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CRÓNICAS DEL ATLÁNTICO NORTE

Entre el juicio a Donald Trump y la corrupción de Hunter Biden

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump. Europa Press

A medida que vamos conociendo nuevas encuestas posteriores a la condena de Trump descubrimos lo que todo el mundo sospechaba: que convertirlo en víctima es una gran estrategia de campaña para el Partido… Republicano. «Una encuesta rápida realizada por YouGov a raíz de la condena de Trump» indagó la opinión de 3.000 estadounidenses y «el cincuenta por ciento de los encuestados, que se inclinaban más hacia los independientes y los demócratas, creían que Trump era culpable, mientras que el 30 por ciento dijo que el expresidente no lo era, y otro 19 por ciento no estaba seguro», relata Bradley Devlin en The American Conservative, «sin embargo, en otra encuesta posterior a la condena realizada por Daily Mail /JL Partners, la condena de Trump coincidió con un aumento en sus índices de aprobación. El 22% de los encuestados afirmó tener una opinión más favorable hacia Trump después de que se conoció el veredicto de culpabilidad, mientras que sólo el 16% tenía una opinión más negativa». 

«La condena de Trump tenía como objetivo hundir sus cifras en las encuestas», recuerda el autor, «ya que los demócratas y sus aliados en los medios corporativos aprovechan cada oportunidad para hacer que Trump sea un ‘delincuente convicto», el problema es que «eso no está sucediendo». Es imposible saber qué incidencia tendrá este apoyo popular en las elecciones, pero lo que está claro es que la estrategia demócrata para acabar con Trump en los sondeos está fracasando. 

Del otro lado, en la órbita demócrata, la densa cortina mediática del juicio a Trump no está logrando tapar el juicio a Hunter Biden. O quizá sí. Ofrece Sohrab Ahmari en el mismo medio, ex jefe de opinión del New York Post, un punto de vista sorprendente sobre el tratamiento que muchos medios, incluidos algunos de derechas, están dando al asunto. «Perseguir la vida de Hunter Biden de abusos de drogas, pistolas turbias, juguetes sexuales e intimidad con strippers y prostitutas de alto nivel no logra nada. Y ese me parece que es el punto», comienza el autor, justo antes de recordar que «Al Capone nunca fue condenado formalmente por los asesinatos y el caos que causó; lo arrestaron por cargos de evasión de impuestos». «¿No es esta satisfacción suficiente para aquellos, como mis antiguos colegas del New York Post , que expusieron su tráfico de influencias en el extranjero, sólo para enfrentarse a la censura de las Big Tech, acusaciones de difundir desinformación rusa y el desprecio de la mayoría de los principales medios de comunicación?». 

Ahmari se refiere a que el mensaje parece ser este: «Mira, el Estado de derecho ha sido reivindicado. Nadie está por encima de la ley. Ni siquiera nuestro delfín adicto al crack. El sistema funciona». Y añade: «Lo siento, no lo compro». «Mentir sobre un formulario de pistola es un delito grave, y si Hunter es realmente culpable de ello, entonces, por supuesto, debería pagar la pena legal. Pero ese asunto, así como su actual problema fiscal, no son una cuestión de preocupación pública y política del mismo modo que su innegable tráfico de influencias».

Hila muy fino el periodista en la conclusión: «A medida que se desarrolla el juicio, no pierdan de vista los verdaderos problemas: el descarado tráfico de influencias del clan Biden, que implica en gran medida a Joe Biden; y la alianza entre las grandes tecnologías, el Estado profundo, las empresas y los medios de comunicación que eliminó su corrupción del escrutinio público y del debate democrático antes de las elecciones presidenciales». Entre otras cosas, porque “en cierto sentido, las personas que proporcionaron la cobertura de la censura (los ejecutivos de Silicon Valley, los 50 ex espías y sus amanuenses de los principales medios de comunicación) son mucho más culpables que Hunter Biden». 

Hacerlo pasar por un chico con problemas de drogas es mucho más fácil que juzgarlo por tráfico de influencias delante de la opinión pública.

En cambio, lo de Trump parece enmarcarse en el lugar contrario de la estrategia. «Los cinco procesos penales y civiles del expresidente Donald Trump provocaron acaloradas negativas por parte de los demócratas de que el presidente Joe Biden y los agentes demócratas tuvieran un papel en alguno de ellos”, pero este artículo de Victor Davis Hanson en New York Post demuestra que “la Casa Blanca está metida hasta las rodillas en los procesamientos de Trump». La situación de Biden es una pinza a tres bandas entre su mermada capacidad, el juicio a Trump que no está perjudicando al expresidente en las encuestas, y las corruptelas de Hunter Biden. «Con su condición personal cada vez más notoria», sus carencias son ya evidentes tal y como recuerda Matthew Continetti en National Review, «y el juicio a Trump sin lograr que las encuestas avancen masivamente en su dirección, Biden tiene una oportunidad más para reiniciar la carrera. El debate previsto para el 27 de junio ha adquirido más importancia de lo que pensaba. Una actuación triunfante podría revivir la candidatura de Biden. Pero un fracaso podría poner fin a su presidencia». 

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