Ya no necesito repetirme; mis cabeceras lo hacen esta mañana demasiado evidente. Hoy sería muy difícil, viendo las portadas, negar que los papeles sean ya otra cosa que voceros de la propaganda oficial.
El País abre con la más ridícula de las noticias, una de esas encuestas que se usan no tanto para descubrir algo como para venderlo: ‘Una de cada tres españolas se ha sentido acosada’. Viene a cuento de la disparatada y presumiblemente ilegal huelga convocada para el día 8, y la inferencia parece ser que un dato así la justifica y que cuando los varones veamos que «el mundo se para», corregiremos nuestras vías y dejaremos de acosar a ese atribulado tercio.
Naturalmente, la clave está en el verbo: «se siente». Si a El País le parece que es suficiente justificación, le propongo otra encuesta: pregunten cuántos trabajadores se sienten explotados, mal pagados o insatisfechos con su trabajo. Si las respuestas afirmativas superan el tercio, hay razones para una huelga general, ¿no?
Por lo demás, el sumario afirma, imaginamos que a partir de la misma encuesta ‘de la casa’, que un 82% cree que hay motivos para la huelga. Bien, entonces ya sabemos cuántas cesarán toda labor fuera o dentro del hogar y dejarán de comprar: un 82%. ¿Apostamos?
En la foto, el candidato del Movimiento 5 Estrellas italiano, Luigi di Maio, sobre el titular: ‘La victoria de los antisistema lleva a Italia a la inestabilidad’, lo que es también un titular muy interesante y que confirma que toda democracia es populismo cuando los resultados disgustan a Prisa, es decir, al mundo financiero. Ellos están siempre por la estabilidad, que parece definirse como que gobiernen cuatro primeros ministros seguidos sin pasar por el engorroso trámite de las urnas.
‘Antisistema’ empieza a ser otra palabra vacía de significado. La Unión Europea quiere romper el sistema actual de Estados nación, pero ni en un millón de años llamaría El País a Juncker o sus palmeros ‘antisistema’. La entrada masiva de ilegales desde el Norte de África que se nos pide que aceptemos no ya con aquiescencia, sino con entusiasmo, tampoco corresponde al sistema que hemos tenido de control de las fronteras durante siglos, pero es asimismo improbable que lo califiquen de ‘antisistema’. Todo es según, ya saben.
Abajo, foto del ganador de los Oscar, el mexicano Guillermo del Toro y, como titular, una frase de su discurso de aceptación: «Vamos a construir un muro de puros Oscar». Se refiere, claro, al célebre muro prometido por Trump del que aún no se ha puesto un solo ladrillo, al contrario de lo que sucedió con Clinton u Obama.
Y creemos a don Guillermo que, desde hace años, no ha vuelto a poner el pie en esa tierra que dice amar tanto. Como suele ser el caso con estos progresistas de esmoquin, Del Toro es hijo de industrial, un niño bien de allá, y tras el intento de secuestro de su padre por las bandas criminales que campean al sur del Río Grande, prefiere que su amor por México se exprese en la más segura y fiable tierra de los gringos.
La ceremonia, por cierto, tuvo la peor audiencia televisiva de su historia, lo que es perfectamente natural teniendo en cuenta que se ha dejado de premiar películas y profesionales del cine por su calidad para hacerlo por su compromiso con las causas preferidas de la élite. Y trasnochar para oír discursos idénticos en ese trasunto glamuroso de un pleno del Soviet Supremo es puro masoquismo.
ABC, como le sucede por lo común a la derechita, recoge servil los dogmas que le impone la progresía y no se deja ganar en entusiasmo. Su portada representa a un hombre que se enfrenta a una escalera de escalones razonables, que simboliza su carrera profesional, y una mujer que tiene delante la escalinata de un gigante.
El titular: ‘La maternidad dispara 20 puntos la brecha del empleo’. Tengo dicho que la naturaleza es intolerablemente fascista, pero la española no se deja amedrentar y poco a poco avanza en la solución: no tener hijos. La extinción es un precio pequeño a pagar por la liberación de la mujer.
En El Mundo, fotos de Matteo Salvini y el ya citado Luigi di Maio: ‘Italia, primer país de la UE con más del 50% de votos antisistema’. No me repetiré, porque ya saben traducir la frase: los italianos, otros que votan mal, es decir, contra los intereses de los dueños de los medios.
El titular que abre se refiere al agotador e inagotable tema catalán: ‘El ‘procés’ nació para tapar el 3%, según una nota de los Mossos’. Luego uno entra en la información y descubre que fue «uno de los motivos», pero, oye, da un poco igual, estamos siempre en campaña.
Vuelve a cumplirse con La Razón mi aserto de que la derechita debe hacer esfuerzos exagerados para parecer más progresista que nadie, aunque nadie del otro lado se lo reconozca jamás, pobre. ‘Eurofobia: la mitad de los italianos vota contra la UE’.
No es el espacio adecuado para explicar que votar contra la UE no es tenerle «fobia» a Europa sino más bien todo lo contrario: amar de Europa lo que siempre ha sido. Pero a eso de diagnosticar como trastornos psiquiátricos las ideas contrarias, tan soviético, la derechita se apunta con el entusiasmo habitual.
Debajo, su mensaje institucional: ‘Génova pide calma: «Hay que aguantar hasta Navidad para agotar la legislatura». Me encantan esos dos infinitivos, tan del PP: aguantar, que es su particular forma de gobernar, y agotar, que es lo que han hecho con nuestra paciencia.