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TRUMP SIGUE SIN CEDER UN MILÍMETRO

Obama sugiere enviar un comando de élite a sacar a Trump de la Casa Blanca

“Bueno, siempre podemos enviar Navy Seals para sacarlo de ahí”, soltó el ex presidente Obama en el programa Jimmy Kimmel Live! de la cadena ABC, donde había ido a hablar de su libro (literal), en referencia a la resistencia de Donald Trump a conceder la elección a su rival Joe Biden.

Ese es el nivel.

Era, claro, una broma, un comentario ‘simpático’ del presidente-mesías adorado por la prensa progresista -si me permiten la redundancia- americana. Pero sospecho que más de uno y más de dos entre los adláteres de Harris deben de estar jugueteando nerviosos con una opción de ese palo, porque Trump sigue sin pestañear y sin ceder un milímetro en su convencimiento de que arrasó en las pasadas elecciones y de que podrá demostrarlo.

En la rueda de prensa de ayer del equipo jurídico de Trump, no recuerdo cuál de los que intervinieron dijo a la prensa: “Puedo imaginar perfectamente los titulares que vais a sacar mañana”. Y no se hubiera equivocado, porque todos lo imaginábamos igual: Trump no tiene pruebas significativas de fraude y no hace más que poner en peligro la democracia norteamericana entorpeciendo el proceso de transición.

Ahora, yo no podría poner la mano en el fuego sobre el caso. No podría apostar a que es lo bastante sólido y el fraude lo bastante generalizado y significativo como para darle la vuelta al resultado y que tengamos a Donald el 20 de enero jurando la Constitución.

Sí sé, en cambio, una cosa: los sucesos de la madrugada de la noche electoral bastan y sobran para alzar algunas cejas y animar a cualquier periodista con sangre en las venas a investigar un fraude tan claramente sugerido por los acontecimientos.

Fíjense solo, exclusivamente, en las anomalías estadísticas, resultados absolutamente inverosímiles, curvas que no se dan en la vida real, remesas de votos con mayorías soviéticas a favor de Biden

Pónganse en el caso, recuerde: Trump arrasa, gana por mucho más de lo que se esperaba en los estados en disputa, es una evidencia tan cristalina que todo el mundo le da por vencedor hasta las 4 de la madrugada, hora local, cuando de repente, uno tras otros, los estados en cuestión interrumpen el conteo. Cuando lo retoman, unas dos horas y media después, todo da la vuelta, los votos que llegan se decantan abrumadoramente por Biden. No sé, Rick, parece falso.

Podría haberse producido un milagro estadístico, una de esas casualidades que ocurren una vez en la vida, vale. Pero, al menos, valdría la pena investigar, ¿no? Siguiendo el criterio de la navaja de Ockham, la respuesta más probable, antes del milagro, es el fraude.

Olviden las sacas arrojadas a la basura, los votos dobles, triples y cuádruples, los que llegaron después de la fecha límite, la Noche de los Muertos Votantes, la máquina venezolana de los errores… Todo, olviden todo. Fíjense solo, exclusivamente, en las anomalías estadísticas, resultados absolutamente inverosímiles, curvas que no se dan en la vida real, remesas de votos con mayorías soviéticas a favor de Biden en estados en los que, con el 75% escrutado, Trump mantenía una más que holgada ventaja.

Confío en que, de cualquier manera, el caso que presenten Giuliani, Powell y su equipo sea sólido, incluso abrumador, porque no estamos hablando del abogado persigueambulancias de los Simpson, sino de primeros espadas con un prestigio impecable que echarían por la borda en caso de derrota en los tribunales.

Pero, repetimos una vez más, lo que hay en juego es mucho más que una presidencia al uso, de saber quién calienta la silla del Despacho Oval los próximos cuatro años. Hay un proyecto en marcha que nos afecta a todos, un verdadero cambio de época, el Gran Reinicio, que la permanencia de Trump pondría en peligro.

Ya sé, ya sé: es una conspiranoia. Solo que no parece serlo para el presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, que ha escrito un libro con ese mismo nombre (precedido ominosamente por ‘Covid-19’) en el que detalla cómo va a ser nuestro futuro, ni para la prestigiosa revista TIME, que le dedicó una portada. O para el ex secretario de Estado con Obama, John Kerry, quien precisamente desde el Foro Económico Mundial ha urgido a poner en marcha ese Gran Reinicio, entre otras cosas, para frenar al populismo. Es decir, a Trump.

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