la Alianza Cívica que son grandes operadores políticos del gran capital y luego un grupo de militares retirados son los que han dicho: nos sentamos con Ortega”, apunta el entrevistado.

“Esta gente, el Cosep, la Alianza Cívica no tienen representatividad, no tiene legitimidad, la han perdido. Son instituciones desprestigiadas a lo largo de estos tres años y la gente los señala como responsables de la derrota de la insurrección cívica, manipuladores y pactistas”, señaló.

Los familiares de los presos políticos fueron los primeros en solicitar el diálogo en un intento de lograr la libertad de sus seres queridos, pero la respuesta de Ortega fue iniciar los juicios. Una veintena han sido enjuiciados y encontrados “culpables” por la dictadura.

Larios sostiene que el diálogo solo beneficiaría a Ortega. “Ese diálogo no va a servir para que le restauren las libertades democráticas al pueblo porque en eso Ortega no puede ceder. En lo único que Ortega podría ceder es en sacar a los presos. Y digo sacar o excarcelar, no digo liberar porque el gesto de Ortega sería una excarcelación condicionada y ni siquiera permanente, porque mientras esté en el poder de manera dictatorial, él los puede volver a encarcelar en cualquier momento bajo cualquier acusación, al margen de cualquier ley. No es lo que corresponde hacer, que sería una liberación incondicional de todas estas personas que hoy en día tienen estatus de secuestrados, porque el poder que los encarcela ni siquiera es legítimo”, subrayó.

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