«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Un plan contra el desmoronamiento

Protesta de agricultores holandeses. Europa Press

Las medidas económicas de la izquierda parten de premisas erróneas y provocan siempre resultados ruinosos. Lo único que no se puede decir es que sean inesperados. El socialismo es incompatible con la prosperidad económica. Por eso, en tiempos de zozobra, no soluciona nada y lo agrava todo. 

En los últimos tiempos, como consecuencia de malas soluciones a problemas complejos, está creciendo el descontento en todos los lugares donde gobiernan los progresistas, o donde la derecha con matices aplica recetas propias de la socialdemocracia europea. Sin embargo, expertos en propaganda, hace tiempo comprendieron que ese descontento no existe si no sale en los medios de comunicación. Se produce así el milagro de la ilusión de tranquilidad, que detalla Beth Withead en The Federalist: «Si echa un vistazo a las portadas de los principales medios de comunicación, no encontrará ninguna mención a las protestas económicas que se están produciendo en España, Marruecos, Grecia y el Reino Unido». «Cualquier muestra de agitación económica en los estados miembros de la UE”, añade, «podría atribuirse a las sanciones de la UE a Rusia o fallos en la energía verde, lo que iría en contra de la agenda de los medios corporativos”. Esto es aplicable para Estados Unidos, pero también para Europa.

Las medidas económicas de la izquierda parten de premisas erróneas y provocan siempre resultados ruinosos. El socialismo es incompatible con la prosperidad económica

En ocasiones, sin embargo, las protestas “se vuelven demasiado grandes para ignorarlas” o algunos “hechos pueden sesgarse hacia sus narrativas preferidas”, lo que hace que comiencen a tener hueco también en la prensa progresista. Por eso, recoge Scott Mckay en The American Spectator, comienzan a asomar artículos críticos con Biden –especialmente por su notorio deterioro- en medios como The Times, Washington Post y New York Times. «El fracaso total de esta Administración», reflexiona el autor, «no es producto de la edad, la aptitud mental o el escaso talento político de Biden», sino que su inoperancia deja el Gobierno en manos de «los manipuladores, los operativos y los lunáticos multimillonarios que han financiado la política y el fracaso cultural en todos los niveles durante los últimos 15 años». 

Por suerte, la derecha tiene un buen plan para reflotar esta situación de crisis global. Y es un plan que ha funcionado otras veces. Más allá de las recetas básicas, desde reducir el gasto hasta liberar de la carga de impuestos a los ciudadanos y las empresas, en The American Conservative, David Cowan propone ideas novedosas para la regeneración económica, atendiendo a la propia historia y evolución del sistema americano. 

David Cowan propone ideas novedosas para la regeneración económica atendiendo a la propia historia y evolución del sistema americano

Habrá quien encuentre el ensayo de Cowan –el primero de una saga que indagará en la misma temática- una visión de la política económica que no ha sido predominante en el conservadurismo de las últimas décadas, y que podría no funcionar. Sin embargo, hay en su artículo muchas ideas de interés que las derechas de casi cualquier latitud pueden incorporar a sus debates sobre el necesario cambio de rumbo económico. En particular, las propuestas sobre la reconstrucción de la base industrial, la restauración y modernización de la infraestructura nacional, y la protección de trabajadores y consumidores parecen buenos cimientos para un plan de éxito a medio plazo.

Para recuperar el poder hay que tener un buen programa de acción política y algunas de las ideas que irá vertiendo Cowan en esta serie podrían resultar sugerentes para quienes afrontan ese diseño desde la derecha española. No obstante, tampoco está de más analizar los errores que otros conservadores han cometido recientemente desde el poder. La caída de Boris Johnson es un buen ejemplo, porque en su trayectoria los aciertos han sido tan sonados como los fallos. «Nadie estaba mejor preparado que Boris para enfrentarse a lo woke«, escriben los editorialistas de National Review, «pero, principalmente por cobardía y pereza, se negó a hacerlo. Al duplicar el compromiso irresponsable de su predecesor» con las emisiones de gases de efecto invernadero “en un tiempo poco realista” preparó el escenario perfecto para un eventual “desastre económico y político”. El mismo que estamos viendo. Allí y aquí. 

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