El presidente Andrés Manuel López Obrador ha ido creando un nuevo grupo político conformado con sus paisanos de Tabasco, su tierra natal, al sur de la República. Los ha ido colocando en puestos clave para el andamiaje socialista de la así llamada Cuarta Transformación.
El “Grupo Tabasco” tiene en el reciente nombramiento de Adán Augusto López Hernández, como secretario de Gobernación, a su principal alfil, quien se encargará de la gobernabilidad interna, tras la decepcionante actuación de su antecesora en tal encargo, Olga Sánchez Cordero, quien retornó al Senado.
López Hernández tuvo que solicitar licencia, porque se desempeñaba como gobernador de Tabasco, puesto en el que tendría que haber permanecido hasta el 30 de septiembre del 2024. Nació el 24 de septiembre de 1963 en el municipio de Paraíso, en Tabasco, y se tituló como abogado en la Universidad Juárez de esa entidad. También cursó una maestría en Ciencias Políticas, pero en la Universidad de Paris II, en Francia.
No poco presupuesto ha sido habilitado para los alfiles tabasqueños de López, que están estratégicamente trabajando en muy diversas pero importantes áreas del gobierno, por no decir en todas las principales.
En todos los casos, se trata de políticos de su entera confianza, no sólo en lo profesional, sino en el plano personal.
Se encuentran al frente de asuntos energéticos, como Octavio Romero, el director de Pemex, y Marcos Herrera Alamina, Director de Administración y Servicios de ese mismo instituto.
O del asistencialismo oficialista, como Javier May Rodríguez, secretario de Bienestar; o de la principal área de espionaje, como el General de División en retiro, Audomaro Martínez, Director de Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
May Rodríguez tiene en sus manos una de las áreas que más le importan a su jefe, ya que de tal distribución de apoyos sociales depende, en el fondo, la aceptación del gobierno, y por tanto, el voto favorable a Morena en los estados donde haya elecciones, y en 2024, el voto por la presidencia.
Este tabasqueño cuenta con 192 mil millones de pesos de presupuesto anual –unos 8 millones de euros-, y además cuenta con 19 mil trabajadores, un verdadero ejército de quienes se han denominado “servidores de la Nación”. Y que -entre otras cosas- fueron los primeros en ser vacunados y apoyan para la aplicación del programa de vacunación, pero que han sido acusados reiteradamente como operadores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido fundado por López Obrador.
También han sido habilitados tabasqueños en importantes responsabilidades de salud pública, como Juan Antonio Ferrer, director del INSABI (Instituto de Salud y Bienestar), o en proyectos ícono de la “4T”, como Rafael Marín Mollinedo, Titular del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que tendría como meta “el crecimiento de la economía regional con pleno respeto a la historia, la cultura y las tradiciones del Istmo oaxaqueño y veracruzano”.
Para ayudar a dotar de una casa a los burócratas, fue nombrado Agustín Rodríguez López, Vocal Ejecutivo del FOVISSSTE (Fomento a la Vivienda, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado). Y para defender a los ciudadanos de abusos fue contratado Óscar Rosado Jiménez, director de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).
En turismo fue puesto Humberto Hernández Haddad, Subsecretario de Calidad y Regulación de la secretaría de turismo (Sectur). Y hasta para encargarse de documentos históricos hubo un perfil cercano al presidente, como Carlos Ruiz Abreu, director del Archivo General de la Nación (AGN).
Aparentemente, sólo una mujer estaría en este grupo de tabasqueños, pero con un papel muy relevante: Rosalinda López Hernández, la Administradora de la poderosa Auditoría Fiscal Federal del Sistema de Administración Tributario (SAT), quien además es la hermana del secretario de Gobernación.
En este curioso entramado de parentescos y paisanaje está también el cuñado de Adán Augusto López, Rutilio Escandón, el gobernador del estado sureño de Chiapas.
Eso sí, no todos los tabasqueños parecen agradarle a López Obrador. En una gira hecha en marzo de este año, no dedicó ni un momento para detener su camioneta y atender las muchas peticiones de sus paisanos.
“Manifestantes se quedaron con sus peticiones en mano ante la fuerte seguridad del mandatario al salir del aeropuerto de Villahermosa”, refirió la prensa local en aquella ocasión. Simplemente no pudieron acercarse al mandatario socialista.
Ciudadanos provenientes de los municipios de Cárdenas y Jonuta, sólo vieron pasar el vehículo y no fueron escuchados, porque nunca tuvo a bien bajar las ventanillas.