En Quito, Ecuador, se dio el génesis de las “brisas bolivarianas”. Aquellas sobre las que Nicolás Maduro advirtió en octubre del 2019. Brisas que luego se extendieron por Colombia y Chile y causaron un alto a la economía regional, de la mano de destrucción y violencia.
A dos años de la subversión que paralizó la región, el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso dio un discurso desde el palacio presidencial que puso un alto a la dirigencia indigenista que orquestó los disturbios que destruyeron la capital del país.
“A Quito lo defendemos todos, no es posible que se quiera hacer una apología del delito por parte de aquellos que hace dos años intimidaron a la capital, incendiaron un edificio público, secuestraron policías, periodistas, agredieron por la espalda a uno de los periodistas. Eso no es posible. Aquí la presencia de ustedes, en compañía del Gobierno, es pare decirles a los violentos que a Quito lo defendemos todos”, exclamó.
“Muchas gracias por su apoyo. Que nos escuchen bien los que están en la Casa de la Cultura, que aquí estamos los quiteños y ecuatorianos que vamos a defender a Quito y no vamos a permitir nuevos desmanes, nueva violencia, nueva agresión y nuevo ataque a la ciudad, a Quito lo defendemos todos”, dijo Lasso ante sus simpatizantes.
Junto a su esposa, la primera dama María de Lourdes Alcívar, agradecieron a las personas presentes por el apoyo. También estuvo en el balcón presidencial la ministra de Gobierno, Alexandra Vela. Ante la amenaza de un “nuevo octubre” la presencia de Vela era crucial.
“Aquellos que dicen aspirar al Joker de la película de Batman -continuó Lasso-, les decimos que los malos solo ganan en las películas, en la realidad ganamos aquí los ecuatorianos, los quiteños, los que queremos defender a Quito”, enfatizó.
Según las cifras del Banco Central la violencia y los destrozos de octubre del 2019 dejó 249 víctimas de vulneraciones a derechos humanos y un total de 821.68 millones de dólares en daños económicos.
Mientras Lasso estaba en el Palacio de Carondelet, en el escenario del Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) estaba el titular de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), Leonidas Iza Salazar. Desde ahí anunció que se configura un escenario “similar” al de la revuelta del 2019, que resultó en al menos 11 muertos.
“Un gobernante que no escucha al pueblo. Siguen incrementando los precios de los combustibles. Por eso nos urge; son los mismos antecedentes para el levantamiento de octubre del 2019”, amenazó Iza, quien advirtió “comunismo indoamericano o barbarie” en el libro titulado “Estallido”, que lanzó en Washington.
“Octubre vive, la lucha sigue” decían los carteles de la Conaie, el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), Frente Popular, entre otras organizaciones, durante la conmemoración del levantamiento del 2019, que tuvo éxito en cuanto a la derogatoria del Decreto 883, que eliminaba el subsidio a los combustibles.
A diferencia de Chile, que vivió meses de destrucción, en Ecuador esta no superó las dos semanas. Por medio de la pacificación de la Iglesia Católica, el Gobierno pactó un acuerdo con la dirigencia indigenista. Ahora Iza señala que las condiciones desde entonces han empeorado.
El líder de la Conaie puso dos condiciones claras para el diálogo: primero, que se congele el precio de los combustibles y se elimine el sistema de bandas y, segundo, que se establezca una moratoria de un año en el sistema financiero, para aliviar el pago de créditos.
12 de octubre: día de la resistencia indígena impulsada por Hugo Chávez
Lasso eligió nada menos que el 12 de octubre para transmitir su respuesta. Pues lo que alguna vez fue el día de la raza, el día de la Hispanidad, un feriado en el cual se celebraba tener una lengua y cultura común, se desvirtuó de la mano del socialismo bolivariano y se convirtió en una fecha de supuesta resistencia. A lo cual Lasso respondió con contundencia.
Hugo Chávez instauró el día de la resistencia indígena en Venezuela y la región. Tal como auguró el escritor venezolano Carlos Rangel con su obra “Del buen salvaje al buen revolucionario”: la raíz de la fragmentación de la Hispanidad está en el mito del buen salvaje impartida en la Revolución Francesa con Jean Jaques Rousseau. Allí se sostiene que la civilización quiebra la bondad natural de la persona. Lo cual ha servido para demonizar el proceso de Conquista.
De esto se alimenta la interseccionalidad de la nueva izquierda, surgida a raíz de la caída del Muro de Berlín. Se produjo un entrelazamiento entre el ambientalismo, el feminismo, el socialismo y el indigenismo, retratando al planeta como la Madre Tierra: una mujer ultrajada por el hombre y el desarrollo industrial como su destrucción.
En el caso ecuatoriano esta transversalidad produjo grandes paradojas. Por ejemplo, el gobernador de la provincia del Azuay, quien cambió su nombre a la palabra de la indígena quichua que significa “agua”: Yaku (Pérez), viajó personalmente a la sede de la ONU a la cumbre del cambio climático.
También estuvo ahí Evo Morales, mientras se incendiaba la Chiquitania. En el mismo lapso en el que el mundo estaba en contra de Jair Bolsonaro por los incendios en la Amazonía -pese a que estaban en su menor nivel histórico- Morales fue aplaudido en ese foro internacional. Todo ello a pesar de que fue él quien autorizó la quema indiscriminada de bosques en cualquier época del año en Bolivia.
Las contradicciones de los líderes indigenistas no fueron denunciadas. Al contrario, luego que Yaku Pérez (quien luego fue aspirante a la presidencia) combatió el combustible fósil de la mano de Greta Thunberg, volvió a Ecuador y participó los disturbios que reclamaban un subsidio al combustible fósil.
Después que el entonces presidente Lenin Moreno anunció la quita del subsidio a la gasolina, se levantaron los movimientos indigenistas, similar a lo que sucedió en Chile con el aumento del 4 % del pasaje del metro. Paradójicamente, los movimientos de izquierda estaban reclamando la perpetuidad de una medida instaurada por la última dictadura militar ecuatoriana, que en la década de los 70s pretendía impulsar la creciente industria petrolera y la compra de automóviles. Lo opuesto, por cierto, al reclamo de Yaku, quien hizo campaña electoral en bicicleta.
Lo cierto es que estas ideologías artificialmente impuestas no responden a la realidad del país. Comenzando por el hecho que “Yaku” es de origen cañarí: el primer pueblo indígena de la zona que adoptó la fe católica y resistió a los incas que venían de lo que es hoy Perú.
El falso antagonismo que pretende instaurar el indigenismo se puede desmontar con la historia del país y el continente. Pues la Conquista fue posible gracias a las alianzas entre los pueblos indígenas prehispánicos con los españoles peninsulares contra el imperio azteca en el norte y el inca en el sur.
De hecho, el apellido Iza del líder de la CONAIE es de origen vasco. Pero la cosa no termina allí, pues también es español su segundo apellido: Salazar. De modo que el indigenismo es incompatible con el mestizaje de la nación e incluso de sus promotores.
Bajo el lema “Ecuador del encuentro” Lasso promueve la unidad de los ecuatorianos, que no es compatible con la lucha de clases del socialismo ni su variante actual: la lucha étnica. Por eso le dejó en claro a la CONAIE y a los defensores de la insurrección que destruyó a la nación que la apología del delito no será tolerada, tampoco las ideologías que dividen en lugar de unir.