«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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UN PLAN PARA LA DEFENSA DE 2022

Taiwán y la lucha por la democracia

Por su relevancia e indudable interés, publicamos la traducción del artículo íntegro que la presidente de la República de China (Taiwán), Tsai Ing-wen, ha publicado en la revista Foreign Affairs.


Una fuerza para el bien en un orden internacional cambiante

La historia de Taiwán es una historia de resiliencia, de un país que defiende valores democráticos y progresistas mientras se enfrenta a un desafío constante a su existencia. Nuestro éxito es un testimonio de lo que puede lograr un practicante determinado de la democracia, caracterizado por el buen gobierno y la transparencia.

Sin embargo, la historia de Taiwán no solo trata del mantenimiento de nuestro propio modo de vida democrático. También se trata de la fuerza y el sentido de la responsabilidad que Taiwán aporta a los esfuerzos por salvaguardar la estabilidad de la región y del mundo. Gracias al trabajo duro y al valor, los 23,5 millones de habitantes de Taiwán han conseguido hacerse un hueco en la comunidad internacional.

Tras la pandemia de la covid-19, los regímenes autoritarios están más convencidos que nunca de que su modelo de gobierno se adapta mejor que la democracia a las exigencias del siglo XXI. Esto ha alimentado una contienda de ideologías, y Taiwán se encuentra en la intersección de los sistemas en liza. Firmemente democrática y occidental, pero influenciada por la civilización china y moldeada por las tradiciones asiáticas, Taiwán, en virtud de su propia existencia como de su continua prosperidad, representa a la vez una afrenta al discurso y un impedimento a las ambiciones regionales del Partido Comunista chino.

Desde 2020, los aviones y buques del Ejército Popular de Liberación han aumentado notablemente su actividad en el Estrecho de Taiwán

La negativa de Taiwán a rendirse, su persistente abrazo a la democracia y su compromiso de actuar como un actor responsable (incluso cuando su exclusión de las instituciones internacionales lo ha dificultado) están impulsando ahora al resto del mundo a reevaluar su valor como democracia liberal en la primera línea de un nuevo choque de ideologías. A medida que los países reconocen cada vez más la amenaza que supone el Partido Comunista chino, deberían comprender el valor de trabajar con Taiwán. Y deberían recordar que si Taiwán cae, las consecuencias serán catastróficas para la paz regional y el sistema de alianzas democráticas. Sería una señal de que, en la actual contienda mundial de valores, el autoritarismo se impone a la democracia.

El futuro del Indo-Pacífico

El curso del Indo-Pacífico, la región de más rápido crecimiento del mundo, marcará en muchos sentidos el curso del siglo XXI. Su aparición ofrece innumerables oportunidades (en todo tipo de ámbitos, desde el comercio y la fabricación hasta la investigación y la educación), pero también conlleva nuevas tensiones y contradicciones sistémicas que, si no se manejan con prudencia, podrían tener efectos devastadores para la seguridad internacional y la economía mundial. El principal factor de estas tensiones es el ascenso de un autoritarismo más asertivo y seguro de sí mismo, que está desafiando el orden democrático liberal que ha definido las relaciones internacionales desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Pekín nunca ha abandonado sus ambiciones hacia Taiwán. Pero tras años de inversiones de dos dígitos en el ejército chino y de un comportamiento expansionista a través del estrecho de Taiwán y en las zonas marítimas circundantes, Pekín está sustituyendo su compromiso con una resolución pacífica por una postura cada vez más agresiva. Desde 2020, los aviones y buques del Ejército Popular de Liberación han aumentado notablemente su actividad en el Estrecho de Taiwán, con intrusiones casi diarias en la zona de identificación de defensa aérea del sur de Taiwán, así como cruces ocasionales de la línea mediana tácita entre la isla y el continente chino (que discurre a lo largo de la mitad del estrecho, desde el noreste, cerca de las islas periféricas de Japón, hasta el suroeste, cerca de Hong Kong).

A pesar de estos preocupantes acontecimientos, el pueblo de Taiwán ha dejado claro al mundo entero que la democracia no es negociable. En medio de las intrusiones casi diarias del Ejército Popular de Liberación, nuestra posición sobre las relaciones a través del estrecho sigue siendo constante: Taiwán no se doblegará ante las presiones, pero tampoco tomará posiciones arriesgadas, aunque reciba el apoyo de la comunidad internacional. En otras palabras, el mantenimiento de la seguridad regional seguirá siendo una parte importante de la política general del gobierno de Taiwán. Sin embargo, también seguiremos expresando nuestra apertura al diálogo con Pekín, como ha hecho la actual administración en repetidas ocasiones desde 2016, siempre que este diálogo se desarrolle con un espíritu de igualdad y sin condiciones políticas previas. Y estamos invirtiendo importantes recursos para profundizar en nuestro conocimiento de la administración de Pekín, lo que reducirá los riesgos de interpretaciones y juicios erróneos y facilitará una toma de decisiones más precisa sobre nuestras políticas a través del estrecho. Intentamos mantener una comprensión clara del entorno exterior, tanto de las amenazas como de las oportunidades, para garantizar que Taiwán esté preparado para afrontar sus retos.

«En 2022 pondremos en marcha la Agencia de Movilización de Defensa Total, una reforma militar destinada a garantizar una fuerza militar de reserva bien entrenada»

Al mismo tiempo, Taiwán está plenamente comprometido a trabajar con otros actores regionales para garantizar la estabilidad. En marzo, por ejemplo, Taiwán y Estados Unidos firmaron un memorando de entendimiento sobre la creación de un grupo de trabajo de guardacostas. Este grupo de trabajo mejorará la comunicación y el intercambio de información entre los guardacostas estadounidenses y taiwaneses y, al mismo tiempo, facilitará una mayor colaboración en objetivos compartidos, como la preservación de los recursos marítimos y la reducción de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. Este entendimiento debería servir de trampolín para una mayor colaboración en asuntos no militares con otros socios del Indo-Pacífico.

Taiwán también ha puesto en marcha una serie de iniciativas para modernizar y reorganizar su Ejército, con el fin de estar mejor preparado para los retos presentes y futuros. Además de las inversiones en plataformas tradicionales, como los aviones de combate, Taiwán ha realizado importantes inversiones en capacidades asimétricas, incluyendo misiles de crucero antibuque móviles con base en tierra. En 2022 pondremos en marcha la Agencia de Movilización de Defensa Total, una reforma militar destinada a garantizar que una fuerza militar de reserva bien entrenada y equipada sea un respaldo más fiable para las fuerzas militares regulares. Estas iniciativas pretenden maximizar la autosuficiencia y la preparación de Taiwán y señalar que estamos dispuestos a asumir nuestra parte y no damos por sentado el apoyo de nuestros socios en materia de seguridad.

Los esfuerzos de Taiwán por contribuir a la seguridad regional no terminan ahí. Estamos plenamente comprometidos a colaborar con nuestros vecinos para evitar conflictos armados en los mares de China Oriental y  Meridional, así como en el estrecho de Taiwán. Taiwán se encuentra a lo largo de la primera cadena de islas, que va desde el norte de Japón hasta Borneo; si esta línea se rompiera por la fuerza, las consecuencias perturbarían el comercio internacional y desestabilizarían todo el Pacífico occidental. En otras palabras, un fracaso en la defensa de Taiwán no solo sería catastrófico para los taiwaneses, sino que anularía la estructura de seguridad que ha permitido la paz y un extraordinario desarrollo económico en la región durante siete décadas.

            Taiwán no busca la confrontación militar. Espera una coexistencia pacífica, estable, predecible y mutuamente beneficiosa con sus vecinos. Pero si su democracia y su modo de vida se ven amenazados, Taiwán hará lo que sea necesario para defenderse.

El modelo de Taiwán

La historia de Taiwán está llena de dificultades y logros, y los autores de esta historia son los taiwaneses. En las últimas décadas, hemos superado la adversidad y el aislamiento internacional para lograr una de las transiciones democráticas más exitosas de la historia política moderna. Los ingredientes clave de este logro han sido la paciencia, el ingenio, el pragmatismo y la obstinación en no rendirse. Comprendiendo tanto el delicado equilibrio de poder en la región como la necesidad de apoyo, los taiwaneses saben que la colaboración práctica es a menudo mejor que ser ruidosos o arriesgados y que la voluntad de echar una mano es mejor que intentar provocar o imponer un sistema a los demás.

Aunque el pueblo de Taiwán no siempre ha logrado el consenso, con el tiempo ha surgido una identidad colectiva. A través de nuestras interacciones con el resto del mundo, hemos absorbido valores que hemos hecho nuestros, fusionándolos con las tradiciones locales para crear un orden liberal y progresista y un nuevo sentido de lo que significa ser taiwanés.

«No hay duda de que el pueblo se levantaría si la propia existencia de Taiwán se viera amenazada»

En el centro de esta identidad se encuentra nuestro abrazo a la democracia, que refleja una elección que los taiwaneses hicieron y por la que lucharon tras décadas de gobierno autoritario. Una vez que los taiwaneses tomaron esa decisión, no hubo vuelta atrás. Por muy imperfecta que sea, la democracia se ha convertido en una parte no negociable de lo que somos. Esta determinación da a Taiwán la capacidad de resistencia necesaria para afrontar los retos del siglo XXI y constituye un cortafuegos contra las fuerzas, tanto internas como externas, que pretenden socavar las instituciones democráticas que tanto le ha costado conseguir.

Una parte fundamental de este abrazo a la democracia es la firme creencia de que el futuro de Taiwán lo deben decidir los taiwaneses a través de medios democráticos. Aunque los taiwaneses difieren en cierto modo en su sentido de cómo debe ser exactamente este futuro, estamos unidos en nuestro compromiso con la democracia y con los valores e instituciones que nos permiten luchar contra los esfuerzos externos que quieren erosionar nuestra identidad y alterar el modo de vida que apreciamos. La gran mayoría de nosotros considera que la democracia es la mejor forma de gobierno para Taiwán y está dispuesta a hacer lo necesario para defenderla. Estas creencias se ponen a prueba cada día, pero no hay duda de que el pueblo se levantaría si la propia existencia de Taiwán se viera amenazada.

La sociedad civil siempre ha desempeñado un papel importante en Taiwán. Durante el periodo de gobierno autoritario del Kuomintang, el movimiento Dangwai presionó para que se levantara la ley marcial y se democratizara Taiwán; incluso después de haber sido decisivo para poner fin a la ley marcial, siguió ofreciendo un control activo y eficaz del poder gubernamental. En la actualidad, el papel de la sociedad civil taiwanesa en el gobierno del país no tiene parangón en ninguna parte de la región, y es un reflejo de la confianza entre los miembros elegidos y los ciudadanos, que gracias a ello son capaces de influir en la política tanto con las elecciones como entre ellas.

«Al ser cada vez más conscientes del impacto potencial de estas ambiciones autoritarias, cada vez más países están dispuestos a reexaminar sus antiguas suposiciones»

La sociedad civil de Taiwán también ha demostrado ser esencial para la posición internacional de la isla. La exclusión de Taiwán de las Naciones Unidas y de la mayoría de las instituciones internacionales podría haber conducido al aislamiento, pero en cambio Taiwán aprovechó la enorme creatividad y capacidad de su pueblo, lo que le ha permitido establecer conexiones globales por otros medios: a través de pequeñas empresas, organizaciones no gubernamentales y diversas agrupaciones semioficiales. En lugar de ser un impedimento, la negativa de muchos países a reconocer oficialmente a Taiwán nos ha obligado a pensar de forma asimétrica, combatiendo los esfuerzos por negar la existencia de Taiwán mediante la profundización de nuestro compromiso con el mundo a través de canales no tradicionales.

En resumen, a pesar de décadas de aislamiento, el pueblo de Taiwán ha conseguido hacerse un hueco en la comunidad internacional y transformar a la propia Taiwán en una potencia económica y una de las democracias más dinámicas del Indo-Pacífico.

Cambiar las reglas

La capacidad de Taiwán para sobrevivir e incluso prosperar como democracia liberal a pesar de los extraordinarios desafíos a su existencia tiene importantes implicaciones para las reglas imperantes en las relaciones internacionales. Nuestro intento de desempeñar un papel más significativo en la comunidad internacional está evolucionando en el contexto de una política regional cambiante, con desafíos más asertivos al orden internacional liberal, respaldados por el poder económico y político para convertir esas ambiciones en acción. Al ser cada vez más conscientes del impacto potencial de estas ambiciones autoritarias, cada vez más países están dispuestos a reexaminar sus antiguas suposiciones -y sus limitaciones autoimpuestas- sobre su compromiso con Taiwán.

A través de su evolución como potencia económica y democracia participativa, Taiwán pretende ser -y en muchos aspectos ya es- parte de la solución a los nuevos retos con ramificaciones a escala planetaria, desde el cambio climático y las nuevas enfermedades, hasta la proliferación y el terrorismo, pasando por el tráfico de personas y las amenazas a las cadenas de suministro. La pandemia de la covid-19 ha demostrado que el mundo está ahora tan interconectado que el brote de una enfermedad en un rincón del planeta puede, en cuestión de meses, alcanzar proporciones de pandemia. En muchos casos, la velocidad con la que surgen y se propagan las nuevas emergencias supera la capacidad de respuesta de los Estados y de las instituciones internacionales existentes. Para prepararse para futuras emergencias, la comunidad internacional debe avanzar hacia la integración en lugar de obedecer rígidamente a las estructuras actuales.

El hecho de haber quedado fuera de las Naciones Unidas y otras instituciones multilaterales ha fomentado su capacidad de recuperación

Incluso cuando experimentó un brote de casos de la covid-19 la pasada primavera, Taiwán demostró al mundo que los sistemas democráticos pueden responder eficazmente a una pandemia, aprovechando los poderes de la inteligencia artificial, los grandes datos y las redes de vigilancia, al tiempo que garantiza que la información recopilada se utilice de forma responsable. La pandemia también ha dado a Taiwán la oportunidad de compartir su experiencia con el mundo y de proporcionar la tan necesaria asistencia médica a los países en dificultades. Esto es así a pesar de su larga exclusión de instituciones mundiales como la Organización Mundial de la Salud, lo que ha dejado a Taiwán sin más opción que desarrollar sus propios métodos de cooperación y comunicación con los socios internacionales. El hecho de haber quedado fuera de las Naciones Unidas y otras instituciones multilaterales ha fomentado su capacidad de recuperación y ha impulsado unos enfoques novedosos para hacer frente a retos y crisis de todo tipo.

A pesar de quedar al margen, Taiwán se ha esforzado por cumplir con los protocolos internacionales, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, modificando su legislación interna y buscando sus propias fórmulas para hacer frente a unos retos cada vez más complejos. Taiwán también trabaja de forma proactiva con sus socios en el desarrollo de su región. En 2016, lanzamos la Nueva Política hacia el Sur, que facilita la prosperidad regional a través de asociaciones comerciales y de inversión, intercambios educativos y entre personas, y cooperación tecnológica y médica con países del sur y el sudeste asiático, así como con Australia y Nueva Zelanda. Taiwán también está invirtiendo en estos socios a través de su comunidad empresarial, fomentando simultáneamente cadenas de suministro seguras y el desarrollo regional.

«Se están realizando esfuerzos similares para mejorar la inversión y el desarrollo del mercado en América Latina y el Sudeste Asiático»

De hecho, con su liderazgo en alta tecnología y su mano de obra educada y globalizada, Taiwán está bien posicionado para ayudar a crear cadenas de suministro globales seguras en sectores como los semiconductores, la biotecnología y la energía renovable, todas ellas áreas en las que la cooperación internacional es necesaria ahora más que nunca. Nuestra industria de semiconductores es especialmente significativa: un «escudo de silicio» que permite a Taiwán protegerse a sí mismo y a otros de los intentos agresivos de los regímenes autoritarios de interrumpir las cadenas de suministro mundiales. Estamos trabajando para reforzar aún más nuestro papel en la seguridad de las cadenas de suministro mundiales con una nueva iniciativa que es el centro de producción regional de alta gama, que consolidará nuestra posición en la cadena de suministro mundial. Además de fabricar chips informáticos, Taiwán se dedica a la fabricación de alta precisión, la inteligencia artificial, las aplicaciones 5G, la energía renovable y la biotecnología, entre otras cosas, lo que contribuye a crear cadenas de suministro más variadas y globales que puedan resistir las interrupciones, humanas o de otro tipo.

de la contienda mundial entre el orden democrático liberal y la alternativa autoritaria, Taiwán también tiene un importante papel que desempeñar en el fortalecimiento de la democracia mundial

Taiwán obtiene un atractivo poder adicional de la experiencia y las capacidades en una variedad de otros campos, como la educación, la salud pública, la medicina y la prevención de desastres naturales. Y estos son campos en los que nuestros expertos e instituciones están asumiendo un papel regional cada vez mayor. Nuestras universidades, por ejemplo, están preparadas para trabajar con otras universidades de la región para desarrollar la formación en lengua china. Nuestros centros médicos comparten su experiencia en tecnología y gestión médica con socios de toda Asia. Y estamos dispuestos a trabajar con los principales países para proporcionar inversiones en infraestructuras en los países en desarrollo, aprovechando la eficiencia y promoviendo al mismo tiempo el buen gobierno, la transparencia y la protección del medioambiente. Se están realizando esfuerzos similares a través de un acuerdo con Estados Unidos para mejorar la cooperación en la financiación de infraestructuras, la inversión y el desarrollo del mercado en América Latina y el Sudeste Asiático. En resumen, Taiwán puede ser una fuerza crucial para el desarrollo pacífico y la prosperidad de nuestra región y del mundo.

Valores democráticos

Situado en la primera línea de la contienda mundial entre el orden democrático liberal y la alternativa autoritaria, Taiwán también tiene un importante papel que desempeñar en el fortalecimiento de la democracia mundial. En 2003, creamos la primera organización no gubernamental de la región dedicada a la asistencia y defensa de la democracia, la Taiwan Foundation for Democracy. Siguiendo los modelos establecidos por la National Endowment for Democracy de Estados Unidos y la Westminster Foundation for Democracy del Reino Unido, la TFD proporciona financiación a otras organizaciones no gubernamentales, internacionales y nacionales, que abogan por el desarrollo democrático y los derechos humanos. También trabaja para promover la participación pública en el gobierno del país a través de mecanismos como el presupuesto participativo, y para fomentar el compromiso de los jóvenes a través de iniciativas como el programa anual Asia Young Leaders for Democracy. En 2019, la TFD organizó su foro regional inaugural sobre libertad religiosa, y mi gobierno nombró a su primer embajador itinerante para la libertad religiosa.

Nuestra esperanza es asumir más responsabilidades siendo un estrecho socio político y económico de Estados Unidos

El sólido historial de Taiwán en materia de democracia, igualdad de género y libertad de prensa y religiosa lo ha convertido también en sede de un número creciente de organizaciones no gubernamentales mundiales, que se enfrentan a un entorno cada vez más difícil en Asia. Organizaciones como Reporteros sin Fronteras, el Instituto Nacional Demócrata, el Instituto Republicano Internacional, el Centro de Valores Europeos para la Política de Seguridad y la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad han establecido oficinas regionales en Taiwán. Desde Taiwán pueden continuar su importante labor en la región sin las constantes amenazas de vigilancia, acoso e interrupciones por parte de las autoridades. También hemos acogido a instituciones internacionales interesadas en establecer una presencia en el Indo-Pacífico, ayudando a convertir a Taiwán en un centro de promoción de los intereses de la comunidad democrática.

Aunque siguen existiendo varios retos extraordinarios, las democracias de todo el mundo se esfuerzan ahora por salvaguardar sus valores

Mientras tanto, el Global Cooperation and Training Framework (GCTF) -una plataforma administrada conjuntamente por Taiwán, Estados Unidos y otros socios que nos permite compartir nuestra experiencia con países de todo el mundo- ha fomentado la cooperación creativa en temas como la aplicación de la ley, la salud pública y el buen gobierno. Una reciente ronda de actividades del GCTF, por ejemplo, se centró en la alfabetización mediática y en cómo las democracias pueden combatir la desinformación, un área en la que Taiwán tiene una gran experiencia.

En los últimos cinco años, más de 2.300 expertos y funcionarios de más de 87 países han asistido a los talleres del GCTF en Taiwán, y el foro seguirá ampliándose, ofreciendo una vía de mayor colaboración entre Taiwán y países de todo el mundo, incluido Estados Unidos. De hecho, Taiwán colabora estrechamente con Estados Unidos en muchas cuestiones, al servicio de la paz y la estabilidad regionales. Nuestra esperanza es asumir más responsabilidades siendo un estrecho socio político y económico de Estados Unidos y otros países afines.

Una fuerza para el bien

La amenaza que suponen los regímenes autoritarios ha servido de importante llamada de atención para las democracias, estimulándolas a salir de su autocomplacencia. Aunque siguen existiendo varios retos extraordinarios, las democracias de todo el mundo se esfuerzan ahora por salvaguardar sus valores y renovar sus anquilosadas instituciones. Se están reavivando las alianzas para servir a los intereses de la comunidad internacional.

Puede que Taiwán sea pequeño en términos de territorio, pero ha demostrado que puede tener una gran presencia global, y que esta presencia es importante para el mundo. Ha perseverado frente a amenazas existenciales y se ha convertido en un actor indispensable en la región del Indo-Pacífico. Y a través de todo ello, el compromiso taiwanés con la democracia nunca ha sido más fuerte: el pueblo de Taiwán sabe que la democracia es el camino duradero y la única alternativa.

Taiwán, que durante mucho tiempo ha sido dejado de lado, está preparado para ser una fuerza global para el bien

En los últimos dos años, nuestra gestión de la pandemia de la covid-19, así como nuestra asistencia y colaboración con países de todo el mundo, han ofrecido un ejemplo más del papel crucial que puede desempeñar Taiwán y de por qué es importante. En el futuro, nuestras industrias de alta tecnología, y especialmente nuestra producción de semiconductores avanzados, seguirán alimentando la economía mundial. Y la capacidad de Taiwán para equilibrar los lazos con varios países al tiempo que defiende su modo de vida democrático seguirá inspirando a otros en la región.

Nunca hemos rehuido los retos. Aunque el mundo se enfrenta a un arduo camino por delante, esto significa para Taiwán oportunidades nunca vistas. Debería considerarse cada vez más como parte de la solución, especialmente cuando los países democráticos tratan de encontrar el equilibrio adecuado entre la necesidad de relacionarse y comerciar con países autoritarios y la necesidad de defender los valores e ideales democráticos que definen sus sociedades. Taiwán, que durante mucho tiempo ha sido dejado de lado, está preparado para ser una fuerza global para el bien, con un papel en la escena internacional que esté a la altura de sus capacidades.


Publicado por Tsai Ing-wen en Foreign Affairs.

Traducido por Verbum Caro para La Gaceta de la Iberosfera.

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